El confinamiento, la investigación literaria y el largo aliento
Las rutinas diarias de Carlos Fino son extensas. Al escucharlo hablar se pueden calibrar el rigor de sus horarios y los diez años que ha dedicado a fortalecerlos; también las madrugadas en las que ha amanecido leyendo, escribiendo. En estas líneas existe un subtexto: confinamiento, una acción que en su trayectoria como artista ha sido una constante opcional, y que hoy, a pesar del carácter obligatorio que ha recaído en ella, su significado le es invariable.
Su nombre completo es Carlos Orlando Fino Gómez, nació en 1986. Entre los premios más recientes que ha ganado destaca la Beca de investigación en literatura del Instituto Distrital de las Artes - Idartes de 2019. La obtuvo con su trabajo Estética del modernismo bogotano en sus revistas culturales. Solo en la primera parte de su producción ––entre 2016 y 2017–– revisó en total casi siete años de publicaciones editoriales de las revistas Gris, La Gruta y Revista Contemporánea. Esto quiere decir que permaneció largas horas en bibliotecas. En su estudio. Con sus ojos fijos en una pantalla o en un papel. Confinado.
Le pregunto por la recurrencia del modernismo en su obra. Hace una aclaración: es un tema que resuena en su investigación, sí, pero su principal interés es la estética latinoamericana, un área de conocimiento a la que él se refiere anteponiendo la apócope “gran”, o sea: una gran área de conocimiento. Sin embargo, el modernismo bogotano es el que ocupa el lugar más trascendental de su trabajo.
Argumenta que su importancia está en que “es uno de los primeros movimientos artísticos colombianos que tiene relevancia internacional. Por primera vez un movimiento en conjunto, en el que tanto poetas como pensadores fueron publicados en Europa”. Además, de acuerdo con Carlos Fino, se generó cierto diálogo equitativo con la intelectualidad del viejo continente. Añade que se dieron avances en el uso del castellano, y ejemplifica con la obra de José Asunción Silva, en la que, continúa: “hubo cromatismo y musicalidad en sus textos, no solo en verso sino en prosa”.
El confinamiento no lo ha afectado. Está acostumbrado a su casa ––su centro de investigación––. No le hacen falta casi elementos del mundo exterior, a excepción de las bibliotecas y los centros de investigación. Agradece tener que prescindir del transporte público y las distancias que recorre en él. Esta dinámica lo agota, dice. Le quita tiempo de investigación, intuye uno. Para la Estética del modernismo bogotano en sus revistas culturales su aproximación incluyó el análisis de entre 5.000 y 6.000 ejemplares. Esto quiere decir que su trabajo no se limitó a, por ejemplo, catalogar, sino que analizó el argumento estético de las ediciones y las discusiones que ahí aparecían. Este resultado pudo obtenerlo a partir de la reclusión, del trabajo metódico.
Pregunté también sobre la incertidumbre, a lo que Carlos Fino contestó: “Esta pandemia tiene unas particularidades. Hay consciencia y técnicas de autocuidado. No tengo tanta incertidumbre en este sentido”. ¿Sobre cómo mantiene el optimismo?, dice: “Los artistas tenemos en el oficio un poderío grande”. Completó diciendo que al levantarse y tener un proyecto que realizar “se mantiene la cabeza ocupada, los sentimientos, el corazón…, esto ayuda con el miedo y a desintoxicarnos de noticias negativas. El oficio de la creatividad juega un rol importante en los aspectos psicológicos”.
En 2012 ganó el Premio de Periodismo Cultural y Crítica para las artes del Instituto Distrital de las Artes - Idartes. En 2016 también se hizo a la Beca para proyectos de investigación en literatura (el mismo que repitió en 2019). Para Carlos Fino estos estímulos son pilar de su investigación, pues su labor es de largo aliento: “No se realiza en meses, se necesitan varios años”. Se requiere casi que dedicación exclusiva para abordar, analizar y escribir volúmenes de información inmensos como los que él produce. Remata con que estos estímulos son, de hecho, “fundamentales para la investigación literaria en Colombia”.
Carlos alterna su trabajo investigativo con la docencia. Ambas ejecutadas ––sí–– desde la reclusión. Cuenta que preparar clases se ha vuelto dispendioso, pues tiene que digitalizar material para compartir a sus estudiantes. Esto se ha vuelto un tarea extra en su rutina, sin embargo es también un tema interesante: hay muchos materiales académicos que no están digitalizados, pero los tiempos de confinamiento han hecho que crear una versión virtual de ellos sea una prioridad, de lo contrario no tendría cómo sustentarse parte de su trabajo. Unas por otras, podría pensar Carlos Fino.
Actualmente en su rutina diaria, en la que hay hasta tres horas dedicadas a la actividad física, continúa investigando sobre la estética del modernismo latinoamericano. Ambos proyectos, el que ganó en 2016 y el de 2019, están vivos: los sigue alimentando con materiales más pequeños. Él mismo lo dijo: su trabajo es de largo aliento.
Carlos Orlando Fino Gómez es profesional en Estudios Literarios (2010). Es Magíster en Historia y Teoría del Arte, la Arquitectura y la Ciudad (2012), con tesis laureada de la Universidad Nacional de Colombia. Es candidato a doctor en Arte y Arquitectura. Es el ganador más joven (27 años) de la historia del premio Casa de las Américas en Ensayo artístico-literario (2014) por su obra José Lezama Lima: estética e historiografía del arte en su obra crítica.
Por David Escobar De Lavalle