Proyecto El Dibujadero: Delineando Barrio de Es Cultura Local 02
Crónicas

El dibujo se afianza como lugar de reflexión en Barrios Unidos

La Escuela Abierta benefició a cerca de 400 personas con un espacio abierto y gratuito para explorar el dibujo en Barrios Unidos.

Así como los últimos meses, las puertas de El Dibujadero se encuentran abiertas desde las 2 hasta las 6 de la tarde. Los transeúntes del sector Siete de Agosto, en Barrios Unidos, van pasando mientras algunos miran de reojo las tablas con dibujos pegados con chinchetas y otros se detienen cuando ven el letrero que invita a entrar gratis a dibujar. Este espacio hace parte de la iniciativa El Dibujadero: Delineando Barrio desarrollada por la organización Escuela Abierta, en el marco de la tercera versión de Es Cultura Local.

“La lógica está en poner un espacio cultural y artístico de reflexión en un barrio cotidiano. Es para que la reflexión esté en la cotidianidad de las personas. Uno de los postulados del proyecto es que dibujar nos desdibuja y desdibuja los límites que hemos establecido: sociales, culturales e ideológicos, que es una urgencia”, explica Francisco Javier Buendía, miembro de la organización y coordinador del proyecto.

Desdibujar los límites es significativo y se ve en el mismo espacio. Al llegar caminando, fácilmente se puede atravesar diferentes zonas del sector con actividades diversas como el reciclaje, el trabajo sexual, el trabajo con cajas o de mecánica automotriz y la plaza de mercado. Los protagonistas de esos espacios, como reflejo del barrio, se les ha visto llegando, reconociéndose y reconociendo a los otros mediante los trazos de dibujo. 

Para Francisco, “el dibujo es un medio de reflexión en el que todos llegamos a reconocernos. Se pregunta: ¿cuál es el dibujo del habitante de calle o del trabajador de la plaza o del abogado? Cuando se ven imágenes no se sabe responder. Está en entender que ese habitante de la calle se sentó a dibujar de la misma manera que el abogado. La imagen no tiene esos sesgos que tenemos nosotros como individuos”.

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Tras dejar instaladas las tablas, papeles y sillas para iniciar una nueva jornada, Francisco toma un momento para ir por un cigarrillo y atravesar esas calles atravesadas por los rostros del barrio. Son los protagonistas porque para él “El Dibujadero no tiene sentido si la gente no entra”. Así, cerca de 400 personas han entrado y se han relacionado han, iniciado procesos internos mediante la reflexión artística, ya sea con un momento para dibujar libremente, con un ejercicio guiado o con uno de los talleres que dictaron dirigidos a personas de la plaza, trabajadoras sexuales o recicladores. 

Para Yesica Gaona entrar a este espacio fue algo especial. No imaginaba estar caminando por este sector y encontrar un letrero que la invitara a explorar el dibujo. Poco a poco, El Dibujadero se convirtió en un lugar para visitar frecuentemente como un refugio para entenderse y reconocer el lugar en el que vive.

Cuenta sobre su experiencia: “mi papá es arquitecto y el dibujo siempre me ha gustado, pero sentía que no tenía habilidad. Lo primero que uno dice es que no soy dibujante y no sé pintar, pero fue como descubrir que los garabatos son dibujos, las líneas son dibujos y que todo es un dibujo. Para mí ha sido un espacio de catarsis emocional importante. Había días en los que no estaba muy bien, pero ir allá me llenaba mucho de energía”.

Francisco se pone en frente de una de las tablas y se dirige a cuatro residentes artísticas que iniciarán sus procesos en El Dibujadero. Les explica los pormenores del lugar, les indica cómo atender a personas que entren con interés y les da ejercicios de dibujo con carboncillo teniendo como modelo sus propias manos. 

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Una de ellas, Laura Niño, sigue el ejercicio, pero se centra en retratar el espacio. Dibuja sobre el papel las paredes blancas características del lugar que alguna vez fue una bodega de cajas, una tabla de trabajo y el espacio del exterior que la inspiró desde que llegó caminando por esa misma calle. El dibujo va tomando vida con cada sombra, cada luz y cada contraste que detalla.

Según cuenta Laura, “que El Dibujadero sea abierto es increíble. Me parece muy interesante que no importe el nivel de formación y eso alienta mucho a las personas. Me parece mucho más fácil entrar al dibujo así como un niño explorando”. Agrega que “al ver las personas que hay un espacio para retratar y retratarse hay un espacio de cultura abierto para todos y da esa oportunidad de comunicar: es tomar voz”. 

Este proceso también llevó el dibujo con talleres y espacio de exploración a la Biblioteca Pública de la Participación Ciudadana, la Casa Hogar Santa Teresita del Niño Jesús y al Parque Muequeta. Esto permitió ampliar mucho más el alcance de la iniciativa y llegar a poblaciones vulnerables de la localidad como adultos mayores. 

“Para mí es muy importante y ojalá nunca cierre”, dice Yesica Gaona pensando en ese lugar que le ha abierto las puertas tanto tiempo. Francisco, por su parte, reconoce lo que esta iniciativa ha logrado en la comunidad y sueña que este proyecto continúe e incluso pueda crecer. No atina a darle un nombre al lugar que se imagina en un futuro, si un museo o un espacio de diálogo, pero tiene claro que lo más importante es que sea “un lugar donde todos somos, un lugar común”.

En la tercera versión del Programa Es Cultura Local se reafirmó el compromiso de la ciudad con el sector creativo y cultural, promoviendo su estabilidad y sostenibilidad. Desde el Instituto Distrital de las Artes - Idartes y los 16 Fondos de Desarrollo Local – FDL se realizó una inversión cercana a los 14 mil millones de pesos para entregar más de 500 estímulos, beneficiando directamente a agentes culturales y creativos de la ciudad.

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