Mujeres en el espacio local, poder de transformación
Victoria* llegó puntual al taller. Aprovecha la espera para maquillarse, se delinea los labios con un lápiz oscuro y luego aplica un poco de carmín. Es casi paradójico que después, de esa boca embellecida, surja un relato sobre la guerra, uno de esos a los que las palabras le son insuficientes.
Mientras cuenta cómo los paramilitares habrían utilizado caimanes para desaparecer a sus víctimas, corta, pega y decora un pequeño baúl de cartón paja en el que luego guardará las historias que ha creado en el taller de literatura, un espacio en el que cada miércoles comparte memorias con otras once mujeres.
Al espacio ubicado en la localidad de Los Mártires también asiste María*, que suele ir acompañada de sus hijos de cinco (5) y siete (7) años, quienes en medio de los juegos con los que llenan de risas el patio de la Fundación Dejamos Huella aprovechan para ver lo que su madre crea.
“Te quedó hermoso, mami”, dijo lo pequeña cuando vio que el baúl de historias de María* tenía en la tapa unas mariposas azules que hacían juego con las que llevaba en su saco rosa pálido.
Mientras que Alba*, otra de las participantes decoró el suyo con papel para origami con estampado de corazones, “Es que ahora es todo amor, porque con el amor se me quitó ese miedo”, dice a una de sus compañeras.
Y es que precisamente desde la línea Converge Crea del Programa Crea se asume la formación y creación artística como un medio capaz de modificar las realidades de los participantes. En este caso en específico, el taller de literatura se lleva a cabo en la Fundación Dejamos Huella, uno de los espacios de extensión con los que el programa ha creado alianzas con el fin de llegar a más lugares de la ciudad.
Así, a través de mitos y leyendas tradicionales y la experimentación de lenguajes artísticos, este grupo de mujeres, guiado por la artista formadora del Programa Crea, Paula Romero, ha logrado procesos de reparación simbólica individual y colectiva.
*Nombres cambiados
