Una noche de velitas con música y teatro en miniatura
Al salir de la estación Las Aguas, en dirección al Parque de los Periodistas, en Bogotá, se podían apreciar unas pequeñas cajas decoradas, que llamaban la atención de los transeúntes de la zona. Se trataba de un espacio que había dispuesto el Idartes, en el que tenía lugar una muestra de Teatro Lambe Lambe, mejor conocido como Cajas Mágicas, un lenguaje artístico que, dentro de una caja, recrea un universo de personajes y situaciones.
La intervención artística, que hizo parte de las celebraciones de Navidad que organizó la Alcaldía de Bogotá para estas fechas, estuvo acompañada además de lo que parecían velas humanas; vestidas con telas coloridas y texturas diversas, las cuales deambulaban entre el público, manteniendo el distanciamiento social.
Aquellas cajas, cinco en total, hacían parte de una gran obra, denominada Trazos con manos de mujer. “Son obras inspiradas en mujeres latinoamericanas. Esta caja es sobre Sandra Arce, una ingeniera caleña que inventó un compuesto para regenerar huesos. La técnica que usamos son marionetas y puppies”, señaló Adriana Arias, artista, encargada de la ejecución de una de estas historias de las Cajas Mágicas.
Más adelante, ya en la plaza, sonaba música electrónica, que emanaba de un carpa, donde estaban unas consolas ubicadas en mesa redonda. Mezclaban los Maquineros de Bacatá, una propuesta de instalación musical, dirigida por Mario Galeano, líder del grupo Frente Cumbiero y reconocido músico colombiano.
“Maquineros de Bacatá es un parche de amigos que nos gusta mucho tener máquinas e intentar hacer una electrónica colombianista, latinoamericanista. Y tratar de sumar esas influencias que vienen de Europa, de Estados Unidos, para meterle todo el bagaje de acá. Es algo muy improvisado”, señaló Galeano, luego de tocar para el público que se congregó el pasado 7 de diciembre, noche de velitas, en el Parque de los Periodistas.
Pero las Cajas Mágicas no acababan donde empezó la sesión musical de Los Maquineros de Bacatá, cuya intervención sonora se llevó a cabo por intervalos de tiempo para que la gente disfrutara de la música, pero también de la muestra de teatro en miniatura. Al seguir por la Avenida Jiménez, en dirección a la carrera séptima, podían apreciarse a ambos lados de la estación de Transmilenio Museo del oro, varias muestras más de Lambe Lambe, con historias diversas que hablaban de ciencia, del rol de la mujer, de la libertad, entre otros.
“Mi historia de teatro la construí pensando en la cocina. Es una fábula sobre una mujer que se venga de su esposo porque el diablo se le aparece. Su esposo es machista, y ella le pone picante a su sopa para que se pique. Es una historia muy breve, que en la brevedad busque una reflexión. Esa fue mi excusa: algo cómico que se volviera reflexivo”, dijo Laura Gallo, una de las 30 artistas que llevó a cabo la muestra callejera.
Los transeúntes que aquella noche deambulaban por las calles del centro, a la altura de la Universidad del Rosario, no podían evitar detenerse para observar las cajas intervenidas, con colores fluorescentes, algunas, y otras con formas diversas que rompían el tradicional cuadrado en el que la mayoría piensa cuando imagina una caja. Familias con faroles, vendedores ambulantes y jóvenes departiendo se formaban en fila para apreciar las diversas obras, pues estaban diseñadas para ser disfrutadas por un único espectador. Para mantener el distanciamiento social, había mandalas en el piso, ubicadas a dos metros de distancia entre sí, con la idea de que los grupos de amigos y familiares que allí se dieron cita pintaran con tiza mientras esperaban su turno para disfrutar de las obras en miniatura.
“No conocía el teatro lambe lambe, pero me parece increíble cómo los artistas eran capaces de mover a los personajes miniatura. Muy chévere que se abran este tipo de espacios para temas artísticos poco conocidos”, señaló Eveling Ocampo, una de las curiosas que se acercó a la muestra que abrió el Idartes, que cerró a las 8:00 p.m. con muchas historias y sembró en el público las ganas de conocer más.
Por: Sebastián Hernández Noreña