Tres grandes músicos del Caribe que el 2021 se llevó
Durante el año 2021 murieron cerca de 50 músicos colombianos de reconocimiento nacional a lo largo del siglo XX y lo corrido del XXI. Representantes de muy diversos géneros y prácticas musicales, tras de sí dejaron huellas que han sido decisivas en el sentir nacional. Vamos a recordar brevemente a tres de ellos, procedentes del Caribe, pero que en los últimos años de su vida tuvieron un vínculo especial con Bogotá: Blas “Michi” Sarmiento (1938-2021), Máximo Jiménez (1949-2021) y Abelardo Carbonó (1948-2021).
Michi Sarmiento
La muerte de Michi Sarmiento quizá no hubiera sido tan sentida de no ser por su participación en el proyecto musical Onda Trópica que, con dos discos publicados en 2012 y 2017, puso de nuevo en la arena a viejos protagonistas de la música tropical. Así renació este magno saxofonista y arreglista, de cuya labor musical el mundo lleva en su memoria el arreglo de Rebelión, la célebre canción de Joe Arroyo.
Michi fue de los músicos pioneros de la salsa colombiana en Cartagena durante los años sesenta. Tuvo un fructífero vínculo discográfico con Discos Fuentes, de lo que resultaron grabaciones junto a su orquesta, El Combo Bravo, que hoy son muy bien cotizadas en el mercado del vinilo. Fue director musical de Los Corraleros de Majagual y estuvo en vínculo con otros proyectos del sello, de los cuales trascendió la orquesta La Verdad de Joe Arroyo.
Vino a conocerse solo hasta el segundo disco de Onda Trópica la canción dedicada a Bogotá que Michi escribiera en los tempranos setenta cuando conoció la capital. No hubo mejor oportunidad para grabarla, ahora que la gente lo reconocía y su música calaba profundo en el gusto de nuevas generaciones.
De la América es la Atenas,
la sangre que va en tus venas
es lo que te hace marchar
en busca de nuevas formas,
tú eres bella Bogotá.
Máximo Jiménez
Acordeonero y cantante, músico completo. Máximo Jiménez empezó a desarrollar su carrera de manera profesional en los años setenta, justo cuando el vallenato entraba en la etapa más fructífera que había tenido hasta ese momento. De la mano con la bonanza marimbera, es decir el cultivo y tráfico de marihuana, la música vallenata le hizo frente local al auge internacional de la salsa. Pero Máximo Jimenez tuvo la singularidad de cantar temáticas alternativas a aquellas del torrente de la creciente industria musical. Cada canción de Jiménez era un poderoso panfleto para animar la toma de tierras por manos campesinas y denunciar abusos de diversa índole sobre los campesinos.
Este acordeonero y cantante estuvo en vínculo con la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos - ANUC, y diversos movimientos de izquierda. En 1976 se produjo El Indio Sinuano, disco que lleva el nombre de una canción hecha con textos de David Sánchez Juliao. Así creció la notoriedad del músico que, incluso, empezó a ser conocido con el nombre de la canción. Otros de sus discos fueron publicados con los sellos Sonolux, Ondina, Discomoda y Machuca. Llegó a participar en el Festival de la Leyenda Vallenata de 1977, con amplia ovación. Pero en 1989 tuvo que exiliarse por amenazas contra su vida. Una vez de regreso y tras la primera entrevista que concedió, el músico fue reconocido nuevamente y visitó Bogotá en varias ocasiones para tomar parte en encuentros enfocados en la paz.
La canción Usted, Señor Presidente, paseo de Andrés Beleño, es un buen ejemplo del quehacer de Máximo Jíménez.
Usted Señor Presidente si está de acuerdo
que acaben los campesinos de su nación,
si sabe que es un esfuerzo el que están haciendo
para no morir de hambre por su opresión
y manda su gente armada sin corazón
pa que vean correr la sangre de un hombre bueno.
Usted sí se ha dado cuenta cómo es que viven
y lo que manda es miseria para esa gente,
eso es lo que hace usted, señor Presidente
y aquí le quitan lo poco que ellos consiguen.
Usted apoya un corbatudo terrateniente,
el enemigo inmediato que los persigue.
Las tierras están en montañas
y nada está produciendo,
cuando ya están cultivadas,
entonces aparece un dueño.
Abelardo Carbonó
Este guitarrista llevaba quince años siendo policía cuando en 1978 hizo su primera grabación. Aunque Carbonó dice que fueron sus ocurrencias y no un influjo, su música es comparable con aquella que entró al país por los flujos del Caribe. Al escucharla, vienen a la mente estilos como highlife, afrobeat, calipso y soukous. La primera agrupación que formó se llamó Abharca. Con ellos grabó la canción Schallcarri, con texto en wayuu, dado que se encontraba de servicio en Carrizal, La Guajira.
En asocio con sus hermanos Abel y Jafeth, el guitarrista realizó grabaciones exitosas para los sellos Machuca y Codiscos. Con el primero se dió a conocer como Le Groupe d´Abelard, tratando de imitar las producciones que llegaban del Caribe. Con el segundo, creció en reconocimiento masivo. Eran ya los años ochenta y Abelardo Carbonó publicó los discos Guana Tangula (1980) y La negra del Negrerio (1981). Tras ello, entró en contacto con Felito Records, con lo que logró realizar las grabaciones que más se reconocen actualmente: Negra Kulenge, Palenque y Carolina, originalmente incluidos en los discos Abelardo Carbonó y su Conjunto (1982) y Abelardo Carbonó y su Grupo (1986).
El poco alcance que tuvieron algunas grabaciones de los años noventa fueron el paso a una temporada de silencio en la que Carbonó se limitó a ejercer como guitarrista del grupo de Aníbal Velásquez, el célebre y ecléctico acordeonero. Solo hasta 2013 se volvió a saber de Abelardo, como parte de la tendencia que surgió con el gusto renovado por los viejos discos de vinilo y la reedición de producciones olvidadas. Lucas Silva y Etienne Sevet se encargaron de producir El maravilloso mundo de Abelardo Carbonó, disco publicado por el sello Vampisoul.
Más recientemente, Lucas Silva con su sello Palenque Records publicó algunas canciones de Carbonó como Sí si si, Cumbia cienaguera, La piña madura. Pero vino el COVID y acabó con todo. Permanecen en la memoria algunos conciertos que Carbonó pudo hacer en la capital dado el nuevo impulso de su carrera y así mismo la tristeza de verla interrumpida cuando tenía tanto por aportar.
Paz en la tumba de estos grandes de la música popular colombiana.