Los superpoderes del teatro, más allá de la ficción
Han pasado 65 años, muchas historias se escondieron en el silencio, ni el latido del corazón se ha podido escuchar, pero cada parte del cuerpo guarda un recuerdo de lo vivido. Es una tarde de septiembre, el momento ha llegado, es hora de ponerse el mejor traje y salir a escena. María Antonia no había imaginado este día, un público grandioso la esperaba con una sonrisa y las manos levantadas que se movían para aplaudir sigilosamente a esta nueva artista. El silencio ya no importaba, era hora de que su cuerpo hablara.
Junto a ella, otras 15 personas se preparaban con nerviosismo; era la primera vez que sus pies tocarían unas tablas, de esas a las que se creía que solo los grandes actores y actrices podían llegar. Maquillaje, vestuario, luces y sonido, todo estaba listo y el silencio seguía vigente, para ellos. Aparecen en escena dos jóvenes, un hombre y una mujer que no superan los 30 años, eran los intérpretes, la obra comenzaría en contados minutos y el miedo había quedado atrás.
María Antonia, la mujer de 65 años, irradió con su alegría, se conectó con la esencia del momento y cuando bailaba lograba suspender el tiempo. Su discapacidad auditiva no le impidió mantener una mágica expresión durante toda la obra, su cuerpo fue un gran aliado, así como lo es para todas las personas que nacieron en ese silencio absoluto y que usan la lengua de señas como un potenciador del movimiento y, ahora, de la narrativa artística.
Esos son algunos de los recuerdos que vienen a la mente de Diana León cuando se le pregunta por los protagonistas de Superhéroes reales con poderes profundos, la obra presentada en 2019 en el marco del programa Teatro a la Mano, una estrategia del Instituto Distrital de las Artes – Idartes que busca fomentar las prácticas artísticas en la población con discapacidad auditiva y gracias a la cual alrededor de 500 personas han despertado un talento oculto.
Mientras la invade por un instante una mezcla de nostalgia y alegría, también vienen a la mente de Diana los nombres: Rene, un joven con capacidades corporales increíbles y muy comprometido; Oliver, un deportista proveniente del campo ibaguereño; y July, la chica más pila de la clase, que se aventuró a dar un discurso a la mitad de la obra sobre ser superhéroes y la manera cómo las personas sordas sobreviven cada día ante las indiferencias de un mundo que no está diseñado para ellos.
Diana León es una bailarina de danza contemporánea, bogotana y entregada al arte, que a los 31 años se aventuró a dirigir este proyecto de formación creativa, desde la coordinación pedagógica de Teatro a la Mano. En su mente sigue intacto el día en que comenzó la búsqueda de una narrativa que llevara a las personas sordas a una exploración profunda del arte y a una conexión diferente con el mundo; aunque confiesa que al principio fue un proceso difícil, hoy celebra con gratitud el haberle dado luz a una comunidad que estaba invisibilizada.
Pero ella no es la única persona que recuerda a estos grandes superhéroes, su colega y amiga Lorena Lozano, una de las intérpretes de Teatro a la Mano, hace evidente su sonrisa detrás del teléfono, al hablar de María Antonia como la persona más dispuesta del grupo, la que llegaba primero a las clases y la que siempre estuvo muy atenta. “A María no le importaba si no entendía la pauta, ella se inventaba su propia pauta y salía increíble”, recuerda Lorena, mientras celebra esta bella experiencia que marcó un antes y un después en su vida.
Sus palabras ponen en evidencia el conocimiento y la experiencia que tiene en el campo académico y artístico, no solamente por su rol de intérprete, sino porque entrega mente y cuerpo para mediar entre un grupo de personas sordas y oyentes a través de comandos visuales: gestos y movimientos corporales, que reemplazan las metáforas inmersas en el teatro y el lenguaje abstracto que invade los escenarios, bajo una tenue luz y el incomparable sonido de las tablas.
Es un trabajo muy valioso que despierta los sentidos de una población con habilidades diferentes, que a lo largo de los años mantuvo ocultas sus historias y que ahora, gracias al teatro, han podido visibilizar lo que tienen y lo que pueden dar, porque, como dice la artista Gloria Gil, “no somos un papel en blanco, somos una historia que se puede contar a través de las artes escénicas, con un poder de sensibilización frente a lo que somos y a cómo podemos reflejarnos en la sociedad”.
Gloria también hizo parte del equipo creativo de Teatro a la Mano, la estrategia liderada por la Gerencia de Arte Dramático del Idartes; desde su rol administrativo y logístico pudo descubrir que todos los miedos y las inquietudes que oculta el ser humano pueden lanzarse al vacío con el desarrollo de un proceso teatral acorde con la esencia de cada persona porque, sin importar condición, sexo o edad, el teatro es fundamental para la transformación social, para la comunicación asertiva y para lograr abrazarse consigo mismo y con los demás, sin temor y con un respiro de vida profundo.
Estas tres mujeres, artistas y formadoras concuerdan en la idea de que todos tenemos un superpoder. Diana destaca la resiliencia y la transformación, Gloria trae a la mente una capa como símbolo de trabajo colectivo, y Lorena menciona la capacidad de entender y hacerse entender en este mundo diverso.Esos superpoderes hacen parte del ser humano, enriquecen el espíritu, y se convierten en la oportunidad única de sumergir el cuerpo hacia un viaje escénico, donde todos somos reconocidos y tenemos la capacidad de comunicarnos en silencio, porque el arte supera la ficción y va más allá de las limitaciones.
Por Yeimi Díaz Mogollón