El territorio de la localidad 20 de Bogotá se ubica en el área del Parque Nacional Natural Sumapaz, donde está el páramo más grande del mundo y cuenta 78.097 hectáreas. Limita al norte con las localidades de Usme y Ciudad Bolívar; al oriente con los municipios de Chipaque, Une y Gutiérrez; al occidente con los municipios de Pasca, San Bernardo y Arbeláez y al sur con el municipio de Cabrera y los departamentos de Meta y Huila. El territorio está conformado por espesa vegetación con especies como el frailejón, además de biodiversidad de fauna y flora, lagunas y espejos de agua, antes de llegar a las veredas que conforman la localidad desde la ciudad. 

La población que habita la localidad 100% rural del Distrito Capital y, aunque alejada del centro de Bogotá, es descrita por sus habitantes como un lugar que se caracteriza por su fortaleza en civismo, relaciones sociales y pautas de comportamiento. En cuanto a la cultura, quienes residen allí la entienden desde el arte, la gastronomía y la conservación de su identidad campesina.

En este sentido, sus prácticas culturales también están atravesadas por aquellas relaciones familiares y compadrazgos entre habitantes del territorio, se destacan agrupaciones musicales caracterizadas por interpretar música popular y tradicional colombiana, rancheras y carranga, las cuales son conformadas principalmente por hombres pertenecientes a diferentes familias que han habitado durante décadas el territorio, donde el conocimiento musical se transmite de generación en generación. Se componen coplas a la naturaleza, a la cotidianidad de la vida rural, al desamor, a la mujer sumapaceña, entre otros aspectos. 

Dentro de sus organizaciones culturales, las principales actividades que realizan se enmarcan en el fortalecimiento de prácticas identitarias tradicionales de las y los campesinos sumapaceños, a través del diálogo e intercambio de saberes intergeneracionales, como la hilandería, el teatro y la danza, así como el rescate y fortalecimiento de la memoria histórica y colectiva, que aborda el sentir del territorio, no solo desde un énfasis local sino también en el ámbito regional. 

Lo anterior, da cuenta también de la manera en la que se representan y quieren ser representados los campesinos y campesinas, ya que preservan y reinventan sus prácticas culturales; el cuidado y respeto por el medio ambiente. Los atuendos como la ruana, sombrero y botas son utilizados en el día a día, incluso en las labores agropecuarias realizadas en su territorio. 

La comunidad está demostrando en su quehacer cotidiano que la identidad campesina también está presente y confluye en las dinámicas propias que impone la ciudad y traspasa los territorios y la mirada urbana. Esto se expresa en las reuniones en las Juntas de Acción Comunal y aquellas convocadas por la institucionalidad.