Toto la momposina
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La vida de Totó la Momposina, en pocas palabras

Un breve recuento a la historia de la embajadora de la música del Caribe colombiano en el mundo.

Totó la Momposina nació en 1940 en Talaigua, pueblo cercano a Mompox. Pero muy pronto su familia migró a Barrancabermeja, luego a Villavicencio y, finalmente, a Bogotá. Su padre, Daniel Bazanta, su madre Libia Vides de Bazanta y sus hijos lograron instalarse en un apartamento en el barrio 7 de agosto de la capital, algo traumático y difícil, pues venían de estar en una casa amplia, con patio y árboles, según cuenta su hijo Marco Vinicio Oyaga.

El abuelo Daniel sabía hacer zapatos. Montó una fábrica y con ello sostuvo a la familia por varios años. Mientras tanto, Libia criaba a sus hijos, entre estos cuatro mujeres adolescentes, a quienes les halló oficio creando un grupo de danza. Tal fue el éxito, que salieron en la recién estrenada televisión colombiana de los años 50, en el programa Ritmos y verbos de América, con representaciones del Caribe.

Pero el Caribe de gaitas, tambores y bailes cantados era aún un exotismo en Bogotá cuando Totó montó su grupo en 1964. En ese entonces, hablar de música ‘costeña’ en esta ciudad era referirse a estilos como los de Lucho Bermúdez, Bovea y sus vallenatos, el sonido guapachoso de los Corraleros de Majagual, Aníbal Velásquez o, más adelante, las experimentaciones chucu chucu tipo Los Graduados.

La casa de los Bazanta fue siempre un centro de reunión, fiesta y difusión cultural caribeña. Los hermanos López, los Gaiteros de San Jacinto, Luis Enrique Martínez, son solo algunos de los músicos que pasaron por allí. “Había mucha discriminación hacia las personas que no fueran de la ciudad, con piel morena. Eso era fuerte. Por eso se fortalecieron las fiestas. Eran el único lugar donde se podían reunir las personas con el mismo espíritu”, dice Marco Vinicio, quien heredó la música como su estilo de vida y es un percusionista que guarda esta larga tradición familiar. 

No obstante, Bogotá pujaba por modernizarse y eso se reflejaba en sus medios de comunicación. Gracias al programa Acuarelas costeñas, la antropóloga y gestora cultural Gloria Triana (n.1940) supo de Totó, con quien se puso en la tarea de viajar al Caribe en repetidas ocasiones para conocer más tradiciones. Juntas, también ejercieron su influencia en la entidad gubernamental encargada de la cultura de ese momento, Colcultura, para incluir programas sobre expresiones populares. Los escenarios de Bogotá y sus públicos empezaron a conocer el sonido de los tambores y la imponente voz de Totó. 

Con eventos como Noches de Colombia y, más adelante en televisión, con el programa sobre fiestas, tradiciones y costumbres Yuruparí, se enriqueció la noción de las músicas populares del Caribe, lo que repercutió en la noción general de nación diversa que se concibe desde los años ochenta y noventa.

Un proceso internacional muy relacionado fue el establecimiento de la noción de world music (músicas del mundo), que sería primordial en el mercado de discos y la organización de festivales, que abriría las puertas a la propuesta de Totó en Europa y a su profesionalización, pues ella y los músicos que la acompañaban sintieron la presión de mostrar toda la música que se hacía en el Caribe colombiano, para lo cual debían incluir más instrumentos y desarrollar creaciones que pudieran ser más universales sin dejar de lado lo tradicional.

Debido a que los pagos eran más justos en Europa que en Colombia para estos músicos, Totó se radicó allí desde 1995 y por cerca de 10 años, a lo que siguieron reconocimientos en años posteriores, ya entrado el siglo XXI en los premios Grammy Latino como el Premio Especial a la Excelencia Musical en 2018 y el Premio Toda una vida de Womex (World Music Expo), entre otros, que se suman al reconocimiento que la artista tiene hoy en su país natal.