Crónicas

Wilson Rey: música llanera desde el Páramo de Sumapaz

El Escenario Móvil Armando de la Torre llega a esta localidad de Bogotá, con una propuesta de música llanera, este miércoles.
Cantautor Wilson Rey, del páramos de Sumapaz, en Sesiones de la Torre
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“Mis bisabuelos fueron músicos. Nacieron en Boyacá y Casanare. Mi abuela tocaba bandola llanera y andina y además cantaba. Por eso, me tomo el atrevimiento de decir que tengo ascendencia llanera y artística”, cuenta Wilson Rey, cantautor con más de 15 años de experiencia, proveniente de Sumapaz, la localidad más grande y menos poblada de Bogotá. 

Desde siempre le gustó cantar, de una manera espontánea y empírica. En su escuela participaba en toda clase de iniciativas artísticas, ya fuera declamar poesía, bailar o cantar. Se acercó a la música a través de géneros como la ranchera, el vallenato y la música campesina de cuerdas, cuyos temas sonaban en la radio y eran interpretados por su padre en la guitarra. 

Montado a caballo, con una escopeta vieja de su padre terciada, recorría junto a su tío parte del páramo donde tenían ganado, mientras entonaban canciones de Antonio Aguilar, entonces uno de sus artistas favoritos. A los nueve años, en la escuela de la vereda Auras de Sumapaz, se presentó por primera vez en un concurso de música liderado por esa institución. Entonces interpretó una canción de vallenato, con la que fue el ganador indiscutible del certamen. 

Luego de acabar su primaria en la zona rural de Sumapaz, se desplazó a Bogotá para cursar el bachillerato. El evento supuso todo un choque cultural para Rey, pues provenía de una zona rural, con costumbres y visiones del mundo muy distintas de las de los jóvenes criados en la ciudad. Se sentía apartado y, en algunas ocasiones, señalado por la mayoría. Por aquel entonces se alejó un poco de la música, pues no tenía otra cosa en mente más que adaptarse a su nueva vida citadina.

En su nuevo colegio, hacían toda clase de actividades culturales y artísticas, pero Rey no se animaba a participar. La timidez y el temor le impedían sumarse a las actividades, pues creía además que sus habilidades en el canto no le daban para competir con jóvenes de ciudad mejor preparados. Pasaron varios años, hasta que se cansó de pensar así. 

Cuando cursaba décimo grado, conoció la música llanera, que entonces sonaba mucho en la radio. Comenzó a aprenderse las canciones de Reynaldo Armas, Julio Miranda y Arnulfo Briceño, pues el joropo, dice él, le “había llegado hasta los tuétanos”. Entonces tenían en su colegio la idea de llevar a cabo la obra de teatro Guadalupe años cincuenta y, para ello, necesitaban estudiantes que hicieran música llanera en el intermedio de cada escena. Rey se animó y se ofreció como cantante. Se presentó en varios colegios y la obra fue un éxito.

Y ahí quedó, al menos por el momento, su interés por ser músico. Teniendo en cuenta  que provenía de una familia campesina y conocía de cerca las labores del campo, Rey salió del colegio y se incorporó al programa técnico de Producción Animal de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia - UNAD, con la idea de elegir una carrera que le garantizara un futuro más promisorio. Al mismo tiempo, entonces con 17 años, practicaba artes marciales y taekwondo, y trabajaba como ayudante en un carro que repartía fresas por varias panaderías y plazas de mercado de Bogotá.  

Por aquellos días, uno de sus tíos viajó a Arauca, de donde le trajo un cuatro. El instrumento de cuerda fue toda una novedad para él, pues hasta entonces no conocía otra manera de hacer música llanera que no fuera con  guitarras. “Cacharreaba mucho con ese cuatro. Me aprendí tres acordes y ya me creía cuatrista”, recuerda jocosamente. 

Así las cosas, llegó su momento de brillar: la universidad anunció el inicio de una semana cultural, y en medio de una reunión le preguntaron a Rey: ¿usted qué sabe hacer? Sin dudarlo, contestó: “¡yo canto y toco el cuatro!”. Junto a un arpista y un maraquero, llevó a cabo una presentación en la universidad, y fue tan bien recibida por el público que decidieron formar la agrupación Sentimiento Llanero, con la cual el artista se presentó en varias ciudades del país.

Después de esa etapa, siguió haciendo música y experimentando con su voz en diversas agrupaciones, tales como Llano Adentro y Botalón, Rejo y Sábana. Con algo más de experiencia, participó en 1993 en el festival San Pascual Bailón, donde obtuvo el segundo lugar. El año siguiente, se inscribió al Festival de Guayabal de Síquima, en el que fue merecedor también de un meritorio segundo lugar. Entre otras de sus participaciones destacadas está el Festival Internacional de la Canción Llanera en Villavicencio, donde Rey hizo parte de las delegaciones de San José del Guaviare en 1996 y de Bogotá en 1998, respectivamente. 

En los últimos años, el artista bogotano ha compartido escenario con artistas colombianos y venezolanos destacados como Oswaldo Bracho, Reynaldo Armas, Aries Vigoth, Jimmy Gutiérrez, entre otros. En 2013, logró lanzar su primer álbum, Llanero de corazón, que incluyó 12 composiciones. Recientemente, fue invitado especial del VII Festival Musical del Macizo Colombiano en el municipio de Elías, Huila, y fue el ganador del Festival de Música Campesina de la Localidad de Sumapaz.

Actualmente, este artista sigue haciendo música. Dada la coyuntura, ofrece conciertos virtuales para todo tipo de públicos. El próximo 3 de junio a las 4:00 p.m. será el protagonista de una nueva entrega de Sesiones de La Torre, una iniciativa del Escenario Móvil que pretende descentralizar la oferta cultural y llevarla a todas las localidades de Bogotá. Con letras que le cantan a las tradiciones campesinas, al páramo, a las víctimas del conflicto y la naturaleza, el público en cuarentena podrá disfrutar de la propuesta musical de un cantante bogotano, con alma de llanero.

Por Sebastián Hernández Noreña
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