Músicos en marchas de protesta
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Los músicos de la Segunda Línea, sonando de frente

El colectivo que puso a sonar el Paro sigue acompañando acciones comunitarias y manteniendo en caliente la conversación nacional.

En un sancocho comunitario en el Portal Resistencia, una gran chirimía itinerante tocaba canciones y musicalizaba arengas clamando justicia y paz durante las protestas sociales del Paro Nacional en Bogotá. Fue mientras cocinaban en esta gran olla colectiva cuando varias personas les pidieron que con su música apaciguaran los ánimos de la Policía que estaba desalojando forzosamente a miembros de la Primera Línea. A ritmo de cumbias, porros y fandangos, los Músicxs Segunda Línea lograron su cometido. “Nos dimos cuenta que la música es muy poderosa, pues desarmamos la intención de la Policía de enfrentarse a los muchachos. Ese es uno de los grandes logros que celebramos desde la música”, dice Andrea Díaz, cantante y percusionista del colectivo.

La Segunda Línea surgió en el Paro Nacional del 21N en 2019 y sigue sonando en las protestas de 2021 con el objetivo de “retumbar en la memoria colectiva, despertando la lucha social”. El formato de chirimía o papayera agrandada nació de la unión de la Chirrimía Balsámica y La Suculenta Chirimía, mientras que el nombre de Segunda Línea está inspirado en la tradición del Second Line de los desfiles musicales en Nueva Orleans. 

Para Ramón Hernández, saxofonista del colectivo, la Segunda Línea es el resultado de un proceso estético que ha ido desarrollándose junto al estallido social y la evolución de la consciencia sobre la situación del país. Empezaron interpretando temas folclóricos, luego musicalizando arengas y finalmente creando canciones y arreglos propios para el formato de vientos, percusión y voces amplificadas a través de megáfonos. “Nuestro resultado sonoro tiene una identidad desde los aires folclóricos y algunos ritmos universales, nuestras letras tienen mensajes contundentes y tenemos una dinámica musical desde el repentismo y la improvisación”, menciona. 

Además de su acción en las calles durante las marchas en meses álgidos como noviembre de 2019 o abril de 2021, Musicxs Segunda Línea ha participado en otras acciones concretas: acompañando a la Asamblea Bakatá Sabana, marchando en la caminata por la defensa del agua y en el Festival de la Tigra en Piedecuesta, Santander, o grabando videos y haciendo intervenciones en espacios públicos. Además, se preparan para asistir a la Tercera Bienal de Arte Comunitario de las comunidades del Alto Fucha. Todo esto, con la convicción de que la música y el arte son indivisibles de los sucesos sociales.  

Su objetivo de acción comunitaria es coherente con su actuar. Tomás Pinzón, saxofonista, menciona que “la importancia del trabajo colaborativo tiene que ver con el principio de escucha que ha sido tan negado en la historia de Colombia: el estallido social abre una posibilidad de escucharnos desde diferentes ópticas, de valorar las palabras, ideas e intenciones de los otros y entender que eso hace parte de una construcción humana que nos define como nación”. Desde la Segunda Línea considera que todos apuntan hacia un mismo lugar y tienen la intención latente de dejar a través del sonido y de la música una posición clara que tiene que ver con la indignación, pero también con la capacidad de transformar los escenarios a partir de estos gestos simbólicos. 

¡Solo de corno! grita por un megáfono el eufonista Sebastián Rozo sobre un ritmo de cumbia. Hay silencio y vacío, pues el cornista Álvaro Herrera no está. El joven estudiante fue detenido violentamente y torturado en Cali después de un cacerolazo sinfónico. La denuncia con música que hizo la Segunda Línea sobre este caso hace parte de una serie de videoclips cortos titulados Todo el poder para la gente

En palabras de Sebastián Rozo, eufonista del colectivo, la función de la música es la de “visibilizar las problemáticas que tiene el país y que los medios de comunicación ocultan, pero sobre todo dejar en la memoria histórica composiciones propias que hablen de la protesta social, de la lucha, dando ánimo y esperanza a los ciudadanos”. 

Este artículo hace parte de El Volante, un boletín mensual del Idartes con la actualidad en el sector musical de Bogotá. Inscríbase aquí.