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“Mhicelio, ensayos de realidades alternativas multiespecie”

Este laboratorio abre un espacio para la exploración y experimentación de las Realidades Alternativas Multiespecie (RAM).
Imagen de la invitación cultural "Mhicelio"
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La micología, ciencia que estudia los hongos, establece que el micelio es una parte del hongo que permanece de manera subterránea. Se conforma por un conjunto de filamentos o hifas que pueden extenderse y entrelazarse por kilómetros, formando una red fina encargada de absorber los nutrientes del entorno para alimentar a estos organismos, permitiendo que prosperen en ambientes y climas específicos, pero también haciendo posible que árboles y bosques incorporen los nutrientes del suelo, creando una compleja relación entre especies.

Precisamente de esa red toma su nombre el nuevo laboratorio de Plataforma Bogotá: Mhicelio, ensayos de Realidades Alternativas Multiespecie, en donde -a través de investigación y creación colaborativa- los participantes tendrán la oportunidad de explorar el concepto de conectividad multiespecie, tomando como referencia tres páramos que se encuentran en la cordillera oriental y que colindan o se integran al territorio bogotano: Chingaza, Cruz Verde y Sumapaz, buscando, desde la crítica cultural, la comprensión ecológica y la creatividad tecnológica, configurar una metodología que imagine Realidades Alternativas Multiespecie - RAM, conduciendo a los participantes a reflexionar sobre nuestro tiempo.

Foto de los páramos de Bogotá - Suministrada por el proyecto.

“En este laboratorio asumimos que todas las formas de vida están interconectadas y que, al entender y favorecer estas conexiones, podemos ensayar realidades alternativas más conscientes de la complejidad y la diversidad de la vida en el planeta, desafiando las nociones tradicionales de separación entre especies” señala Ingrid Obando, licenciada en biología e integrante del colectivo MangleRojo, que desarrollará el laboratorio Mhicelio.

Lina María Muñoz, arquitecta y otra de las integrantes de MangleRojo, señala que -para este caso- se implementará “una metodología que mira al territorio desde la complejidad como esas múltiples y densas conexiones que se dan entre un todo, ahí nos acercamos desde la mirada de Henri Lefevre, quien habla que el territorio se construye desde el movimiento en él y desde su relato”. Como parte del laboratorio se proponen tres salidas de campo al páramo y bosque alto andino de niebla en la zona de influencia de la laguna El Verjón, donde al recorrerlos, se descubrirá la compleja red que compone este tipo de entornos naturales, componiendo ensayos textuales, visuales y sonoros que se integren con el territorio.

“De esta manera se compondrá una guía conversacional para ensayar RAM con las que buscamos acercarnos desde la ficción a una forma tecnológica basada en el wetware; en la que asumimos las relaciones de encuentro entre organismos como fundamento del laboratorio”, señala Juan Pablo Moya, antropólogo e investigador del equipo de Investigación Abierta de MangleRojo.

El wetware es “una abstracción de dos partes de un humano vistas desde los conceptos informáticos del hardware (el sistema nervioso central) y el software (la mente)” (Alegsa, 2023, un concepto introducido por autores norteamericanos Michael Swanwick, en su libro de ciencia ficción Vacuum flowers (Flores al vacío en español), o Bruce Sterling, en su obra Schizmatrix, así como lo destaca Rudy Rucker, quien precisa que “el wetware es el código generativo subyacente de un organismo, tal como se encuentra en el material genético, en la bioquímica de las células y en la arquitectura de los tejidos del cuerpo” (Rucker, 2016).

Siguiendo a la filósofa estadounidense Donna Haraway, desde MangleRojo promueven la reflexión sobre lo que significa “vivir y morir con respons-habilidad (...) de manera recíproca y vigorosa con las demás especies que nos acompañan” en nuestra vida en el planeta. De esta manera, el proyecto asume un lugar "en tensión entre lo familiar y lo extraño, lo incómodo y lo sorprendente", tomando la ficción como una tecnología blanda para construir un artefacto-narrativo-conversacional a partir del ensayo, asumiéndolo como un medio que, como expone el escritor Ricardo Foster, “se preocupa por encontrar los puntos de cruce de sensibilidades diferentes y que supone que no hay incompatibilidad entre el lenguaje del arte, el de la ciencia y el de la vida”.

De esta forma se crearán relatos textuales, visuales y sonoros que se integren de forma compleja con el territorio de interés, desarrollándose en tres fases clave: expresión, relato y movimiento. En la fase de expresión, los participantes habitarán los mapas a través de una revisión cartográfica detallada y el estudio del territorio, combinando recorridos con observación microscópica. Posteriormente, en la fase de relato, elaborarán “mapas mhiceliares” de narrativas distribuidas y no lineales, usando herramientas de código abierto como Git y Twine para integrar diversos medios en sus ensayos, sean textuales, visuales o sonoros.

En la fase de movimiento, se explorarán nuevas formas de relación que trascienden la corporalidad, investigando las interacciones entre lo humano y lo no humano. Los participantes formularán relatos en forma de conversación, expresando nuevas formas de relación propias de la complejidad ecosistémica de los páramos de oriente. Esto se realizará mediante la experimentación y el uso de herramientas digitales como H3.js, Kepler.gl y AR.js, reflexionando desde una perspectiva de conectividad multiespecie, integrada al territorio.

Plano cerrado de hongos sobre la corteza de un árbol - Suministrada por el proyecto.

Este laboratorio colaborativo está dirigido a investigadores, artistas, humanistas, naturalistas, activistas, hackers, makers o cualquier persona interesada en la experimentación con la imagen, el sonido y la escritura que residan en Bogotá. Se desarrollará entre el 27 de agosto y el 26 de octubre con doce sesiones de laboratorio, dos sesiones abiertas con investigadores invitados y tres salidas de campo, en donde se creará un espacio que invita a reflexionar cómo lo microscópico y pequeño también puede representar el gran ecosistema biológico, de la forma en que se conectan las diferentes escalas de nuestro planeta.

Los interesados en hacer parte de este laboratorio pueden inscribirse mediante la invitación pública que está en la plataforma de invitaciones públicas culturales. Las inscripciones están abiertas desde el 15 de julio y cierran el 15 de agosto. Los 15 seleccionados para participar en Mhicelio se anunciarán el 23 de agosto.

Sobre MangleRojo

Tanto Juan Pablo como Lina e Ingrid coinciden en su trabajo en la vereda El Verjón, que se ubica en la zona rural de las localidades de Chapinero y Santa Fe y hace parte de la reserva forestal protectora bosque oriental de Bogotá, donde viven y en donde han realizado exploración por el bosque a través del colectivo MangleRojo, trabajando de la mano con la comunidad de la zona, en particular las familias campesinas y de origen neorrural, generando conciencia sobre el relacionamiento entre los seres humanos y las otras especies que habitan y hacen tan diversa esta zona, permitiendo reconocerlas, cuidarlas y conservarlas.

El colectivo MangleRojo nació en 2010 y, a lo largo de su trayectoria, ha acompañado procesos de prospección territorial, investigación en torno a la electrónica y nuevos medios de programación y trabajos ambientales y ecosistémicos. Desde 2015 empezaron a acompañar procesos del Plan de Patrimonio Cultural en la Candelaria, en Bogotá, conectándolo con el Plan de Manejo de la Reserva Forestal de la capital del país.

Más recientemente han emprendido proyectos que exploran otras formas de aprender la tecnología para crear con ella, enfocándose en niños y niñas de El Verjón.

Conozca más sobre esta invitación cultural e inscríbase aquí.

Imagen microscópica de un hongo - Suministrada por el proyecto.


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