El lugar de las artes en la memoria
El 9 de abril de cada año, en Colombia se conmemora el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas con distintos actos de memoria, reconocimiento y reconciliación de los hechos que han sufrido las 9.250.453 víctimas del conflicto armado en Colombia, un conflicto que lleva más de seis décadas.
De acuerdo con la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas - OCHA, en los primeros dos meses del 2022, más de 274 mil personas han sido afectadas por dinámicas asociadas a la violencia armada, lo que representó un aumento del 621% en comparación con el mismo periodo del 2021.
Actualmente, en Bogotá viven alrededor de 380 mil víctimas del conflicto armado, siendo las personas jóvenes -18 a 25 años- el segundo grupo de víctimas más grande, con 25,1%, después de los adultos con un 43,6%, según el boletín trimestral de víctimas residentes en la ciudad del Observatorio Distrital de Víctimas del Conflicto Armado. Las localidades de Bogotá que más han acogido a víctimas del conflicto armado interno son: Kennedy (41.527), Ciudad Bolívar (38.424), Bosa (38.420) y Suba (30.992).
El Instituto Distrital de las Artes - Idartes, como gestor de las prácticas artísticas en Bogotá, reconoce en las víctimas un papel determinante para la construcción de memoria y desarrolla acciones artísticas, en conjunto con organizaciones y colectivos de víctimas, que promuevan la resignificación y reivindicación de los derechos de las poblaciones que han sido afectadas por las violencias en diferentes territorios de Bogotá.
A través de la Línea Arte y Memoria sin Fronteras, el Idartes ha desarrollado diferentes iniciativas en varias localidades de Bogotá, que permiten que a través del arte los participantes expongan sus vivencias y resiliencias, al mismo tiempo que proponen nuevas formas de reconstruir el tejido social y construir paz.
La Línea Arte y Memoria sin Fronteras del Idartes estará el sábado 9 de abril en la Plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, realizando un proceso de circulación de 12:00 m. a 4:00 p.m. de Fuego Joven y Tallando Memorias, dos emprendimientos juveniles que abordan la relación del arte y los procesos comunitarios para la construcción de memoria, desde el pirograbado y el grabado en linóleo, que fueron consolidados a través del proyecto Con el poder del arte, llevado a cabo junto con Fundación PLAN, en el que se planteó cómo potenciar el ser personal y social de las personas jóvenes, reconociéndose como sujetos activos en los procesos de memoria, reconciliación y construcción de paz.
“En un país violento como lo es Colombia, creo que ahora más que nunca necesitamos del arte en estos momentos. Nosotros, a través del pirograbado, queremos generar identidad en nuestra localidad: Usme. Antiguamente se creía que el fuego del dragón calentaba las espadas y con eso los chinos dejaban sus historias grabadas en los árboles. Esta alternativa la utilizamos para contar la historia de Usme, una de las localidades más verdes y a la vez más secas, por lo que es muy común que haya incendios. Nos pareció interesante esta sinergia de que el fuego es a la vez sinónimo de vida y extinción, y así con los procesos artísticos colectivos generamos identidad y comunidad para que haya un poco de paz”, dice Esteban Balcazer, del colectivo Fuego Joven de Usme, que según cifras del Observatorio Distrital de Víctimas es una localidad que tiene 46 víctimas por cada 1000 habitantes.
Con el poder del arte, que hizo parte del proyecto Una ciudadanía desde las artes y los derechos culturales en Bogotá, fue un proceso de creación artística colectiva con 125 personas jóvenes de las localidades de Usaquén, Suba, Usme, Mártires y Ciudad Bolívar de la capital colombiana.
Para María José Céspedes, integrante de la agrupación Tallando Memorias de Suba, “la memoria es el primer momento en el que las personas se detienen para entender lo que está sucediendo con el fin de que las problemáticas no se vuelvan a repetir en el entorno. Con el arte, mediante la expresión creativa y la sensibilización, generamos memoria y le damos visibilidad a nuestras historias e identidad”.
Cada agrupación construyó su emprendimiento comunitario desde distintas manifestaciones artísticas. Por ejemplo, Cundera, colectivo de jóvenes de Ciudad Bolívar, pintó sus memorias con los colores de los vitrales, mientras que en Usaquén, Aracne, tejiendo comunidad, trabajó con lana para hablar sobre la memoria y la reconciliación. La agrupación Sentires Mártires, de la A a la Z, creó prendas a partir del estampado en serigrafía con frases y palabras que representan sus mensajes de lucha.
“En Idartes le apostamos al arte y la cultura como herramienta de paz y apoyamos, a través de nuestros programas, a los artistas y generadores de cultura, lesionados por este pasado violento. Es a través de estos procesos de diálogo de saberes, de cocreación artística y de circulación de colectivos de víctimas que el arte se convierte en una oportunidad de visibilización y de reparación simbólica”, señala Catalina Valencia Tobón, directora del Idartes.
“Durante 60 años desde Fundación PLAN hemos atendido niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el marco del conflicto y con todo tipo de afectaciones en zonas rurales y urbanas con diversos actores. Por eso para nosotros la alianza con Idartes es fundamental en la medida en que nos permite utilizar el arte como medio de expresión y canalización de ideas y nos ayuda a transformar la realidad de los territorios", añade Ángela Beatriz Anzola de Toro, presidenta ejecutiva de Fundación PLAN.