René Marie, cuando la música es la vida misma
Cerraba los ojos. Su piel se erizaba. Sonreía. Apenas podía ocultar la emoción.
El público ovacionaba a otras mujeres artistas que se presentaban en la tarima antes que la norteamericana René Marie lo hiciera, esta sábado 22 de septiembre, y ella se mostraba conmovida, porque “estos aplausos y gritos, esa muestra de amor de la gente, es lo más grande que puede pasar en esta carrera, es lo que más vale”.
Y es que este 2018, el Festival Jazz al Parque rinde homenaje al papel de las mujeres en el género, en una fiesta musical que Marie califica como “maravillosa”, ya que “las mujeres somos más delicadas, apasionadas, interpretamos las canciones de una manera muy diferente a los hombres, esto tiene mucho que ver con nuestro sentir, con nuestra sensibilidad”.
Ella, nacida en noviembre de 1955, en una familia de siete hijos en Warrenton, Virginia, creció acompañada de la radio, medio en el que las notas del blues, el folk, el bluegrass y el classical formaron la banda sonora de su infancia.
Cuando cumplió 9, la artista recibió formación en piano por un año. Llegó entonces el divorcio de sus padres, dejó las clases y tomó un nuevo rumbo: se mudó con su madre a Roanoke, Virginia. Durante su adolescencia, cantó en algunas bandas de R & B en funciones musicales en su comunidad. Cantó por primera vez con una banda cuando tenía 15 años.
“Llevo 20 años cantando y todo cambia cada año, mi música cambia, aprendo cosas nuevas, aún no dejo de aprender. Mi vida cambia, las personas a mi alrededor cambian, entonces de todo eso aprendo para seguir interpretando mi música”, precisa Marie.
De acuerdo con la programadora de Jazz al Parque, Janeth Riveros, la carrera de esta música “es particular, porque comenzó a los 42 años, y desde entonces ha cimentado una reputación, no solo como cantante si no también como compositora, arreglista, actriz y maestra”. Explica la experta que René Marie tiene arraigadas las tradiciones del jazz establecidas por Ella Fitzgeral, Dinah Washington y otras mujeres líderes de generaciones pasadas en su música. Dice que toma prestados diversos elementos del folk, R & B e incluso clásicos y country para crear “un cautivador estilo híbrido”. Y así es su escena: la particular improvisación del jazz, con todo lo que tiene de académica esta música, mientras su emocionalidad da notas altas, vuelve a la dulzura de colores no imaginados.
Esto tiene que ver con su vida. Si tiene que describir sus referentes, Marie habla de vivencias, de conexiones místicas con su yo, de una evolución constante como ser humano que la hace reinventarse: “las referencias para mi música son la vida misma, me inspiro en lo que pasa en el día a día, para interpretar mi música. Mi música es un reflejo de mi vida, de la vida de las personas que están a mi alrededor, entonces mi trabajo está marcado por lo que interpreto de tu vida, de la vida de ella, de él, de todos”.
Eligió el jazz porque es su recuerdo sonoro, porque él está presente cada que cierra los ojos y viaja al pasado, a su infancia; está ahí cuando avanza en el tiempo y revive su adolescencia, su adultez, sus amores, sus dolores. Cree que “pudo haber sido cualquier otra música”, pero eligió el jazz “porque fue la música con la que crecí, me recuerdo, siendo niña, escuchando por primera vez los sonidos del jazz y están siempre en mi mente”.
La música de Colombia, dice, “se parece al jazz porque es espontánea, en ello se encuentran los dos sonidos. Así como aprendo todos los días del jazz, he descubierto en los sonidos de la música colombiana nuevas cosas, esta música tiene muchos elementos de la alegría de su gente”.
Concluye reflexionando sobre su herencia ancestral, sobre su raza y la manera en que ve el mundo, motivando a luchar, como en las letras del jazz, por la igualdad, por el respeto y el amor: “el mensaje para la gente negra en el mundo es que debemos mostrarnos más amor, la música es un buen instrumento para amarnos los unos a los otros”.