Cinemateca de Bogotá
Crónicas

La Caja Negra rodante

Un maestro desde que se levanta hasta que oscurece.

Un maestro desde que se levanta hasta que oscurece. Camilo, profe, le dicen sus alumnos de los grados décimo y once a quienes le da clase de filosofía, ciencia política y cine.

Solo basta cruzar dos palabras con Juan Camilo Rodríguez para entender porque ama el cine y el arte, como elemento transformador de la vida. Para conocer la historia de este docente apasionado, dedicado desde hace diez años a sus alumnos en el INEM Francisco de Paula Santander, en la localidad de Kennedy, debemos salirnos de la ruta trazada de la educación convencional y estar dispuestos a viajar por su proyecto en paralelo llamado La Caja Negra, un cine club que ha ido consolidándose por nueve años como taller de cine, en sus inicios y luego como productora escolar.

Este camino inició en el año 2011, cuando Juan busca la manera transformar las dinámicas escolares, por medio del lenguaje audiovisual, que sin duda debe estar presente en las instituciones, con el objetivo de sensibilizar la sociedad de hoy en día. Esta travesía la enmarca el ejercicio académico, el profesional y el experiencial, el cual le ha permitido formarse como realizador y como gestor de la cultura cinematográfica, no solo en el contexto laboral, sino en su vida. El profesor vive en la misma localidad donde está ubicado el colegio, y esto le permite que el cine club se este consolidando como un movimiento audiovisual que parte del colegio y se proyecta al barrio.

En el cine club y productora escolar La Caja Negra se fusiona el cineclubismo, como escencia y la realización, hecha por los estudiantes, por medio de talleres. Estos momentos de la cinefilia suceden en tiempos extracurriculares y los sábados cuando participan alumnos actuales y exalumos. Durante el recorrido de la Caja Negra se han realizado más de diez cortometrajes y algunas coproducciones. Lo más interesante de este proyecto es que han logrado participar en festivales nacionales e internacionales.

Esa inquietud y la pasión de Juan por el cine, guardaba una relación casi filial con la Cinemateca. Sin embargo,”por cuestiones de tiempo y espacio no podía visitarla con la constancia que me hubiese gustado”expresó el profesor. Como parte de su constante busqueda, escuchó alguna vez, sobre el proyecto Cinemateca Rondante liderado por la Gerencia de Artes Audiovisuales del Instituto Distrital de las Artes - Idartes,  que tiene la visión de estimular que la ciudad se exprese, circule y promueva el desarrollo de sujetos creativos aportando a la construcción de una ciudad incluyente y solidaria. El objetivo de este espacio es garantizar que las artes audiovisuales en Bogotá sean un espejo que refleje la diversidad cultural de la expresión de los ciudadanos.  Después de conocer el propósito del proyecto el profesor Rodríguez intentó en varias ocasiones y en año 2014 logró participar en el taller de realización de cortometraje de ficción en la localidad de Kennedy. 

Esta oportunidad, para el profesor, tenía un objetivo más poderoso, tenía la expectativa de acceder a los secretos del cine. Además, de confirmar que el cine, se aprende en el hacer, aunque reconoce la importancia del trabajo académico y él, como docente, lo hace feliz.

La experiencia en Cinemateca Rodante le ha permitido compartir y reencontrarse con grandes amigos que tienen las mismas inquietudes y conocer a otras personas, que con el paso del tiempo se han convertido en amigos y colegas, con los que ha podido trabajar en otras producciones.

“De esta forma, a través de proyectos como La Caja Negra y de personas creativas y comprometidas con sus comunidades, Cinemateca Rodante ha logrado quitar muchos prejuicios y miedos existentes alrededor de la realización audiovisual. El dinero, los equipos, el star system, las superproducciones, además de encantar al público por su amplia circulación, han configurado paradigmas desafortunados para muchos que ven al cine como una opción remota de la que solo pueden participar pagando una boleta o esperando a que canales o plataformas les permitan asistir de una manera pasiva a la magia y la emoción desbordante que producen las imágenes”, señala Juan.

Esta estrategia, ha logrado año a año decentralizar la cultura alrededor del cine, llevarla a los barrios y ha permitido mostrar a Bogotá de formas muy diversas. Construyendo una memoria audiovisual de la ciudad. Se ha convertido en una experiencia más amplia donde los ciudadanos se sienten invitados a reconocerse por medio del cine. La variedad en los talleres hacen que sea de alguna forma, su escuela de cine. Definitivamente, es una oportunidad y un aporte significativo para el crecimiento de la industria cinematográfica.“También me sorprendió y ánimo profundamente la inmensa calidad profesional y humana de los talleristas que de manera desinteresada compartían con nosotros en tiempo record y de manera muy práctica, todos sus conocimientos. Finalmente, el hecho de que pudiera aplicar y replicar esta experiencia en La Caja Negra y el hecho de que precisamente este fuera uno de los grandes objetivos de la Cinemateca Rodante, hicieron que desde ese entonces, casi que no me perdiera ningún taller. Por lo que, además de este, pude estar en el de fotografía y sonido, el de guion para corto de ficción, guion para largometraje, entre otros. Siempre con la idea de aprender, tanto de los formadores, como de mis compañeros, gente muy diversa y con experiencias cinematográficas de todo tipo”, agrega.

Escuchar hablar al profe Camilo, es entender el valor y lo necesario que son este tipo proyectos e iniciativas como La Caja Negra que nos permiten crecer y fortalecer el conocimiento con la comunidad. Es una oportunidad para compartir con otros, los saberes y experiencias que los hacen únicos. Definitivamente, Cinemateca Rodante al igual que La Caja Negra son proyectos de territorio en Bogotá que les falta muchos kilómetros por rodar.