Crónicas

El arte y la cultura como forma de vida

Un reconocimiento a los artistas mayores, que han sido los guías de muchas generaciones que se han inspirado en sus procesos creativos.
Foto: Elmer Erazo
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Un legado, una historia, toda una vida dedicada al arte y la cultura, compartiendo sus conocimientos y transmitiendo su amor por las diferentes prácticas artísticas a niños, jóvenes y adultos. Esa ha sido la vida de Helmer Erazo un maestro, un guía que solo transmite alegría a quienes lleva de su mano con cada proyecto, con cada sueño que, desde la música, la danza, el teatro y la literatura, transforma vidas.

Helmer Erazo es un hombre con más de 30 años de trayectoria artística, desde muy niño encontró en la pintura su mejor aliada en su época de estudiante en La Unión, Nariño, ganándose los concursos de su colegio y haciendo parte del grupo de teatro, lo que lo impulsó a estudiar unos semestres de arte dramático.

Como artista y jurado se desempeñó Erazo durante su época escolar, siempre con su meta clara; seguir trabajado por el arte y la cultura, una lucha constante que continuó desde que llegó a Bogotá en 1976. Una trayectoria muy larga, podríamos decir que toda una vida, muchas historias y personas que junto a él han demostrado que el arte cambia la vida de aquellos que dejan en los escenarios lo mejor de sí mismos.

Al llegar a Bogotá Helmer empieza a trabajar con La Corporación Colombiana de Teatro, sus ganas y empeño por las artes escénicas, sin dejar atrás la pintura, esa pasión que desde niño tenía y la que le permitía expresar, imaginar y soñar; le permitieron llegar a las salas de exposiciones, donde colectiva e individualmente expuso más de 14 obras.

Hace 25 años Erazo decide irse a los cerros orientales y populares de Bogotá, donde empieza a trabajar por la comunidad, con la intención clara de llegar a los niños y jóvenes y ayudarlos a salir de las pandillas y de la drogadicción, mostrándoles que en el grupo cultural Barro Colorado, los talleres de danza, pintura, teatro, lectura y escritura les permitirían ver la vida diferente, cambiar su pensamiento y forma de actuar.

Lo hizo, fueron muchas la conciencias que alcanzó con su labor. Pero, Elmer no olvida sus raíces, esa tierra de tradición carnavalesca de comparsas, esos carnavales que son tradicionales en Nariño, donde cada año las máscaras, los trajes y carrozas se apoderan de la ciudad y sumergen a sus asistentes en una fiesta, en una celebración, en un encuentro cultural que se mantiene vivo. Festivales que lo animan a participar en el desfile de comparsas que se organiza para celebrar el cumpleaños de la capital.

“En 1995 llega la primera comparsa, entonces yo ya conocía un poco la técnica y por eso me atrevía a participar y lo hice con los chicos de los barrios orientales y a partir de allí empezamos a participar todos los años y ganamos consecutivamente durante 25 años, siendo los únicos que hemos estado en todos los desfiles y siempre llevándonos el premio consecutivo”, cuenta Erazo.

De esta experiencia lo lleva a conformar su escuela de comparsas, por donde han pasado niños, jóvenes y adultos mayores. Muchos de estos niños crecieron en esta escuela y hoy forman la comparsa de mayores quienes con trajes, maquillaje y máscaras, participan en el desfile de comparsas que adornan las calles bogotanas, ese tradicional encuentro cultural que convierte a la capital en un carnaval para celebrar su cumpleaños. 

Su historia, su trabajo por el arte y la cultura merecen un reconocimiento y por eso el Instituto Distrital de las Artes – Idartes, hizo un reconocimiento a la memoria de los artistas mayores, que han sido los guías de muchas generaciones que se han inspirado en sus procesos creativos que han dedicado su esfuerzo a mantener su práctica, aportando a la construcción de la memoria de las artes en Bogotá, siendo Elmer Erazo uno de los reconocidos.

Helmer recuerda con alegría a sus alumnos, a todos los que han pasado por su agrupación cultural, a los que ha visto crecer y a los que ha acompañado ya en su adultez, porque juntos han trabajado por un mismo ideal: encontrar en estas prácticas artísticas una forma diferente de ver la vida.

Para él es motivo de orgullo  saber que es él su maestro, porque se ha esforzado por ser uno de los buenos, por darles sus mejores momentos, por llevarlos de la mano por el camino correcto, el camino del arte. “Me pareció muy chévere que Idartes hiciera ese reconocimiento a los adultos mayores, a los que hemos venido trabajando hace muchos años por la cultura” concluye Erazo.

Por: Eliana Osorio 

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