La dicha de compartir en diciembre
La dicha de compartir en diciembre
Compartir, una palabra que va más allá de lo ordinario. Una invitación a ser, a estar y a existir con los demás. Una palabra que evoca, desde su raíz, a dividir con los que están cerca: bien sea con un cercano, un conocido o desconocido. Con todos aquellos con los que tejemos una memoria y construimos un universo de significados, un espacio donde lo ordinario se transforma en extraordinario.
Diciembre tiene esa magia, posee ese brillo y esa extraña cualidad que nos convoca a compartir con los demás, sin importar edades o intereses. Por ello, hay verbenas en las localidades, talleres vacacionales y una oferta musical y teatral en la ciudad. A pocos días de finalizar el año, los invito a disfrutar de nuestra programación decembrina en comunidad; en aquella palabra que, en la Grecia antigua, se resaltó en los textos para definir la capacidad de crear un lugar común donde compartir: nuestra lengua, nuestro territorio, nuestras prácticas, nuestras costumbres e ideales. Idartes, a lo sumo, es una gran comunidad donde compartir lo que más nos gusta: arte y cultura.
Muchas ciudades miran hacía modelos sostenibles de desarrollo y modelos que permitan la interacción, constante, de sus comunidades. Pero, ¿Cómo lograrlo? ¿Acaso el arte y la cultura pueden aportar a ese objetivo? ¿O, son por el contrario completamente excluyentes?
Aristóteles comentó, en su momento, que el ser humano es por naturaleza un ser social, que fluye con sus contemporáneos, que se encuentra en los espacios de socialización e interactúa por sus medios. Creo, con vehemencia, que en ese movimiento por socializar hacemos parte, inexorablemente, de nuestra cultura. De nuestra raíz, nuestra historia y sus narrativas. Somos, con todas creces, una recopilación de historias de vencedores y vencidos. Somos, a todas luces, una recopilación de flujos comunicativos o de vasos comunicantes, que se crearon por el solo hecho de compartir; y, que se siguen alimentando por medio de nuestro existir.
Me acuerdo de las obras de Niki de Saint Phalle, una virtuosa artista francesa que sentó un precedente sobre el arte como provocación. Sobre aquello que le permite al ser humano moverse, transformarse y expresarse; como una suerte de catarsis. Creo que en este momento lo que nos mueve está completamente ligado al acto de compartir: a ser, a estar, y a existir con los demás. Así, quiero iniciar esta semana y compartir con ustedes este acto profundamente humano, que nos permite avanzar y crear nuevas comunidades: mucho más igualitarias, conscientes del respeto y de la pasión que compartimos por las artes. Una nueva década ya comenzó, espero que la podamos disfrutar juntos.
¡Les deseo felices fiestas, compartan su vida con quienes más aman!
Catalina Valencia Tobón