Así suena la ‘cumbia fría’ desde Chapinero
En Bogotá, cuatro amigos solían reunirse en la casa de uno de ellos, para improvisar musicalmente con bajo, batería, timbal, teclado y guitarra. Llevaban sus instrumentos y equipos donde fuera; tanto, que se volvió costumbre que en las fiestas a las que asistían les pidieran, en algún momento de la noche, que tocaran para avivar el ambiente.
A Nicolás Eckardt, encargado de los timbales, un día se le ocurrió una idea para desarrollar una canción, que fue bien acogida por los demás. De modo que empezaron a componer y Juan David Lacorazza en la guitarra eléctrica e Iván Medellín en el teclado, al mismo tiempo, trabajaron en otras dos ideas con instrumentales que fueron surgiendo en el camino.
Aunque todavía no tenían ningún producto consolidado totalmente, decidieron participar en una fiesta de bandas emergentes en el ahora desaparecido bar La Ventana, en Bogotá, aconsejados por una amiga suya que trabajaba allí. Durante su presentación, recurrieron a la improvisación en muchas ocasiones, transitando por sonidos cumbieros, salseros, rockeros y hasta punkeros, que el público no pudo evitar bailar y poguear.
Ese día nació La Tromba Bacalao, una agrupación musical con una propuesta novedosa, que incorpora elementos del rock y los fusiona con sonidos autóctonos como la cumbia, el porro, el joropo y el currulao. El nombre, según cuenta Nicolás Samper, vocalista de la banda, tuvo que ver con el álbum Palenque Palenque, Champeta Criolla & Afro Roots in Colombia 1975-91, que entonces estaba escuchando Samper con mucha atención. En aquel, había una canción de la banda La Tromba, llamada Calabao Calabo. A los integrantes de la incipiente banda les gustó la fuerza de la palabra tromba, así que decidieron fusionarla con el bacalao, un pescado que habita los mares fríos, “haciendo alusión a que hacemos un tipo de cumbia fría por ser cachacos”, dice Samper.
Desde entonces, la banda empezó a ensayar con más regularidad y compromiso en las tradicionales salas de ensayo de la empresa Árbol Naranja y en una tienda cercana, que ellos denominaban “Donde Óscar”. La primera producción musical de la banda surgió a raíz de la tesis de grado de Juan David Lacorazza, guitarrista de la agrupación. En un EP, denominado Ritual pandémico, quedaron consignadas para la posteridad las tres primeras canciones de La Tromba Bacalao.
La banda siempre había soñado con tocar en Matik Matik, uno de los espacios musicales de la escena alternativa bogotana, donde habían visto otras agrupaciones de la generación tropicalista bogotana como Meridian Brothers y Los Pirañas; sonidos que, según Samper, conectaban la costa con Bogotá. Finalmente cumplieron su sueño en 2015 con el lanzamiento oficial del EP en Matik Matik, donde el público recibió muy bien su propuesta musical.
Luego de ese evento, sucedió un imprevisto en la banda: el bajista y el baterista de entonces se retiraron del proyecto. Sin embargo, se dieron a la tarea de sacar un disco, con las tres canciones que ya tenían y algunas otras ideas que habían dejado inconclusas. Aunque seguían tocando, “se sentía un aire de pausa, de estancamiento”, comenta Nicolás Samper. A pesar de los tropiezos, finalmente lograron grabar su primer disco en Tambora Records, con el productor Pedro Ojeda.
Ahora, la banda está acabando su segundo disco de larga duración, en el que ha estado trabajando desde hace tres años, y del que ya hacen parte varios sencillos. Recientemente, La Tromba Bacalao hizo su aparición en la última entrega de la primera temporada de Sesiones de La Torre del Escenario Móvil del Idartes, desde Chapinero, que completó nueve entregas, en las que se hizo un recorrido por diferentes localidades de Bogotá, con danzas, música, teatro y cuentería, desde Sumapaz hasta Engativá y Usaquén, para mostrar la diversidad de los artistas en el territorio.
Para ver todas las Sesiones de La Torre, visite www.idartesencasa.gov.co
