Los conceptos de Gabriel Zea
Uno de los ocho nominados al X Premio Luis Caballero, que será entregado el próximo 2019 por la Alcaldía de Bogotá, es Gabriel Zea. Él habló de su trayectoria y adelantó detalles del proyecto Monumento al tornillo desconocido que instalará en el Monumento a los Héroes para competir por este galardón de tipo bienal.
Yo me tragué una luna de hierro
Ellos la llamaban tornillo
Yo me tragué desechos industriales y formas de desempleo
Doblado sobre máquinas
Nuestra juventud murió joven
Yo me tragué el trabajo
Yo me tragué la pobreza
Yo me tragué puentes peatonales
Yo me tragué esta vida corroída.
Xu Lizhi. Yo me tragué una luna de hierro
Quizás no todo el mundo tiene claro quién es Xu Lizhi. Quizás no todo el mundo tenga claro que hay un movimiento de poetas-obreros. Sí, poetas-obreros, hombres y mujeres que agotan sus días en fábricas y encuentran en la poesía paz para sus dolidas almas.
Quizás no todo el mundo tenga claro que las condiciones de los trabajadores en Asia son la peores y que allá a veces ni siquiera marchan porque se dieron cuenta que en el capitalismo poco le importa, que poco le importa al amo el sol que le quema el rostro a sus esclavos modernos. Quizás, solo quizás.
Lo real es que hay un artista de Bogotá, nacido en 1981, llamado Gabriel Zea, quien sí tiene todo aquello claro y más. Él ha llegado a lecturas impensadas, autores, reflexiones y conceptos que otros no tocan, porque es inquieto y siempre decide mirar un punto más allá de sus fronteras geográficas, conceptuales y formales a la hora de abordar el tema del trabajo.
Zea estudió Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Colombia y complementó ese pregrado con una Maestría en Tecnología y Estética de las Artes Electrónicas en la Universidad Nacional Tres de Febrero en Buenos Aires (Argentina).
Es un hombre de lecturas y elecciones lejanas del bestseller. Precisamente Xu Lizhi y su poema Yo me tragué una luna de hierro son parte de los referentes de Monumento al tornillo desconocido, proyecto con el que fue nominado al X Premio Luis Caballero de la Alcaldía de Bogotá.
Básicamente, Zea creará en vivo un monumento, que será más bien una excusa para disparar las críticas a los monumentos que el Estado no ha desarrollado, a los problemas de los trabajadores en el mundo y a la incertidumbre que tiene que ver con el tiempo que se va agotando cuando se espera una llamada, ese tipo de llamada de “no nos llames, nosotros te llamamos”. Sobre su proyecto afirma: Este proyecto habla de la idea del monumento, de los monumentos que no han sido construidos por el Estado para conmemorar momentos de la historia, que conversa con el Monumento a los Héroes, espacio que elegí para participar en el Luis Caballero. Estoy elaborando una historia para abordar el problema del trabajo y las condiciones laborales en la actualidad. La obra va a mezclar esos dos mundos.
Una idea sobre el trabajo cotidiano
De acuerdo con el curador Santiago Rueda, Gabriel Zea es un creador “muy cerebral, lo que quizá le haya costado ser entendido en un medio donde las ideas complejas no atraen. Aunque pueda considerarse un artista ‘joven’, ha venido desarrollando su obra desde hace más de diez años”.
Y es que a Zea le interesa bastante la investigación teórica, por eso este proyecto, desde su inscripción, ya lo imaginaba en el Monumento a los Héroes, por “sus condiciones en el interior, lo gris, lo medio industrial y acabado sin acabar”. Investigó la historia del monumento. Tenía relatos de amigos y expertos del tipo es “un edificio realizado por un arquitecto que participó en el partido fascista italiano”, el cual hoy es “un momento muy particular, porque fue pensado de una manera y desarrollado de otra”. Zea se refiere así a un periodo especial en la historia del Monumento a los Héroes. Le interesa el tiempo transcurrido entre el momento en que salió la orden presidencial para construir el monumento y el momento en que fue inaugurado:
Paso algo importante, llegó Rojas Pinilla al poder y cambió la noción de lo que iba a ser ese monumento, que había sido pensado como monumento a los héroes de la guerra en Corea, pero, con el cambio de gobierno, la construcción fue planteada por el dictador como un monumento para exaltar a los héroes de la patria. Opina que tuvo sentido que Rojas Pinilla cambiara el ideal de esta creación.
"Tiene todo el sentido el cambio de Rojas Pinilla porque su trabajo era armar todo el país de nuevo y crear una idea de nación después de los sucesos del Bogotazo. Ese momento comenzó a interesarme mucho y saqué información de archivos y libros sobre la razón del cambio de los héroes de Corea a solo de los héroes".
El nombre del proyecto tiene que ver precisamente con su investigación, con el hecho de que el monumento fue una construcción abandonada popularmente llamada “Monumento del tornillo desconocido”, porque no sabían de qué iba a ser y tan solo era una mole de cemento con varillas de hierro en su parte superior.
Plásticamente, Zea quiere encontrar una conexión entre este proyecto y los años que ha investigado en los conceptos que le interesan, como el del trabajo.
“Todos los pisos del monumento, excepto la terraza, serán intervenidos. La idea es que en cada piso pase algo diferente. El sótano, por donde se ingresa al monumento, va a servir para hablar de las deudas con los monumentos que ha intentado crear el Estado o que no existen”, por lo que va a construir unas fuentes, unos espejos de agua, en vinilo adhesivo ploteado, con la idea de la fuente conmemorativa que pensó el arquitecto creador del espacio y que jamás se construyó. Primará lo escultórico. También habrá pendones que hablarán de la idea de trabajo al estilo de las pancartas y los carteles que se ven en las marchas de los trabajadores, como la de cada 1 de mayo, que va de norte a sur. Usará imágenes recurrentes en la iconografía sindicalista de movimientos que defienden los derechos de los trabajadores en el mundo.
“El segundo piso será una oficina que se llamará Oficina de Captación del Tiempo del Otro”. Será una sala que tendrá que ver con la espera. Habrá performance y trabajará con artistas de las artes escénicas, quienes van a actuar como recepcionistas y empleados. Quiere personas que sepan controlar bien el cuerpo y muestren una actitud segura ante las tensiones que expondrá. “Los visitantes van a tener que esperar un rato en la obra. Es la espera de la fila del banco, o la espera de una llamada del trabajo, algo que puede que suceda o no”.
En el siguiente piso va a construir piezas en tiempo real a partir de información de los visitantes en una mesa de producción. Finalmente, el tercer piso va a ser la sala de exhibición de lo que se hace abajo, la idea es que allí esté un monumento a esos tornillos desconocidos: los trabajadores que vivimos en la cotidianidad y podemos ser fácilmente reemplazados, como una especie de reconocimiento y duelo. Al mismo tiempo, es una imagen más cercana a un mausoleo que a un monumento alegórico, algo sombrío y oscuro como las condiciones laborales actuales.
Sobre el trabajo para lugar específico dice que “es una condición más que lo pone a uno a ser consciente de las condiciones del lugar, no solo de lo físico y arquitectónico, sino también de las condiciones históricas, el espacio y las paredes y sus diferentes capas de conocimiento”.
El fin justifica los medios
Luego de explorar en la tecnología y las artes electrónicas, Zea dejó de utilizar el medio como centro de su trabajo para ahondar en el concepto. Hoy cree que cada proyecto tiene su forma de realización y usa medios diversos que van desde el vinilo adhesivo cortado hasta los accesorios de vestuario como gorras con mensajes que constituyen una serie para portar en el día a día acompañadas por acciones performativas. También usa materiales poco convencionales para hacer escultura.
Estos últimos cinco años se ha centrado en dos líneas: por un lado, la relación entre arte y economía con obras que indagan la relación compleja que existe entre ambas y, por otro lado, la forma como se da el trabajo en la contemporaneidad, todo ligado al papel que tiene la tecnología en las transformaciones de lo que se entiende como laborar.
De acuerdo con Paulo Licona, artista plástico, amigo y compañero de taller de Zea, lo más destacado en su obra tiene que ver precisamente con eso:
Gabriel tiene una gran capacidad de solucionar y buscar conexiones con sus ideas. Entonces, es asombroso como, con simplemente tener un método adecuado para cortar la madera, logra lo demás. Por otra parte, siempre tiene un concepto, es un investigador que se contiene y trabaja con calma. A quienes hemos trabajado con él logra complementarnos desde algo tan simple como solucionar situaciones en la producción de las obras hasta la manera de plantear las tensiones.
Sus referentes
Después de aceptar que, desde siempre, ha querido ver más allá de sus fronteras y se ha sentido atraído por los trabajos de artistas internacionales, no puede negar que Carlos Rojas está ahí cuando cierra los ojos y debe pensar en influencias, así como el conceptual Bernardo Salcedo y la maestra Beatriz González. Sin embargo, la totalidad de sus referencias le vienen del conceptualismo norteamericano de mediados de la década de 1960.
Aunque no encuentra conexiones estéticas directas con Luis Caballero, Zea cuenta que apreciarlo se le convirtió en un pasatiempo secreto. Cuando nadie lo veía, ahí estaba, frente a Caballero.
La primera vez que fui a ver las salas de exposición de la Biblioteca Luis Ángel Arango, cuando ubicaron las obras de gran formato de Luis Caballero en sus pasillos, me quedé extasiado. Desde entonces he vuelto muchas veces solo a contemplarlas. No tengo mucho de su trabajo en el mío, pero es un artista muy importante, que aprecio mucho.
A veces, dice, los participantes elegidos como finalistas a este galardón
olvidamos que esto es un premio, porque al tener tiempo y recursos para hacer obra, nos extasiamos. Aun así, creo que todos queremos ganar, pues es un reconocimiento importante tanto para la hoja de vida como por el dinero. Estuve pensando mucho en cómo conquistar al jurado hasta que me di cuenta de que lo que tengo que hacer es mi trabajo y disfrutarlo.