Pulsos de lo no humano: escucha poética, política, utópica
Las tinguas bogotana y pico rojo son aves acuáticas del altiplano cundiboyacense con carácter endémico, no habitan en ningún otro lugar del planeta. La reducción de humedales y la contaminación de diversos cuerpos de agua que fueron su hábitat han producido una reducción del 80 por ciento en su población (vía de extinción). Las tinguas han tenido que migrar y sobrevivir en entornos que no son de gran calidad, como es el caso del Embalse del Muña, en Sibaté, un cuerpo de agua altamente contaminado. Es paradójico pero, por esta razón, al Embalse van muy pocas personas y este ambiente aislado ha sido apto para la reproducción del ave a pesar de las condiciones hostiles.
El Embalse del Muña fue el escenario para el desarrollo de Pulsos de lo no humano, proyecto ganador en 2021 de la Beca de Creación Interdisciplinar en Música ofertada por el Instituto Distrital de las Artes - Idartes. Este fue un laboratorio de creación basado en la escucha, la improvisación musical y la proyección sonora no disruptiva con el entorno natural. El proyecto estuvo a cargo del Dúo BoteroDelgado: Santiago Botero, contrabajo; Juanita Delgado, voz, y el artista sonoro Leonel Vásquez, con el acompañamiento de Benjamín Calais, quien cuenta con experiencia en la grabación de paisajes sonoros. Adicionalmente, participaron Ricardo Rodríguez, Lucas Mejía y Julián García, a cargo del registro audiovisual y Juliana León en la producción.
Pulsos de lo no humano tuvo como base el concepto de phonoceno propuesto por la filósofa Vinciene Despret en 2020, en referencia a los cambios que trajo el confinamiento y el sorpresivo comportamiento de algunos animales que incursionaron en el territorio de los humanos. En las ciudades fuimos conscientes del ruido que se detuvo y de otros sonidos que emergieron. Entonces, el phonoceno surgió como respuesta al antropoceno, que se refiere a los cambios agenciados en el planeta por el accionar humano. Así, el phonoceno da lugar a un mundo definido por un relacionamiento no jerárquico sino de redes saludables con el ambiente y lo no humano. Y ese medio de relacionamiento es el sonido.
El proceso de creación tuvo tres fases. Primero se dió la investigación, en donde hubo contactos con agentes involucrados en la conservación de las tinguas, trabajo de campo y extensas jornadas de observación y relacionamiento con el entorno. Luego vino el laboratorio de escucha y creación que implicó dos procesos básicos; por un lado, la improvisación in situ que tuvo por principio alejarse de la mímesis, de la convencional imitación de los sonidos de la tingua y su entorno. Fue un ejercicio de flexibilidad y escucha de lo otro no humano, de los elementos que componen al dúo y de las interacciones.
Por otro lado, durante el laboratorio se realizó la construcción de los espejos sonoros. A cargo del artista Leonel Vásquez, se trata de dos parábolas que funcionan como espejos acústicos para el contrabajo y para la voz, una de un 1,5 metros, otra de 2 metros de diámetro. Con estos artefactos fue posible proyectar el sonido de los músicos al interior del embalse, a la vez que permitieron a los músicos tener una mejor escucha del entorno. Sobre esta mediación se basó el intercambio sonoro con el entorno del Embalse y la comunidad de tinguas.
Esos dos procesos se desarrollaron durante octubre y noviembre de 2021. Por último, el proyecto incluyó dos acciones a manera de conclusión: una hecha para y con no-humanos en el Embalse El Muña; otra para humanos y no-humanos en Bogotá. La primera fue el 21 de noviembre desde las 5:00 a.m, hasta las 2:00 p.m. Fue entonces un diálogo con el entorno del Embalse, algo que los artistas definen como “una suerte de concierto para las tinguas y un concierto de las tinguas y el entorno biótico del que fuimos testigos”.
La acción en Bogotá tuvo lugar el 26 de noviembre en Matik-Matik, centro cultural y bar de la capital. Allí se realizó una instalación-concierto basada en la memoria de la experiencia vivida en el Embalse. Luego de las vastas jornadas de escucha, tanto en el laboratorio como en el cierre, Santiago Botero y Juanita Delgado, como repositorios de esa memoria, sostuvieron una interacción sonora improvisatoria basada en la impronta que dejaron las tinguas y su hábitat en su ser como músicos. Finalmente, el 27 de noviembre se presentó un conversatorio a manera de socialización.
En conclusión, este proyecto propuso indagar otros posibles tipos de relación con el entorno natural no humano, mediante una observación y escucha profunda del hábitat. Según la concepción del proyecto, la escucha se da como un lugar político y poético que da cuenta de la dramática realidad del Embalse contaminado y la tingua amenazada, pero también del hecho de que dentro de ese desastre ambiental florece la vida. En esta relación de lo humano y lo no humano, se da lugar a la posibilidad de cambiar las estructuras logo antropocéntricas y se constituye la utopía que soporta el proyecto.
Pulsos de lo no humano cuenta con un extenso registro sonoro y audiovisual de sus tres etapas, que se encuentra en proceso de edición y se hará público en 2022.