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Crónicas

Es Cultura Local fortalece la cultura rural y campesina en Usme

La Escuela de Cultura Campesina en Usme se fortaleció para compartir los saberes rurales a 20 niños y jóvenes en la vereda Los Soches.

Martha Villalba es una mujer enamorada de la vereda Los Soches en la zona rural de Usme. Este lugar se encuentra entre los 2.800 y 3.300 metros sobre el nivel del mar con temperaturas entre los 9 y los 17 grados. Aún cuando habla del frío, lo hace con aprecio hacia el lugar por el que se creó la Escuela de Cultura Campesina en 2013 para defender el territorio mediante la educación. Es Cultura Local se presentó como una oportunidad para crear el proyecto Circuito Interrural de la Campesinidad para llevar los conocimientos y saberes rurales a los jóvenes. 

Justamente, Martha se emociona hablando del arraigo territorial hacia la vereda. Dice que “vivir en este territorio es levantarse a ver unos paisajes que invitan a estar tranquilo y respirar aire puro, de tener el alimento porque tenemos el espacio para poder cultivar y de salir donde los vecinos que son nuestra misma familia. Vivimos de una forma digna y linda en este territorio donde así haga frío o calor es hermoso”.

Ella no es la única que sigue el sueño de conservar y fortalecer a Los Soches. Dos formadores y cuatro sabedores (adultos mayores) aportaron al proyecto para compartir sus conocimientos aprendidos de generación en generación. Desde la sede de la escuela, el potrero, la estufa de carbón o la quebrada 20 niños y jóvenes vivieron el aprendizaje que parte de la experiencia misma de esos hombres y mujeres.

Según explica Martha, “es importante desarrollar estas actividades con la población más joven porque eso nos permitirá que este territorio siga habitado por campesinos y campesinas que se sienten orgullosos de sus raíces con una vida digna que les permita tejer sus familias y sus comunidades. Poder generar ese diálogo intergeneracional entre generaciones es fundamental para nosotros y Es Cultura Local estimula a seguir trabajando en ello”.

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Para lograr el propósito del arraigo, las actividades estuvieron mediadas por una metodología que incluyó una bolsa de fique, llamada chuspa, con herramientas y elementos que los niños fueron usando con acompañamiento de los sabedores. Sesión a sesión, los estudiantes se fueron enfrascando con la lana de oveja y el huso para hilar, la tierra abonada y la semillas, la taba (juego tradicional) o la pesa romana. 

Julio César Arévalo, de la vereda El Uval, fue uno de esos sabedores que compartieron sus conocimientos y su historia. Llegó a tener cariño por esos niños y niñas que miraban con curiosidad la pesa romana que un día fue de su bisabuelo y que, tras dos generaciones, llegó a él. Así como su padre hizo con él cuando era niño, Julio les dio las claves sobre cómo usar este elemento para medir cargas y cómo calcular pesos con la mano (pulsear) o con la mirada (maquilar). 

“A mí me gusta que los niños conozcan y no se sientan avergonzados pues viví en la zona urbana y viví la discriminación. Anima que sean campesinos y sea una tradición que siga pasando. Que más bonito que con lo que uno sabe y que miren cómo es el trabajo de un campesino desde que empieza uno a sembrar la semilla hasta el producto final. Siento el apoyo porque uno puede, a través de Es Cultura Local, enseñar para que no lo dejen a uno aparte solamente como un obrero” dice Julio . 

Martha también recuerda con claridad el Segundo Arrejunte Campesino que fue un gran evento que reunió a cerca de 150 personas en Los Soches. Música, teatro, danza y literatura se dieron cita el pasado 23 de marzo para unir a la comunidad y celebrar eso que los hace sentirse campesinos. Los niños y jóvenes de la escuela fueron esenciales pues, en medio de las actividades, compartieron los conocimientos aprendidos con los asistentes. 

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“Fue una oportunidad para dialogar en torno a un espacio de fiesta para celebrar que estamos en este territorio. Fue espacio de encuentro para la memoria colectiva y visibilizar a quienes protegen y cuidan el territorio”, dice Martha sobre el arrejunte que fue la oportunidad perfecta para contar los resultados de la escuela con el corto documental Huellas Campesinas. Los protagonistas, la familia Garzón Salamanca, van contando en tres generaciones su amor por el saber campesino y cómo la escuela los impactó.

Una de las personas que también se sorprendió de la acogida y se emocionó con el documental fue Jerson Stiven Daza, bailarín de la Compañía de Danza Andares Colombianos, que estuvo ese día compartiendo dos muestras de danza de la costa caribe y de joropo criollo. “El hecho mismo de que exista un evento en el que puedan participar los campesinos y campesinas ya es una ganancia enorme. El documental fue muy bonito y desde el audiovisual conmueve. Llega a las personas y siento que se puede difundir esta identidad y los procesos de la cultura campesina”, dice. 

Martha, por su parte, sabe que este proyecto apoyado por Es Cultura Local es un paso firme en el propósito de seguir protegiendo el territorio en el que vive. Conservar la cultura campesina es una forma de garantizar que Los Soches conserve su vocación rural. Recuerda a su familia, sus vecinos y sus amigos cuando piensa: “no queremos que la urbanidad tape esta colcha de retazos que hacen parte de nuestros cultivos, nuestros potreros y nuestras fuentes de agua. Queremos seguir protegiéndola, manteniéndola y viviendo de manera digna”.

En la tercera versión del Programa Es Cultura Local se reafirmó el compromiso de la ciudad con el sector creativo y cultural, promoviendo su estabilidad y sostenibilidad. Desde el Instituto Distrital de las Artes - Idartes y los 16 Fondos de Desarrollo Local – FDL se realizó una inversión cercana a los 14 mil millones de pesos para entregar más de 500 estímulos, beneficiando directamente a agentes culturales y creativos de la ciudad.

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