Las realidades del trabajo de las mujeres en el campo del arte
“Aproveché lo de loca, e insistí en ello para hacer realmente lo que quería. Porque yo sí creo que vivimos en un mundo machista. Y ser escultor y no ser hombre, es muy difícil. Para que la gente me tomara en serio, recurrí a ese truco, porque pensaban: ‘A lo mejor esa loca hace cosas interesantes’. Y creo que esto funcionó”, decía la artista colombiana Feliza Bursztyn (Bogotá, 1933 - París, 1982) en una entrevista para la Revista Vanidades, a finales de la década de 1970, abriendo camino a un debate que, hasta ahora, todavía no ha sido desarrollado lo suficiente: el del trabajo de las mujeres en el campo del arte.
Esta escultora, recordada por series como “Histéricas”, es precisamente uno de los referentes conceptuales que Mónica Eraso, Ana Karina Moreno y Ana María Villate han estudiado durante más de dos decenios, con el ánimo de pensar cómo la mujer ha asumido su labor en el arte, de qué manera ha sido agraviada, qué ha pasado con su papel; como lo presentarán el próximo martes 23 de octubre, a las 10:30 a.m., en el Auditorio Cámara de Comercio de Bogotá, sede Chapinero (ubicado en la calle 67 #8-32), en el Coloquio “No hay doctorado que te salve del Patriarcado”, organizado por la Revista ERRATA#17.
Usted podrá asistir a esta cita académica, con entrada libre, solo realizando una inscripción previa en este enlace.
Sobre “En (vi)cita. Una lectura dramática del trabajo de las mujeres en el campo del arte”, Mónica Eraso explica todo partió de una encuesta que el pasado 2017 hicieron para el medio de comunicación Esfera Pública, “recolectando 70 formularios de mujeres artistas, de teóricas que participan en el campo del arte, haciendo preguntas sobre acoso sexual, discriminación en el trabajo, cómo veían la escena en temas de distribución de género”. Entonces, a partir de ellas, hicieron una intervención en Esfera Pública, básicamente un audio, que dio pie a lo que ahora pondrán en escena en el Coloquio de ERRATA.
“Recogimos algunos de los resultados de estas encuestas y creamos una lectura dramática, sumando otros conocimientos que hemos adquirido en estos años, ya que Ana María y yo hemos venido trabajando sobre feminismo en el arte desde hace 7 años, con voces como la de Feliza Bursztyn, además de otros teóricos, con datos de comienzos del siglo XX hasta la actualidad”.
Con moderación de Diana Ojeda, la sesión iniciará con la puesta en común de esta lectura dramática, en la que además incluyeron “citas de prensa, encuestas con artistas, construyendo un diálogo ficcional, en el que hay un siglo de debates sobre arte y género en Colombia. Una provocación en el primer momento, con más continuidades, discontinuidades de mujeres en posiciones de poder, tratando de hacer un cambio paradigmático; terminando con Carolina Ponce de León, curadora de Arte Cámara 2018, con una posición de reivindicación, ya que está teniendo en Arte Cámara la diferencia de la proporción, siempre ha sido 30% de mujeres y 70% de hombres la participación en este espacio, esta vez, ella tendrá 70% mujeres versus 30% hombres”.
Sobre la mujer en el arte
Una de las cosas que encontraron reiterativa estas investigadoras, que “es un punto que deslegitima la lucha”, es que en el campo del arte hay muchas mujeres gestoras, labor que ha sido una constante, “desde Teresa Cuervo Borda y Gloria Zea, dándose una posición para mujeres de clases altas y relacionadas con la política, como María Paz Gaviria directora de Artbo, que es un trabajo de gestión ligado a la cultura como una continuidad para mantener las tradiciones”. Esto lo ven como un punto positivo, que se torna negativo en cuanto “ayuda a ocultar cómo en el trabajo de artistas y de curadoras las mujeres tienen una participación muchísimo menor”.
“En el campo del arte hay muchas mujeres trabajando propuestas personales, subjetivas, de autoría, que tienen menos visibilidad que los hombres. El tema nisiquiera está muy visibilizado, ya que se ha pensado en el campo del arte como muy progresista, en el que no existen inequidades de género, siendo esto irreal”.
Por otra parte, según Eraso, “las micro agresiones también se dan”. A diferencia de otros campos, el del arte funciona en espacios de socialización, “en el que no está tan claro el límite entre vida social y laboral, hay grandes grados de acoso sexual, un problema que no ha estado demasiado visible, viendo, en los últimos años, que las mujeres sí se preguntan por estos temas, hacen intentos de reivindicación, ahora pueden precisar que esto sucede”.
Otro de los asuntos que han tenido en cuenta en el proceso de creación de su lectura dramática y de otras investigaciones es cómo el debate propuesto sobre si “el del buen arte no tiene género”, pretende ignorar el punto de partida de la obra, a quién la hace y cómo ello influye en todo.
“Esto es algo que está bastante revisado en el arte contemporáneo, ya que uno de los temas más revisados es el del lugar de la subjetividad. Si se trabaja desde la propia identidad, claramente, al tener identidades diferentes haciendo arte, va a ser más rico el campo del arte, que si la única identidad que se está dejando hablar es la de los hombres blancos. En el arte global, el lugar de enunciación es un problema súper trabajado y esto de que el buen arte no tiene raza, no tiene género, ya no puede sostenerse”.
Eraso concluye que siente “que hay un problema cuando empiezan a hacer exposiciones de mujeres artistas, quienes se agrupan solamente por ser mujeres, pero no por temáticas o asuntos que las reúnan, las curadurías podrían ser más interesantes, pensadas de manera diferente que retrospectivas de mujeres artistas, uniendo a una artista conceptual, a una que hace jarrones, a todas. Hay distribuciones bastante elitistas en el arte, pensando que el arte es un lugar progresista por excelencia”.
Estas y otras reflexiones más, usted podrá conocerlas en el Coloquio.