La primera obra de arte que un bebé aprecia es la cara de la madre
La primera obra de arte que un bebé aprecia es la cara de la madre
Hace más de 80 años una abuela mecía a su nieto mientras le cantaba Los pollitos dicen. Fue gracias a esa ronda infantil cargada de amor que Evelio Cabrejo comenzó a intuir, sin saberlo aún, el inmenso poder de la palabra. Cada repetición de sílabas, cada nota que se alzaba, era una pequeña chispa que avivaba el fuego de una curiosidad que lo acompañaría toda la vida.
Aquel niño que escuchaba atentamente, no solo con los oídos, sino también con el alma, descubrió en esos cantos y en los versos de La Pobre Viejecita algo más que simples juegos lingüísticos. En esos momentos, el lenguaje se le reveló con una profundidad fascinante, mostrando que las palabras no solo comunican, sino que son un arte que conecta generaciones.
Con la nostalgia de esos recuerdos a cuestas, Evelio Cabrejo, nacido en Boyacá, siguió el rastro de esa pasión hasta convertirse en uno de los más destacados lingüistas. El camino lo llevó a la Universidad de París, institución en la que obtuvo su doctorado en lingüística. Desde entonces ha dedicado su vida a desentrañar los misterios de la lengua, especialmente en la infancia; sus investigaciones sobre la adquisición del lenguaje han puesto en evidencia cómo las primeras palabras que escucha un niño son el pilar sobre el cual construye su identidad y su visión del mundo.
Hoy, como vicepresidente de la L’asociacion ACCES y con un legado académico consolidado, Cabrejo recuerda que la oralidad no es sólo comunicación; es poesía, es cultura, es memoria viva. Su trabajo es un llamado a preservar esas tradiciones que, al ser transmitidas de generación en generación, siguen formando la imaginación y el corazón de los niños.
A propósito de su participación en la Bienal Internacional de Artes para la Infancia, Evelio Cabrejo compartió sus reflexiones sobre el papel del lenguaje en el desarrollo infantil, así como su visión sobre la importancia del arte en la educación. En esta edición de la Bienal, participará con la conferencia titulada Oralidad y desarrollo global de las niñas y los niños, en la que abordará cómo la palabra, el gesto y las emociones se entrelazan en los primeros años de vida para moldear la identidad y la imaginación infantil. Su presentación se enfocará en la importancia de la tradición oral en la formación de los niños, destacando la relevancia de los lenguajes artísticos como herramientas fundamentales en este proceso.
¿Cómo influyen las artes y los lenguajes artísticos en el desarrollo emocional de las niñas y los niños?
Los niños son muy sensibles a todo lo que es emocional. Para mí, la sensibilidad que pasa a través de las entonaciones de la voz es fundamental, y eso está profundamente relacionado con la lengua y los movimientos del rostro. Los primeros ‘libros’ que todo ser humano comienza a leer en su existencia son la gramática del rostro. El rostro pone en escena lo que el hablante está viviendo en su mundo interior. La manera en que le hablamos a un bebé, por ejemplo, le da al bebé una idea de cómo vivimos en nuestro interior. A través de la entonación de la voz se puede expresar ternura, amor, duda o cansancio, entre otros sentimientos. Los bebés son lectores de emociones a través de estas señales no verbales. Es difícil mentirles porque ellos captan todo lo que ocurre a través de la voz y los gestos.
¿De qué manera las artes y los lenguajes artísticos pueden estimular la imaginación y la creatividad en la niñez?
La imaginación y la creatividad surgen cuando el niño es capaz de distinguir entre la imagen y el objeto. Esta habilidad le permite establecer una relación significativa entre lo que ve y cómo lo representa en su mente. Con esa habilidad, puede crear imaginariamente objetos nuevos. Cuando un niño juega, por ejemplo, con cubos de madera o juguetes, construye cabañas o castillos en su mente. Si un niño ve a alguien cantando, esto puede inspirarlo internamente y llevarlo a imaginar que también podría cantar algún día. Cantar requiere imaginación, por lo que la voz, es una forma artística de expresión. En este sentido, yo diría que la primera obra de arte que un bebé experimenta es el rostro de la madre. Cuando un bebé es alimentado, mira con los ojos abiertos el rostro de su madre para captar cómo ella reacciona en ese momento. Los bebés necesitan tres cosas para su desarrollo: leche para satisfacer sus necesidades biológicas, caricias para sus necesidades afectivas, y lenguajes, tanto hablados como artísticos, para satisfacer sus necesidades culturales. A partir de ahí, surge la capacidad de imaginar y crear.
¿Cómo influye el lenguaje artístico en la construcción de la identidad de la infancia durante su etapa formativa?
Todo artista tiene un recorrido personal que lo lleva a crear un estilo propio, y ese estilo es una marca de identidad. Los niños también necesitan de otros humanos para construir su identidad. Cuando asisten a una representación artística los niños captan algo que a veces el propio artista no percibe. Ese algo se convierte en una herramienta que utilizará para su construcción personal. A partir de esa experiencia artística, el niño puede crear su propio estilo y, con él, su identidad. Esto ocurre con frecuencia en el arte, como en el caso de Botero, quien desarrolló un estilo muy particular que se convirtió en parte de su identidad. El estilo es, en esencia, el movimiento del alma cuando el hombre habla. Es una manera de poner en movimiento las palabras y las entonaciones para darle fuerza al pensamiento. El estilo es también una expresión de la identidad de cada persona.
¿Qué papel juegan los lenguajes artísticos en la comunicación y expresión de las niñas y los niños?
Para comprender el papel de los lenguajes artísticos en la comunicación de los niños, debemos entender cómo construyen sus representaciones mentales. La motricidad de un bebé le permite descubrir cómo los objetos reaccionan a sus acciones. Esto le da una capacidad de representación mental que, posteriormente, permite la aparición de las primeras palabras. Es por eso que toma alrededor de un año para que las palabras emerjan. El arte es una forma de poner en escena lo que uno está viviendo internamente. A través del dibujo, por ejemplo, los niños expresan lo invisible, aquello que están viviendo en su mundo interior. La comunicación no es solo repetir lo que nos han enseñado; es importante que el niño tenga la posibilidad de crear algo propio, de expresar algo que viene de sí mismo, y no solo repetir lo que se le ha dicho de manera vertical. El arte ofrece esa oportunidad.
Un ejemplo reciente que menciono en uno de mis libros es el de una madre que, al limpiar la casa, dijo que debía cambiar un cuadro porque el sol estaba “comiéndose los colores”. Su hijo respondió: “Yo sé por qué el sol se come los colores… es para hacer el arcoíris”. Esa respuesta no fue una repetición de lo que había oído, sino una creación imaginativa que vino de él mismo. Y lo más importante es que los adultos celebremos ese momento de creación y lo reconozcamos. El niño necesita recibir un eco de su actividad creadora interna, y ese eco le permite sentirse reconocido.
Desde el séptimo u octavo mes de vida, los niños empiezan a señalar objetos con el dedo para compartir lo que les interesa. Si el adulto responde a ese acto, el niño se siente validado en su actividad mental interna. El niño necesita que el adulto fije su mirada en lo que él está mostrando, y, si el adulto es generoso, incluso nombra lo que el niño señala. Esto es clave para que el niño entre en el lenguaje de manera placentera y se sienta reconocido en su proceso de creación.
Cabrejo se presentará en el Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tade Lozano el día miércoles 15 de octubre entre las 9 a.m. y las 12 m. como parte del Eje 1: Artes, experiencias y formación para las infancias, con su ponencia Oralidad y desarrollo global de las niñas y los niños. Evento de entrada libre con previa inscripción.