En la guerra y en el amor, todo se vale
Diego Montenegro ingresó a Crea con la ilusión de conquistar a una joven que le parecía atractiva y aunque la chica nunca cedió a sus encantos, en el proceso encontró un mejor amor, el amor al arte
Hace poco más de seis años, cuando aún estaba en el colegio, Diego Montenegro solía observar a lo lejos a Valeria*, una joven que con tan solo doce años, le había arrebatado el corazón. Como era muy tímido, nunca se atrevió a invitarla a salir o a hablarle siquiera.
Un día la escuchó decir que se inscribiría a un taller de teatro en uno de los CLAN** de la localidad de Rafael Uribe Uribe, así que Diego tuvo una grandiosa idea: si asistía a estas actividades extracurriculares con ella, tal vez podría romper el hielo, conocerla un poco más y por qué no, enamorarla.
Fue así como un martes en la tarde, se dirigió al centro de formación Gustavo Restrepo de la localidad número 18 de Bogotá para llevar a cabo su plan. “Cuando fui no había nadie que yo conociera, pero el ambiente, la fraternidad de la artista formadora me hicieron quedar”, recuerda Montenegro.
Y es que efectivamente, Valeria* no llegó a la clase de teatro y aunque Diego decidió asistir una semana más con la ilusión de ver a su amor platónico, la joven jamás se inscribió en los talleres de formación. “Me quedé una semana a probar y después me quedó gustando”, dice el ahora aspirante a comunicador social.
De hecho, le quedó gustando tanto, que empezó a hacer parte de La Rosca, un colectivo teatral que hace parte de los procesos de formación de la línea de Impulso Colectivo del Programa Crea del Instituto Distrital de las Artes – Idartes.
Esta agrupación ha realizado procesos de formación teatral interdisciplinar con la música, la danza y las plásticas y ha realizado montajes teatrales en formatos para calle, sala y comparsas.
Así, durante seis años, Diego Montenegro ha sido miembro activo de La Roca y más que por los eventos de circulación a nivel local y distrital y la alegría de saberse parte de un colectivo que ha sido merecedor de varios reconocimientos, por la calidez humana de sus compañeros.
“Cuando comenzamos, éramos unos niños, teníamos máximo 14 años y hemos aprendido a hacer juntos. Esto más que un grupo, es una familia”, afirma Montenegro quien además hace hincapié en la labor de la artista formadora Erika Gónzalez. “Es una muy buena persona, en mi caso particular ha sido una segunda mamá. Me ha ayudado a superar todos esos vacíos o esas falencias que tenía cuando era chiquito y me ha ayudado a cambiar mi manera de pensar”.
Y es que el joven que ahora tiene 18 años, afirma que su entorno no era el más sano y que ser parte del Programa Crea le ha permitido ver la vida desde diferentes perspectivas. “En un momento pensaba que era solo el momento y vivirlo y hacer las cosas porque sí pero siento que uno tiene que pensarse más a futuro y en eso me ha ayudado el Crea”, dice.
Actualmente Diego Montenegro estudia comunicación social en la Universidad Distrital y desea ser un agente de cambio social. “Me considero una persona soñadora y que quiere cambiar algo… Que quiere a través del arte, de la comunicación en todo el sentido de la palabra, abordar la gente que lo necesita y por medio del arte ser un instrumento transformador de sociedad”.
Finalmente, cuando le preguntan por Valeria* sonrie, pues la joven se cambió de colegio al poco tiempo que él ingresara a las clases de teatro y jamás volvió a saber de ella pero, aunque nunca pudo entablar con ella una relación, la recuerda con gran cariño, pues le permitió conocer gente maravillosa y hacer amistades inolvidables.
*Nombre cambiado a petición del entrevistado
** El Programa Crea antes conocido como CLAN