Rock al Parque. Foto Juan Santacruz.
Crónicas

Rock al Parque: 25 años, 18 en mi vida

Reseña de Cancionero de Rock al Parque, de la Colección Lateral de Libro al Viento.

Existen situaciones, personas o palabras que hacen que el corazón vibre, se acelere y dibuje una sonrisa permanente. Es lo que sucede cuando escucho la palabra rock. Con el paso de los años han ido cambiando los conceptos del género, se resaltan las raíces, sus sonidos se encargan de atravesar la piel y hacer una conexión con las fibras del cuerpo.

La historia de Rock al Parque inicia en 1994 con bandas musicales locales, artistas reconocidos por su irreverencia y contenido social que se convirtieron en participantes infaltables (Aterciopelados, 1280 Almas, Kraken, entre otros), y con algunos invitados internacionales, quienes realizaron presentaciones alternas en diferentes puntos de la ciudad.

Recuerdo la primera vez que escuché en la radio: “Prepárense para el festival más grande de rock”, en 1998. Imaginaba llegar al Parque Simón Bolívar y disfrutar de todo el espectáculo que tenían planeado los artistas. No obstante, era menor de edad y mis papás consideraban que era un “ambiente peligroso para mí”. En 1999 anunciaron las nuevas fechas de las presentaciones y fue emocionante ver la cartelera de artistas: desde México llegaba Café Tacvba con toda la fuerza de Ingrata, Molotov con Rastaman Dita y Control Machete con Sí, señor y Desde la Tierra. Ese año pude vivirlo, solo que a través de las anécdotas entusiastas de mis hermanos y amigos que asistieron.

En las transmisiones vi personas disfrutando de buena música. Mis padres vieron un poco de mechudos con chaquetas de cuero empujándose sin razón —contándolo de esta manera, tenían razón en sentir miedo—. Quizá se proyectaba una imagen sombría, y el baile de metal y rock no es que sea muy tradicional.

Al siguiente año, el reconocimiento de este festival empezó a tener más renombre y el eco en todos los medios de comunicación lo convirtieron en una oportunidad para compartir con amigos y familiares. Esto permitió mostrar que el festival iba más allá de un “pogo”. Fue hasta 2003 que pude asistir y desde entonces solo me he perdido de una fecha de programación.

Ver la transformación cultural y el alcance que tuvo, tiene y tendrá llena de orgullo, no solo a los capitalinos, sino a los amantes del rock, pues Bogotá se ha caracterizado siempre por ser una ciudad de migrantes que sigue abriendo sus puertas, no solo para dar oportunidades de trabajo y vivienda, sino para ampliar espacios de interacción social. El festival ayudó a mover la economía, el transporte y las ventas informales con los viajeros que acampaban a las afueras del parque.

Recuerdo el majestuoso tráfico vehicular por la Avenida 68, las filas para el ingreso que parecían interminables, luego el control policial que generaba el temor a no poder ingresar —me quitaron la sombrilla y un termómetro—, y a su vez, recuerdo la emoción de estar ahí. Recuerdo dar pasos rápidos, con la mirada al frente, y, expectante, escuchar una guitarra hablar y una batería vibrar al ritmo de los latidos del corazón. Al final del paisaje vi una banda llamada Victimized —de la localidad de Suba— entregando lo mejor de su trabajo.

Rock al Parque representa más que tres días de música... es lo que este puede hacer por la humanidad: trabajo en equipo con calidad, búsqueda de identidad, de experimentación y de reconocimiento por bandas que, siendo muy buenas, se encontraban en el anonimato por falta de patrocinio.

Mario Duarte (La Derecha) demostró que hay pequeñas ideas que se pueden convertir en realidad cuando somos capaces de soñar colectivamente. Este encuentro representa un cuarto de siglo de sueños cumplidos para muchos artistas y quizá el desafío para otros tantos que no lograron pasar en convocatoria, como fue el caso de Juanes —luego hablaré del tema—.

Poco a poco se fueron abriendo puertas a otros géneros musicales dentro del mismo festival de rock, se cambia el concepto de “música oscura y pesada”, y se lograron matices, desde black metal, punk, reggae, ska y blues hasta hip hop, electrónica, jazz, entre otros.

Detrás de cada canción se cuenta una historia: de esta u otra nación, del amor a la patria y del odio a la desigualdad, del temor a la muerte injustificada, de la violencia —El eco’e la balacera se lo lleva el viento (1280 Almas)—, pero también de la ilusión de un futuro mejor, de la lucha personal y colectiva, de la inconformidad y de la resignación de la adultez y el desamor: Ya no soy el mismo de antes, ya no creo mucho en el amor y ya no vuelvo a angustiarme mientras haya una cerveza, un amigo y una canción (La Severa Matacera).

En 2004 se cumple una década de festival —momento de marcar una diferencia—, por lo que cuenta con la participación de artistas reconocidos como Luis Alberto Spinetta, Robi Draco Rosa y Babasónicos, quienes permiten la incorporación de otro tipo de público, mientras que Los Auténticos Decadentes, Kinky, Café Tacvba y Líbido mantienen la tradición musical del festival —algo muy bien visto por los fieles asistentes desde sus inicios—. Para ser realista, gracias a ellos mis padres cambiaron de concepto.

Posteriormente, Kraken realiza su presentación con la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia creando un ambiente de miles de directores con varitas imaginarias que guiaron el sonido de los instrumentos de cuerda y de viento. No sin antes ver la presentación de Jaguares —banda favorita de mi hermano—: Es el que me grita cuando callo, el que me levanta cuando caigo, el que me abraza cuando lloro, el que me cuida cuando enloquezco. The Ganjas, Estados Alterados y Neurosis: Casi un millón de muertos en una sola batalla hace ya ochenta años, 
ya nadie recuerda Verdún, los abuelos lloran aún
. Sentimientos de guerras pasadas han sido plasmadas en letras e inmortalizadas en recuerdos.

2006 fue un año cargado de rock mexicano, con la melodía nostálgica de Panda, Zoé, Telefunka y División Minúscula. En contraste, llegó Manu Chao, quien se caracterizó por hacer una conexión delirante con los espectadores. “Porque la forma de hacer paz no es con guerra, sino con educación”, pronunció en medio de la ovación y obtuvo una reacción inmediata: las personas saltaban y la tierra se movía con el coro de canciones como Welcome to Tijuana y Clandestino —se sentían tambores en el pecho mientras se adornaban con los atípicos y sincronizados movimientos del reggae—. 

Aunque en 2007 realizaron un homenaje a las bandas colombianas, la protagonista en la primera fecha fue la lluvia. El cielo se jactaba de nimboestratos (nubes generadoras de lluvias y/o nieve). Optimistas, los asistentes esperaban un cambio climático y este deseo se concedió —“el problema de desear es no ser específico”—, y cayó una granizada que alfombró de blanco las calles, los andenes, el parque. Los asistentes aprovecharon para jugar a hacer sus estrellas de rock con la nieve. Aunque las presentaciones se suspendieron, se reprogramó con un cuarto día de evento.

Los artistas invitados fueron en su mayoría de Sudamérica: Chile, Uruguay, Venezuela, Argentina, Ecuador e incluyeron la presentación de Koyi K Utho, de Bogotá, y Brujería, de México.

En 2008 se repiten las lluvias torrenciales por lo que dejó de programarse en el mes de noviembre y se trasladó la fecha a finales del segundo y principios del tercer trimestre del año, como parte del Festival de Verano.

Han pasado los años, algunos artistas de la casa abandonaron el nido para dar oportunidades a nuevos talentos, algunos otros repiten cada tanto —nacionales e internacionales—, y, aunque se conservan algunas tradiciones y el concepto del festival, hemos sido testigos de la transformación, no solo musical, sino también de la tolerancia del rolo a la variedad, del crecimiento profesional de las bandas, de la herencia a otras generaciones a amar el rock y a saludar a desconocidos al ritmo de aquella canción.

Estas tarimas llevan la huella de grandes artistas: De Bruces A Mí, Bajotierra, Nepentes, Don Tetto, Athanator, El Siete, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, el Grito, Panorama, Doctor Krápula. Estos últimos son muy recordados por tocar en 2004 la canción AmaZonas haciendo público el atentado ambiental y la impotencia del ser: Desde Mismi en el Perú, hasta Belém en el Brasil, tu cauce es toda la luz, pa’ nosotros nietos del maíz. Putumayo: ¡fuera minera! Belo Monte: ¡fuera represa! Alzando el grito americano, apoyo al pueblo originario.

En 2019 Pornomotora, Elefantes, Morfonia, La Severa Matacera, La Derecha, La Pestilencia, fueron algunas de las bandas del más de centenar de artistas que participaron en el festival. Otras como el Tri, de México, con un show divertido, impecable, caluroso y agradecido, y Gustavo Santaolla, comenzando la noche, con su guitarra y poesía hipnotizadora, también estuvieron. Babasónicos, Rita Indiana, The Warning, Tras las Púas, Razón de ser, Odio a Botero, The Klaxon secundaron en esos días de pogo y cantos hasta la disfonía.

Incluso —esto era promesa— se presentó un cantante colombiano, quien ha tenido reconocimiento internacional por su energía abrumadora y que se dio a conocer con Ekhymosis, una banda de rock de Medellín. ¡Exacto! Juanes, quien sale al escenario con toda la intención de reconquistar al público, acompañado por Zeta Bosio, bajista de Soda Stereo, y otros artistas colombianos como Fonseca y Andrés Cepeda, cantando nostálgicamente La Tierra. El silencio se apodera del parque un instante al escuchar que, de su guitarra, se emite un sonido conocido. El público, expectante, comienza a escuchar el cover de Seek and Destroy de Metallica. 

Ahora bien, el show debía continuar y llegó Fito Páez dando a conocer su álbum La ciudad liberada: “Yo escribo aquí en mi habitación, y el mundo arde allí afuera, por fin llegó la primavera, nada es imposible con su ilusión”.

Robi Draco Rosa, Aterciopelados, Los Amigos Invisibles, La Derecha, la Orquesta Filarmónica, junto con otros tantos, decidieron dar cierre a esa noche inolvidable. 

Por cierto, ¡todo esto es un evento gratuito! Y como dijo Gustavo Cerati: “Gracias totales”.

*Angy Bayona, enfermera de la Clínica Infantil Colsubsidio. Reseña publicada originalmente en la Revista Vida Sana, junio de 2021. Descargue gratuitamente Cancionero de Rock al Parque en este enlace.

Cancionero de Rock al Parque