Voluntarios Idartes 5
Crónicas

Los corazones agradecidos

Lea la última parte de la crónica sobre la participación de los voluntarios del Idartes en el programa de Bogotá Solidaria.

Esta es la última entrega de la participación de los voluntarios del Idartes en el programa de Bogotá Solidaria.

Desde que se declaró la emergencia sanitaria por el COVID-19, la Alcaldía Mayor de Bogotá inició una estrategia que garantizara el bienestar de todos los ciudadanos que se encuentran en condición de pobreza y vulnerabilidad en el periodo de cuarentena. Así nació Bogotá Solidaria, una iniciativa que tiene como objetivo entregar ayudas monetarias y en especie a casi 500.000 familias de la ciudad.

Durante todo el mes de abril, alrededor de 90 servidores y funcionarios del Idartes participaron de extenuantes jornadas en diferentes localidades de Bogotá para caracterizar a la población en estado de necesidad y posteriormente entregar los auxilios. Este es el relato de dos servidores que participaron de las entregas entre los días 17 y 19 de abril.

Agradecer a pesar de

Diego Alexander Caicedo, gestor territorial del programa Crea, fue el coordinador de estas jornadas. Para él, una de las cosas más dicientes de esta coyuntura fue lo que presenció en el barrio Potosí de la localidad de Ciudad Bolívar. “Estábamos entregando los mercados y nos encontramos con una adulta mayor de 82 años, estuvimos esperando varios minutos fuera de su casa mientras tocábamos la puerta. Los vecinos nos decían que estaba sola. Uno no alcanza a dimensionar el grado de vulnerabilidad y de hambre que se vive al interior de estas casas”, cuenta.

Voluntaria Idartes hablando con beneficiaria
Foto tomada por Diego Alexander Caicedo.

 

La adversidad llegó cuando, en medio de la entrega de las ayudas en la localidad de Usme, se presentaron bloqueos. Eso implicó que los voluntarios ingresaran a ciertas cuadras y a otras no. “Era difícil explicarles que por nuestro recurso humano no era posible entregarles todas las ayudas un mismo día, que tocaba por sectores. Que seguramente el siguiente día o pasado mañana estaríamos llegando al barrio. Eso fue complejo”, dice Diego.

Mientras en unos barrios se vivieron situaciones tensas, en el barrio La Esperanza, los habitantes prendieron la alarma comunitaria en señal de agradecimiento. Para los voluntarios fue una señal de lo que significa dar y recibir.

Una imagen para siempre

El 19 de abril fue el turno de la localidad de La Candelaria. Como todos los días, hubo recuerdos memorables para los voluntarios. “Una señora de la tercera edad, que vivía sola, llamó mi atención. Cuando golpeé en su casa y la vi con su cabello blanco, en un entorno humilde, como en el que yo crecí, y ver en sus ojos esa felicidad de ver que estábamos allí, logró generar en mí una sensación de ternura y agradecimiento. Me recordó a mi madre. Ahí es donde uno entiende que esta labor vale la pena”, cuenta Jhon Jairo Mendoza, miembro del equipo administrativo de Crea y quien estuvo también en la primera etapa de esta generosa y valiente labor.

Voluntario de Idartes con beneficiaria.
Foto tomada por los voluntarios.

 

Para Jhon Jairo, en sus palabras, lo más bonito de esta experiencia fue todo. “Cuando uno pone el corazón en lo que se hace, cuando uno es consciente de este tipo de trabajo, todo es bonito. Esa sensación de satisfacción, de gratitud y de tranquilidad cuando uno llega a casa en la noche cansado, quemado por el sol y agotado, pero con el corazón hinchado de alegría de saber que fue un día en el que logró ayudar a muchas personas. El recordar cada cara y cada gesto de agradecimiento es la mejor recompensa. Ese es el mejor recuerdo”, dice Jhon.

El seguimiento

Después del voluntariado, cada participante ha sido monitoreado por un equipo del Idartes usando WhatsApp y llamadas, también por la Secretaría de Hábitat a través de la línea 195. Mientras continúe el estado de emergencia, la Alcaldía Mayor de Bogotá seguirá convocando voluntarios semana a semana. Muchos más corazones se necesitarán para minimizar los efectos de esta coyuntura. El Idartes continúa comprometido con esa labor.

Por Tania Calderón.