El gigante de la Feria del Libro

El gigante de la Feria del Libro

Cientos de miradas y de sonrisas se robó el gigante de la FILBo, uno de los protagonistas en esta fiesta literaria.

Como si fuera un amanecer que emerge del suelo, poco a poco una enorme figura verde con anaranjado se va levantando ante las miradas de asombro de niños y adultos que interrumpen su caminata por la Feria Internacional del Libro de Bogotá, para ver al gran gigante que se despliega y se hace cada vez más grande. Los helados se derriten en las manos, los niños elevan un suspiro de asombro como si estuvieran en un cuento de personajes fantásticos, los padres como en un acto inconsciente, ponen sus manos como viseras en sus ojos para cubrirse del sol mientras van levantando la cabeza a medida que el gigante amarillo se incorpora.

Un grito de alegría, como los que explotan cuando dos viejos amigos se encuentran, saca de su estado de asombro a los cientos de espectadores que han observado el despertar de este gigante. Santi, como le dice su mamá, corre entonces,  a la entrada del gran gigante, la cueva como él le llama a este Nido Itinerante y se dispone a esperar, él ya conoce la mecánica para poder disfrutar de su amigo. Santiago de 4 años ya conocía la experiencia de entrar a la cueva, se habían encontrado ya dos veces en otros lugares de Bogotá.

“Me gustan las historias, los juegos y los cantos”, comenta Santi con mucha emoción, saltando en su puesto, ya dentro de su cueva, como quien espera una sorpresa.

Ivon Angarita mamá de Santi comenta “Santiago quedó flechado con su cueva desde que la conoció el año pasado, habíamos estado en ella en el Festival Crea y en Al Parque con mi Pá, he estado con mis hijos en estos dos eventos” y agrega “a cada espacio que vamos él pregunta por su cueva, le gusta, disfruta y dibuja cada vez que puede sobre lo que se le queda en la cabeza después de que sale de una experiencia”.

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Finalmente después de algunos minutos, con siete metros de alto y forma de iglú, queda en pie este gran amigo, este gigante que se prepara para abrir su puerta y recibir a los niños junto con sus padres y/o acompañantes para disfrutar de una historia, un canto, un viaje con personajes que invitan a dejar volar la imaginación. El Nido Itinerante.

A puerta cerrada dentro de este Nido Itinerante, el revoloteo de personajes sacados de la imaginación de los niños se siente por todo lado, como hormigas trabajadoras los encargados ambientan rápidamente el espacio para recibir a los invitados especiales, la sonrisa hace parte de ellos.

Todo está listo, las mariposas no solo se sienten en las barrigas de los artistas que se encuentran dentro de este Nido Itinerante, las mariposas y el vacío en el estómago están presentes en los niños que no saben con que se encontrarán, qué aventura vivirán este día y que llevarán a la casa para contarle a sus padres o compañeros.

La fila es suficientemente larga, no todos alcanzarán a entrar a ver esta aventura, tendrán que esperar un rato más. “Vamos a entrar ordenadamente”, indica uno de los personajes mientras la fila se organiza. Uno por uno van entrando y se van acomodando, los niños se sientan y escanean el lugar minuciosamente, ya sus mentes están creando historias fantásticas.

Color, texturas, sonrisas, juegos y mucha diversión es lo que se vive dentro de este gran gigante, los niños y adultos de afuera con mucha expectativa se emocionan cada vez que escuchan una carcajada de los que están adentro. Ellos ya quieren entrar.

Nidos  Arte en primera Infancia

Y es que no es para menos, este Nido Itinerante es tan solo uno de los que se levantan en Bogotá, han llegado a todas las localidades de la ciudad acercando el arte a la primera infancia a través de experiencias artísticas.

Los más pequeños van saliendo y unos corren para hacer la fila de nuevo, quieren sumergirse una vez más a este mundo de fantasía en el que no solamente ellos disfrutan, también los adultos se convierten en niños.

“Me gusta poder venir a la Feria del Libro y encontrarme con este gigante, que nos permite a nosotros como padres compartir con nuestros hijos y acercarlos a las artes de una forma que se les quedará en su corazón”, señala Yolanda Rodríguez, mamá de Jerónimo de 5 años y quien tuvo su primer encuentro con el Nido Itinerante. 

“Chao cueva”, se despide Santi de su amigo y abraza a la mamá como en agradecimiento por vivir una aventura una vez más, y es que seguramente estos dos amigos se reencontrarán en el lugar menos pensado para volver a jugar un rato más, por que este gran gigante ya está preparando su próxima aventura.