El metal, un género que vibra entre lo estético y lo psicosocial
Habían pasado cerca de 20 años desde que las baterías se volvieron más potentes para transformar el rock, las voces de los cantantes se agudizaron mientras su vestimenta oscurecía y el sonido distorsionado de las guitarras eléctricas se había robado la atención de los ingleses; grupos como Deep Purple y Black Sabbath eran los protagonistas de la época. Comenzaba la década de los ochenta cuando el metal llegó a Colombia, algo vetado por el catolicismo, y Germán Gómez Eslava, quien era apenas un adolescente, tomó este nuevo género musical como parte de su vida y como un elemento que le ayudaba a tener una perspectiva más crítica frente a la sociedad.
Así lo recuerda este hombre bogotano cuando se le pregunta por su indudable pasión por el metal, el género que se ha dedicado a estudiar más allá de voces, ritmos y sonidos, para demostrar cómo la música genera unas estructuras mentales que hacen reflexionar y ver más allá de lo evidente. Germán nunca quiso ser músico, sus intentos en una banda que conformó junto con algunos de sus amigos en un barrio al norte de la ciudad, le hicieron ver que no era lo suyo, al menos no desde el punto de vista artístico; pero su inquietante interés por profundizar en las subjetividades del ser humano, basado en las premisas históricas de la música metal, lo llevó a estudiar sociología en la Universidad Nacional.
Y es que en sus inicios, explica Germán, la visión de las canciones del metal y las carátulas de los discos que fielmente representan cadáveres, anticristos, diablos e imágenes muy fuertes, entraban en puja con los valores transmitidos por la sociedad colombiana, tradicionalmente católica; imaginario que se ha ido transformando con el paso de los años, así como lo ha hecho este género musical en la capital, lo cual se refleja en su proyecto La ciudad de los gritos: La Historia Musical del Metal en Bogotá, con el que ganó la Beca de investigación en música que hace parte del Portafolio de Estímulos de la Gerencia de Música del Instituto Distrital de las Artes – Idartes.
Esta idea nació en una de sus visitas a una tienda de la ciudad, a donde fue para dotar su colección discográfica y comprar otras tantas camisetas de grupos alusivos al metal. Encontrarse en aquel lugar con varios de sus amigos y decenas de amantes de la música, fue lo que hizo explotar su mente con un mar de ideas alrededor de las situaciones, algunas complicadas, que se viven en medio de este apasionamiento. La página web del Idartes fue el camino para buscar la oportunidad de documentar la manera cómo ha cambiado esta escena musical desde que se comenzó a vivir en Bogotá y hasta esta época.
El protagonista del proyecto es Helías Olmos, un hombre que ha transitado por distintas bandas y que con su vida y obra permite contar cómo los músicos construyen la fuerza del metal en Colombia e incluso en Latinoamérica, siendo personas que se ven abocadas a no poder vivir de esta actividad. Esto quiere decir, según Germán, que el metalero es un romántico de su arte, afirmación que materializa en un documental de cuatro capítulos que comienza con Helías como la voz central, para abrir una perspectiva narrativa al trabajo de bandas de la talla de Herejía, Darkness, Ingrand y Neurosis, entre otras.
En ese transitar histórico, que tiene hasta el momento alrededor de 80 páginas, se puede leer el metal como un hecho muy significativo de la música en la capital colombiana, a pesar de los estigmas que por años han estado alrededor del género. Se menciona, por ejemplo, su aporte en el surgimiento y la consolidación de Rock al Parque; pero también abre paso a un análisis profundo de la construcción de subjetividades alrededor del ser metalero, es decir, las derivaciones estéticas y sociales relacionadas con el gusto musical.
Germán recuerda que cuando tuvo la oportunidad de acercase a la música gracias a la influencia de su hermano Miguel y algunos amigos, dio un giro radical a su apariencia física, usando ropa negra con taches, mientras su pelo se hacía cada vez más largo. Esa es una de las subjetividades de las que habla en la investigación y, más allá de lo estético, se analiza también cómo las personas, al igual que él, han escogido el metal para terminar de configurar su aspecto psicosocial, que forma la personalidad e invita a vivir el mundo de una manera diferente o al menos específica.
La investigación continúa buscando en lo más profundo de cada sonido, cada letra y cada representación humana, lo que trae consigo el metal que ha logrado calar fuertemente en los factores socioculturales de Colombia. Este proyecto, sin duda, ha confrontado la labor del sociólogo que hoy celebra la oportunidad de encontrarse con el campo de la música desde una perspectiva diferente, que incluye nuevos retos como el acercamiento a la realización audiovisual, a través del documental que será producto de su investigación.
Sintetizar ese montón de palabras y datos en unos pocos minutos no será nada fácil, pero vale la pena porque, como asegura, logrará impactar a personas con un recuento muy interesante que aporta no solo a la ciudad sino a la sociología como ciencia, con una visión muy humana del metal en Bogotá. Ese fue su objetivo cuando decidió postularse en el año 2019 a la Beca de investigación en música del Idartes, que este año convoca a mujeres investigadoras a desarrollar un trabajo orientado a temáticas del campo musical y relacionado con cualquier género, a excepción de la música académica, sinfónica y el canto lírico.
La invitación de Germán es para que los bogotanos sigan investigando la música, una práctica artística donde se puede encontrar, más allá de la virtud que tienen los músicos, una cantidad de información, experiencias e historias de vida que permiten construir la sociedad porque, como señala “detrás de un álbum o un grupo exitoso hay toda una serie de expectativas y sueños por descubrir”.