Así se vivió el arte en la ruralidad de Sumapaz, el pasado sábado
Así se vivió el arte en la ruralidad de Sumapaz, el pasado sábado
El pasado 14 de agosto, en la vereda Santa Rosa de Sumapaz, representantes de varias veredas, con proyectos culturales y emprendimientos, se reunieron para compartir sus pasiones, en medio del frío del páramo y con la compañía de los artistas de esta zona rural de Bogotá y algunos invitados.
Los congregó el lanzamiento de La Semilla: sostenibilidad, arte y memoria rural en Bogotá, un proyecto del Instituto Distrital de las Artes - Idartes, en las líneas estratégicas Arte y Memoria sin Fronteras y Sostenibilidad del Ecosistema Artístico en Bogotá, en torno a la construcción de memoria, reconciliación, paz y convivencia en los territorios, con el acompañamiento a 45 diferentes iniciativas, proyectos y emprendimientos de la ruralidad de Bogotá.
Numerosos artistas pasaron por la tarima del Escenario Móvil Armando de la Torre, que se trasladó a este sitio, a más de una hora de distancia de la zona urbana de Usme y, entre momentos de intenso sol y densa neblina, dieron muestra de la riqueza musical y la creatividad que surge en este particular ecosistema. También estuvo presente el Planetario de Bogotá, que cautivó a los niños y niñas con sus lanzamientos de cohetes, una muestra de ciencia que enganchó durante horas a los más pequeños de las veredas. (Vea la galería de fotos).
Este es un vistazo a algunas de las iniciativas más representativas que estuvieron en el lanzamiento de La Semilla.
Las Frailejonas es un colectivo fundado en 2009, de mujeres campesinas dedicadas a difundir con teatro y danza el cuidado del medio ambiente, hace honor con su nombre a la especie más característica del páramo, el frailejón. Como ellas mismas se describen en su libro Las frailejonas, de Sumapaz con amor, son mujeres fuertes y aguerridas, que ejercen roles de sustento y fundamentación para sus familias y han aprendido a protegerse y a ayudarse entre ellas, a complementar sus distintas capacidades y a decirse la verdad, mientras continúan desarrollando sus obras y sus procesos creativos, que les permiten expresarse y decir lo que muchos quisieran decir, sin tapujos.
Carmen Gonzalez, consejera de las comunidades rurales y campesinas de Suba, conoció la quinua en la Feria de las Colonias de Bogotá en 2004 y se sorprendió con todos los nutrientes y bondades de este alimento ancestral. Para ella, la quinua, además de ser la base de sus ingresos económicos, es deliciosa y una fuente de constante aprendizaje sobre la alimentación sana. Constantemente usa su creatividad para aplicarla a más platos y nunca se imaginó poder compartir su experiencia más allá de un emprendimiento. Carmen se siente orgullosa de ser la representante de su localidad en este encuentro interveredal propiciado por La Semilla y espera que todos en Bogotá puedan alimentarse con la quinua de Uba Suba, su emprendimiento.
Con el Corredor cultural de memoria del maíz, Ariel Calceteros y Ana Gómez lideran un proceso de recuperación de semillas ancestrales y nativas. Con alegría y orgullo cuentan que han logrado traer de nuevo a la vida algunas ya casi perdidas, impulsar la creación de bancos de semillas y la agroecología y cultivos orgánicos. En la zona rural de El Verjón, atrás de las montañas orientales de la urbe, gestionan proyectos colectivos que buscan la recuperación de la memoria ancestral de los pueblos indígenas y la apropiación del territorio por parte de sus habitantes, a través de prácticas artísticas.
Erika Barrera, maestra del Distrito, recuerda de su infancia que las monjas que la invitaron a participar de procesos artísticos le decían: “si a ustedes no les gusta como se ve el barrio, tienen dos opciones, estudien y se van de acá o estudien y lo transforman”. Ella prefirió quedarse en Usme y lleva toda su vida impulsando el amor por la lectura en distintos proyectos.
El de ahora se llama Libros buenos a la vereda y su meta es que la literatura haga parte del capital cultural de los niños de Usme. Le pareció extraño llegar a este encuentro interveredal y ver que varias iniciativas vendían productos. “Me sorprendí porque veo gente que está vendiendo cosas y nosotros no vendemos nada, regalamos historias”, dice. Sin embargo, está emocionada de poder participar en este proceso de formación de La Semilla y compartirlo con su familia y amigos, quienes son los principales voluntarios de este proyecto de lectura.
Para Jennifer Martinez, que trabaja en la zona rural de Torca en Usaquén, volver a las raíces, a lo rural e investigar de dónde venimos es una de las soluciones a todas las problemáticas que estamos viviendo actualmente. Para lograr transmitir este concepto a los niños lidera, junto con un compañero artista, Mi cuerpo, sendero creativo, una apuesta rural, una iniciativa para lograr que los pequeños se apropien de su territorio a través de las habilidades que brindan las actividades artísticas. A lo largo del año escolar, siembran creatividad en artes plásticas, danza y teatro, para cosechar toda esta producción artística a final de los procesos anuales.
Doris Romero Susa, la coplera paramuna, de San Juan de Sumapaz, compartió algunos de sus versos con los asistentes a este lanzamiento de La Semilla
Cuando estoy en mi casita,
yo me pongo a pensar,
que con política nefasta,
del páramo nos quieren sacar
Somos gente campesina,
que soñamos con la paz,
para que nuestros hijos crezcan
con derecho y libertad
El gobierno y la pandemia
son dos cosas igualitas,
mientras la pandemia nos encierra,
el gobierno nos quita la platica
La platica que les dieron
se la robaron los vivos
y los que la necesitamos
quedamos igual de jodidos
Las semillas de Monsanto
nos matan y nos envenenan,
las semillas naturales
nos llenan de vida y nos llenan
Andres Guillermo Mora, de 21 años de edad, es Subliminal MC. Se crió con coplas campesinas en el corregimiento San Juan de Sumapaz, pero cuando tuvo que vivir en Bogotá, en su infancia, conoció el rap. Se dio cuenta del parecido entre ambas expresiones artísticas y ahora compone letras para dar a conocer al Sumapaz, su neblina y sus habitantes y recordar a todos que venimos de la tierra. “Si podemos aportar un granito de arena es hacer que la gente conozca y se apropie del territorio. Este es el páramo más grande del mundo. Debemos cuidar lo que nos pertenece”.