Cinemateca de Bogotá
Crónicas

Una vida cinéfila contada en 35 mm

Jaiver, el proyeccionista de cine que lleva 25 años acompañado las películas.

Cuando vamos a cine pocas veces, o nunca, nos preguntamos quien estará detrás en la cabina de proyección, ese lugar mágico que permite que veamos las imágenes que tanto nos gustan. Para muchos el asistir a cine es un rito consigo mismo, con los amigos, o seres queridos, es un lugar de encuentro con las historias y para algunos de entretenimiento.  En ese cuarto de la parte superior de la sala, donde tan solo se ve una pequeña luz, viven su día a día los magos de la proyección. 

 

Jaiver Sánchez es el proyeccionista más antiguo de la Cinemateca de Bogotá ha acompañado cientos de películas para que se hagan realidad frente a nuestros ojos, lleva 11 años de trabajo en la Cinemateca. Oriundo de la ciudad de Neiva, Jaiver es un hombre orgulloso de su mamá quien supo formarlo e inculcarle los valores que lo han acompañado en la vida y le han permitido tener la tenacidad necesaria para “sacar adelante” a la familia.

 

El proyeccionista de la Cinemateca de Bogotá inició sus estudios en el SENA de su ciudad natal como electricista y esta profesión que culmino felizmente, le permitió tiempo después trasladarse a Bogotá. Eso fue hace 25 años, al llegar a la capital ingreso a trabajar a una empresa que presta servicios eléctricos y estando allí le asignaron un servicio a la cabina del cineclub de la Universidad Central hoy conocido como la Sala Fundadores, en ese turno Jaiver era el encargado de alumbrar la sala y arreglar los tacos de la luz de la cabina de proyección y no sospechaba que esa asignación le cambiaría la vida.

 

Ese día, cuenta de manera complacida, quedó impresionado con los proyectores de 35 mm, regreso por unos minutos a su infancia, a sus 8 años, porque su hermano mayor coleccionaba la revista séptimo arte y ese era su único contacto con el cine. Ese día en el cuarto de proyección sintió que quería ser proyeccionista.

 

Terminó su trabajo, y lo hizo tan bien, que en la universidad le ofrecieron empleo. Sin embargo, el sentido de responsabilidad y el agradecimiento por la oportunidad que le habían dado en la empresa de eléctricos le impidió aceptar, le parecía muy pronto. Pero a los 3 meses, el trabajo se complico. Esa fue su oportunidad para regresar y tocar la puerta de la universidad para la vacante que estaba libre.

 

En 1997, Jaiver ingresa a la nomina como electricista y empieza a entender y a aprender el rol de proyeccionista, aunque no fue fácil, pues, los proyeccionistas de la época eran bastante celosos. Así las cosas, la persistencia lo llevó a aprender por medio de la prueba y el error.

 

Hoy, recuerda con mucho cariño la primera película que proyecto en 35 mm, Los amantes del círculo polar, de Julio Medem, con la sala totalmente llena, en el marco de Eurocine, ese fue el comienzo de una historia de 14 años con la universidad. Durante ese tiempo, en la alcaldía de Antanas Mockus, tuvo el primer acercamiento con la Cinemateca Distrital y trabajo en paralelo como proyeccionista de 35 mm para el proyecto Cine al Parque, que tenía como fin llevar películas a las localidades.   

 

En el año 2009, durante un proceso de remodelación, la sede de la Cinemateca se traslado temporalmente a la Universidad Central. En ese momento el director de la Cinemateca era Sergio Becerra, fue él quien lo invito a trabajar allí.  Él nunca lo dudó y aceptó de inmediato la propuesta. Para Jaiver fue como llegar a la cúspide, trabajar en un lugar soñado. Él sabía que las películas que se proyectaban en la Cinemateca eran las mejores.

 

A lo largo de su carrera ha entendido que ser proyeccionista no es solo colocar las películas, si no, tener la expertise necesaria para resolver los problemas que se puedan presentar. Vivió la transición de lo análogo a lo digital y entendió la importancia de evolucionar en el tiempo.

 

Hoy, siendo aún proyeccionista de la Cinemateca, tiene presente el día que proyecto 7 cortometrajes de George Méliès que fueron presentados por la nieta del reconocido director. Así mismo, guarda en su memoria el día que conoció a Abbas Kiarostamí, director iraní, conocido por películas como El sabor de las cerezas o ¿Dónde está la casa de mi amigo?, entre otras. Abbas, quien lo acompañó en la cabina, le manifestó que las películas no culminan cuando el director las finaliza si no cuando el proyeccionista hace una buena proyección. Esa frase no la olvido, “la labor del proyeccionista es silente, nadie sabe quien está detrás”, anota Jaiver.

 

En la Cinemateca de Bogotá lleva 11 años, siendo el proyeccionista más antiguo del equipo, a lo largo de sus 25 años en esta profesión ha podido participar en talleres de apreciación del cine y se ha convertido en un miembro fundamental del equipo que hace posibles ciclos y festivales.

Por eso, hoy en día se considera cinéfilo, amante del cine ruso y colombiano. La película que ha marcado su vida es Los 400 golpes de François Truffaut porque se identifica con el  protagonista de la historia que narra la vida de Antoine Doinel , un joven de catorce años que se ve obligado, no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. De igual manera, le gusta todo del cine que ha podido ver en la Cinemateca.

 

Jaiver Sánchez es un ejemplo palpable de cómo el cine llega sin esperarlo, de cómo puede llegar a cambiar vidas y transformar la visión de la vida de los espectadores. Definitivamente, se podrían hacer varias películas sobre la vida de los proyeccionistas.