Imagen de la puesta en escena de La casa de Bernarda Alba de Stigma Teatro
Crónicas

Cuando García Lorca predijo el 2020

Cuando Stigma Teatro llevó a escena La casa de Bernarda Alba, jamás imaginó que esta obra se convertiría en una predicción del 2020.

 

“Nos preguntábamos cómo se comportaría un cuerpo encerrado en una casa (…) pensábamos en cómo el confinamiento reflejaría en nuestros cuerpos las ausencias, la impronta que va dejando la vida, las emociones, las tensiones y distensiones musculares (…)”, recuerda William Núñez. 

Las respuestas llegaron al poco tiempo. “El cuerpo confinado es un cuerpo que atan en su movilidad y ese cuerpo atado es un cúmulo porque las emociones no paran, las emociones son continuas, la sangre no se detiene, los músculos no se detienen (…) ese confinamiento hace que las emociones se crispen, se abulten, se represen”, dice el artista formador de 61 años. 

Aunque estas reflexiones parecen describir a la perfección la coyuntura actual, lo cierto es que se dieron en el año 2019 cuando William Núñez y Stigma Teatro del Crea Suba Centro decidieron llevar a escena la reconocida obra de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba. 

En esta obra teatral de tres actos, el español despliega un vasto universo significativo y simbólico que gira en torno al concepto de libertad. El argumento es desarrollado a través de Bernarda Alba, quien tras la muerte de su segundo esposo, se recluye e impone un luto riguroso y asfixiante por ocho años, prohibiendo a sus cinco hijas  que salgan a la calle.

Pese a que en la obra de García Lorca interactúan ocho mujeres, en el montaje realizado por Stigma Teatro, fue adaptada para seis. “Se conformaron dos conjuntos de participantes, es decir, que éramos doce, pero de alguna manera había un grupo itinerante y uno estable. Al principio era mixto pero los más migrantes eran los hombres y de alguna manera se fue configurando un grupo de mujeres (desde los 14 hasta los 26 años) muy fuerte en torno a las propuestas del taller que se iban dando”, explica el artista formador William Núñez, quien trabaja con Stigma Teatro. 

En cuanto a la selección de La casa de Bernarda Alba sobre otras piezas del teatro, William declara que siempre el eje central de reflexión fue el cuerpo y cómo afinarlo para ‘prestárselo’ a un personaje. 

“Leímos muchísimas obras y ellas decidieron que ese texto era muy difícil pero que les gustaba mucho porque pese a que era viejo (1954), trascendía mucho más allá de mostrar la angustia de un pueblo. Presentaba también un cuerpo aislado, confinado, obstruido, sensible, vibrante (…) un cuerpo que quería la libertad”, afirma el artista formador.

 

El proceso de adaptación de la obra fue tan exitoso, que La casa de Bernarda Alba de  Stigma Teatro, fue galardonada con el Premio a Mejor Propuesta Sonora en la segunda edición del Festival Creadores a la Escena, el proyecto de circulación del área de arte dramático del Programa Crea

Y es que para Núñez, el gran poder del arte dramático reside en que “es una herramienta, un conjunto de posibilidades que le ayudan a uno a mirarse y a construir el ser. El ser siempre se está haciendo, uno se va transformando, se va eligiendo o se va marginando. El teatro lo que hace es visualizarle a uno las debilidades y los aciertos”, indica. 

Precisamente por ello, en esta época de confinamiento, el artista formador cree que es indispensable seguir relacionándose con las artes, pues a través de ellas es posible dejar volar la imaginación para hacerle frente al encierro físico y además tratar algunos malestares corporales y emocionales que se presentan en estas circunstancias.

“El confinamiento hace sentir un deseo de libertad un poco más fuerte que cuando se está afuera y la dimensión de la libertad, la opresión, la economía, las emociones y la soledad, cambia. Y como decía algún poeta: uno lo que hace es compartir soledades y en confinamiento lo que se comparte son soledades”, dice William Núñez. 

De la misma manera, explica que el cuerpo en su dimensión física también se ve afectado cuando está obligado a permanecer aislado por largos periodos de tiempo. “Los movimientos generalmente se comprimen, se hacen hacia adentro o se vuelven más pequeños, ósea se minimizan (…) así como el confinamiento refleja el meterse en sí mismos y ocupar muy poco espacio como si se estuviera amarrado, los movimientos se vuelven más precarios: la respiración se hace más corta, el corazón late más lento, es como si se convocara de alguna manera la muerte”, dice Núñez.

De hecho, el artista formador reconoce que incluso en un futuro, cuando puedan retomarse las labores diarias con normalidad, el cuerpo conservará algunos vestigios de estos largos periodos de aislamiento. 

“Nos va a quedar ese sello de este confinamiento porque nos van a quedar jorobas, gordos, tristezas metidas en nuestros pómulos, alegrías, recuerdos metidos en nuestros párpados, músicas metidas en nuestros oídos. Yo creo que el confinamiento lo que deja es esa impronta de la nostalgia de lo vivido y esa nostalgia de lo por vivir o lo por dejado de vivir”, sentencia. 

Finalmente, ante el desasosiego que puede inundar los días, William Núñez dice que no todo está perdido y que esta experiencia también tiene un lado positivo, “Nos queda la imaginación y reinventarnos”, afirma William.  

Y es que precisamente allí, radica la importancia de la labor de los artistas formadores, pues son ellos quienes pueden ayudar a otros a hacer más llevadera la vida en encierro. “Nosotros los artistas formadores lo que planteamos a través de lo virtual es esa sensibilidad, que a pesar de todo lo que nos toca y no queríamos, podamos ayudar  a crear otros mundos posibles y otras añoranzas”, explica. 

Y es que tanto el artista formador como los integrantes de Stigma Teatro, no dudaron nunca en continuar con los procesos que estaban adelantando en arte dramático en el Crea Suba Centro. Así que pese al cierre temporal de los 20 Centros de Formación Crea, a través del aula virtual el grupo ha permanecido en contacto y ha ideado la manera de seguir creando sin mayores contratiempos. 

Actualmente están trabajando con la deconstrucción de la obra La casa de Bernarda Alba. “Decidimos desmontarla, cómo sería una Bernarda al contrario, una mujer que en lugar de ser la potencia de la casa, sean las hijas quienes la manipulan y la vuelven casi que la criada”, cuenta Núñez. 

William invita a las personas a que se inscriban, en Creaencasa.idartes.gov.co , a los más de 57 cursos en creación literaria, música, audiovisuales, danza, arte dramático, artes plásticas y artes electrónicas, que el Programa Crea ofrece de manera gratuita para toda la ciudadanía, pues insiste en que en épocas difíciles es cuando más imprescindible se hace el arte. 

Y por ello, finalmente y desde su experticia, le recuerda a todos los ciudadanos los beneficios que pueden obtener del arte dramático en estas circunstancias. 

 “El teatro es una herramienta para reinventarnos y posibilitar una dimensión mágica para que esa imaginación de lo que no podamos ser, nos permita habitar otros espacios y otros mundos. El teatro es muy sabio y nos enseña que la restricción hace la posibilidad de sentir la libertad, de conquistar mundos nuevos, de imaginar mundos diferentes, de transformarnos, de volar aunque estemos amarrados”, finaliza William Núñez.