Ximena Argoty en talleres de construcción de títeres
Crónicas

Muñecos, sombras y objetos inspiran otros mundos posibles

A través del teatro de títeres la humanidad se permite jugar, soñar e imaginar, olvidando el tiempo y la distancia.

Como un ejercicio creativo y de reflexión nace el teatro de títeres, un mundo de experiencias entre el artista, el objeto y el espectador que despierta en el ser humano una infinita capacidad de jugar, soñar, imaginar y crear otros mundos posibles a través de los muñecos, las sombras o hasta una hoja de papel que se mueve; es un acontecimiento vivo o, como diría el pintor, escritor y director de teatro, Tadeusz Kantor, es la tensión entre la vida y la muerte que se presenta en el escenario, asombrando a chicos y grandes con mil y una posibilidades de historias para contar.

Y así nace el teatro de títeres en la casa de Ximena Argotty, una maestra en artes escénicas que ha dedicado su vida a la creación de muñecos y objetos animados, desde que en Popayán, su tierra natal, tuvo la oportunidad de participar, al tiempo que estudiaba Ingeniería de Sistemas, en los talleres de construcción de títeres en espuma que se dictaban en la Fundación Tortuga Triste, donde se enamoró de este lenguaje artístico y, con diferentes proyectos teatrales, llevó alegría a una parte de la población más vulnerable del Cauca.

Aunque al llegar a Bogotá para hacer sus estudios universitarios en artes escénicas, Ximena puso un stop al trabajo con los muñecos, en su mente siempre tuvo claro que quería dedicarse al teatro de títeres, sector al que se vinculó formalmente en el año 2010 desde su rol creativo y pedagógico. Desde entonces, su casa se convirtió no solo en un lugar de descanso y encuentro familiar, sino también en una pequeña bodega de escenografía, donde por mucho tiempo reposaron sus obras, seguramente a la espera de una nueva oportunidad para salir a escena.

Han sido muchos años entre encuentros académicos, proyectos de creación y construcción de títeres y objetos animados; su primera misión era enriquecer este universo teatral a través de la experiencia de otros países como Canadá, Argentina y España, donde se tiene un amplío bagaje profesional y el arte de los muñecos siempre ha sido visto con mucho valor escénico y pedagógico; de ahí su decisión de organizar una serie de diplomados que, con el apoyo del Instituto Distrital de las Artes – Idartes, llegaron a cientos de artistas del sector, con temas de dirección escénica, interpretación, diseño de arte y dramaturgia, entre otros.

Lo segundo, era mantener viva la esencia misma del teatro como un acto presencial que involucra a espectadores de diferentes edades porque, pese a que los títeres siempre han sido vinculados con la infancia, se trata de un arte que involucra a toda la humanidad, como lo hacen también la música y la danza. La diferencia, señala Ximena, es que los niños y las niñas están más abiertos al juego y a la capacidad de imaginar, pero cuando los adultos se dan esa posibilidad de soñar pueden asombrarse y conocer otros mundos a través de un teatrino, los títeres en mano prestada, en mesa u otras estéticas que incluso pueden hacer hablar a un tomate, una botella o una hoja de papel.

De eso se trata, de explorar los diferentes fenómenos implícitos en la creación teatral, tan versátil y tan rica, que se traducen en experiencias significativas para los artistas, los objetos y los espectadores; esa es la relación que Ximena busca mantener viva aún cuando el mundo chocó de frente con la necesidad de relacionarse a través de la virtualidad. ¿Dónde queda la esencia misma del teatro como un acto presencial? Transformada a través de mensajes, lágrimas, corazones y caritas que dejan ver que el arte sigue vivo y llegando cada vez a más personas gracias a la tecnología.

Era marzo del 2020, el momento de repensar la profesión para seguir compartiendo experiencias creativas; los muñecos que por años permanecieron en la bodega de la maestra Ximena tenían la oportunidad de salir nuevamente a escena, transformados; su casa ahora sería también el escenario perfecto para llegar a los hogares colombianos y, quizá, del mundo entero con un repertorio de obras fascinantes, muchas de las cuales han ganado becas del Programa Distrital de Estímulos del Idartes, principalmente relacionadas con la creación en artes escénicas para la primera infancia.

Comenzaba un nuevo reto, mucho material para explotar y algunos escritos para desempolvar; el apoyo de su esposo como artista plástico y de su sobrina como asistente de producción de la Corporación CRIA Espiritrompa que Ximena creó años atrás y ha participado en el Festival de Teatro de Bogotá, eran claves para empezar a trabajar desde casa y llevar el arte a través de lenguajes virtuales. Telas recicladas, luces, escenografía, todo lo que había en casa sirvió para crear la primera obra presentada en el marco del Día Internacional del Teatro, el pasado 27 de marzo, cuando ya los bogotanos no podían salir a las calles.

Al principio, recuerda Ximena, fue muy extraño presentar una obra en un espacio vacío, ¿dónde estaba su amado público? Solo una cámara la acompañaba, no podía ver a los espectadores en vivo, moviendo sus sillas, gritando y sonriendo, fue un choque muy fuerte que desencadenó en una tristeza profunda y lágrimas que inundaron su rostro después de la función. Una vez en calma, tuvo tiempo para identificar las reacciones de su nuevo público virtual, decenas de mensajes y emoticones dejaban en evidencia el impacto de su presentación, era una nueva manera de comunicación que empezaba a funcionar.

A partir de entonces, el llanto de Ximena se convirtió en alegría; al conocer las ventajas de la virtualidad supo que llegaría a más personas de las que normalmente podía, era una oportunidad para acercase a gran parte de la humanidad y seguir cumpliendo su misión de enriquecer el universo teatral. Las cámaras se volvieron su mejor aliado, ahora no solo transmitía sus obras sino que, a través del Facebook @espiritrompateatro, abrió nuevos espacios para la creación con talleres virtuales para la construcción de títeres en espuma y muñecos bocones, que se convierten luego en personajes para contar nuevas historias.

No ha sido un trabajo fácil, pero si muy gratificante. Hoy Ximena celebra la oportunidad que le ha dado la vida con la virtualidad, en momentos en que el ser humano ha perdido contacto; pero la distancia es cada vez menor, ahora en sus clases participan incluso artistas de regiones apartadas de la capital, como Caquetá y Putumayo, con quienes se encuentra todos los sábados para seguir creando. Con obras como Sueños del agua ha podido celebrar fechas especiales con familias enteras, quienes a través de videos y fotografías comparten esta maravillosa experiencia, mientras que explora nuevas posibilidades para seguir brindando al mundo, sin desfallecer, un ejercicio creativo y de reflexión que nace en el teatro de títeres.

Por Yeimi Díaz Mogollón

Fotos de Corporación CRIA Espiritrompa