“Mi mejor papel es luchar para que el teatro no muera”
La primera vez que Paola Andrea Romero se subió a unos zancos tenía 14 años. Estaba en una electiva de su colegio que se llamaba zancos y fiesta. Años después, llegó al grupo de comparsas zancos de la Universidad Nacional en Bogotá y, a partir de ese momento, no los ha dejado. Los suyos, los de ahora, son dos: de madera, pesados, con muchos colores porque en cada obra los lija y los vuelve a pintar.
Aunque creció en Engativá al lado de su familia boyacense, fue en el corredor entre la Universidad Distrital y la Universidad Nacional, donde estudió psicología, en el que dice que surgió todo su proceso creativo, artístico y cultural y, de paso, su habitabilidad de la ciudad.
Hoy, a los 33 años, además de zanquera es miembro del Teatro El Pregón, ubicado a 50 metros de la Plaza de las Hierbas, en el centro de Bogotá, y enfocado en teatro callejero. Al mismo tiempo se desempeña como consejera local de arte dramático para la localidad de Los Mártires, consejera distrital de arte dramático, consejera distrital de las artes y consejera de planeación local.
En la situación actual a causa de la pandemia, Paola Andrea ha seguido realizando sus prácticas artísticas, dentro de los límites de la virtualidad “no está el aplauso, no está el abrazo, no está mi compañero ni ese sentir al público al otro lado”, y se ha mantenido activa en los espacios de participación de los que hace parte.
¿Desde cuándo empiezan a interesarle los procesos de participación?
Después de viajar por diferentes lugares de Colombia —Villavicencio, Sabana de Torres, Guaviare, por ejemplo— haciendo trabajo psicosocial y artístico durante meses, vuelvo a radicarme en Bogotá para hacer una especialización en Acción sin daño y construcción de paz en la Universidad Nacional. Al volver, me voy a vivir al centro, a Los Mártires, y a formar parte del Teatro El Pregón con un grupo de amigos. Allí transformamos una casa abandonada, que en algún momento fue hogar de paso para habitantes de calle, y empezamos a generar procesos de formación, creación e investigación artística. Eso nos llevó a trabajar en las localidades y a buscar espacios de participación y representación política porque se comprende que la cultura es un todo y hay que tener las políticas locales, distritales y nacionales claras.
¿Y cómo se da ese proceso?
A un espacio que tenía una carga negativa en el barrio, en la cuadra, le llegó un grupo de jóvenes teatreros que lo transformamos en lo físico, en lo energético, en darle vida, color, verde, música...en tener una trompeta sonando en la mitad de la Plaza de las Hierbas a las 4 de la tarde o a unos zanqueros dando vueltas por toda la localidad, entrenando y haciendo creaciones. Es otra dinámica que se da en el territorio y justo en ese momento como Teatro El Pregón quisimos saber por qué no hay apoyo en la localidad, empezamos a empaparnos un poco de cómo es este cuento de la participación política y cómo podíamos lograr que los recursos de cultura se gastaran en cultura.
¿Entonces fue un ejercicio en colectivo?
Sí, con dos de mis compañeros que me acompañaron en estos espacios para entenderlos. Leidy Paola Alfonso, directora artística del Teatro El Pregón, y Sergey Gómez, representante del Teatro El Pregón por infraestructura cultural de Los Mártires. Ahí empezamos a empaparnos de los temas: ellos asisten a unas sesiones, yo asisto a otras. Evaluamos y decidimos que sí era importante tener esta relación y entender qué es lo que pasa desde lo político en las decisiones y en el desarrollo de lo cultural.
¿Con qué se encuentran?
Con un consejo local muy cohesionado y dinámico que ha tenido unas luchas históricas, pero que está agotado. Cuando empieza el Decreto 480 de 2018 se da un cambio muy importante: el consejo antes era consultivo se estuviera o no de acuerdo y ahora es concertado, es decir, todas las entidades que estén asistiendo, participando y firmando el acta tienen la obligatoriedad de ejecutar y de dar viabilidad a los acuerdos que se generen con el sector en ese espacio. Además, planteó una nueva estructura que permite varias delegaciones y participaciones, y así es como yo llego a otros espacios de participación.
Fue elegida por voto popular como consejera local de arte dramático de Los Mártires y por votación entre consejeros como consejera distrital de arte dramático y como consejera distrital de las artes. ¿Qué acciones puntuales está trabajando para ayudar al fortalecimiento del sector?
Como consejera distrital de las artes lo primero fue comprender que hubo un recorte presupuestal al sector. En ese sentido, nos volcamos a lo local, escuchamos y articulamos el trabajo con los consejeros locales, teniendo en cuenta que ellos son los representantes del arte y de los artistas en los territorios, que son los que desarrollan estos procesos y garantizan que el arte esté en distintas áreas del desarrollo humano. Escuchamos cómo desde los territorios se concibe, se ve y se le da importancia o no al arte. Reconocimos, por ejemplo, cómo en Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Fontibón y Suba tienen una participación de los artistas y un empoderamiento político innegable, con una incidencia en las decisiones locales. Es empezar a dar a conocer tanto la importancia, como la necesidad de ser potenciados de una forma diferencial.
En ese camino, ¿de qué cosas se ha dado cuenta sobre el sector de las artes?
La cuarentena fue un periodo bastante duro, todavía lo es. En un primer momento fue atender toda la emergencia, reconocer las necesidades y la desinformación de la institucionalidad de saber quiénes somos, cuántos somos. En eso hemos estado trabajando durante este año, en organizarnos internamente con todos los sectores de arte dramático, preguntarles cómo están, qué han hecho para reconocer la fortaleza del sector en esa misma eficacia de ayudarse, comunicarse y atendernos entre nosotros mismos para poder sobrellevar esta crisis. De todas maneras, sigue siendo muy difícil para el sector, hubo espacios a los que les tocó cerrar y las ayudas todavía no han llegado porque las políticas que se han tomado son tardías. Estamos preocupados sobre cómo mantener los espacios, las dinámicas y seguir activos. El sector está realmente afectado y levantarnos va a ser muy duro, va a requerir del tejido que tenemos entre los artistas y de una inyección presupuestal fuerte.
Desde su experiencia, ¿cuál es el estatus actual de las artes en la localidad de Los Mártires?
Me complace decir que actualmente Los Mártires tiene una influencia muy fuerte en lo cultural. En los procesos participativos fue el proyecto más votado en apoyo a industrias culturales, es uno de los consejos más eficientes en la localidad, tiene una participación notable en diferentes espacios y en la transformación, y estamos a la expectativa de un diálogo acerca de cómo se va a desarrollar el proyecto Bronx Distrito Creativo que tendrá un impacto importante en el territorio y que afecta la cultura.
¿Por qué sigue interesada en los procesos de participación y dando esa lucha?
Es una conciencia y un empoderamiento político porque en esos espacios donde no haya quien lo hable, quien lo diga, quien lo pelee se pasa de largo. Se vuelve no un espacio de concertación sino un comité de aplausos entonces eso implica llegar informada para hablar de tú a tú. El trabajo es arduo y significativo, hay que articularse con varios procesos, dinámicas e iniciativas que se dan desde lo sectorial, lo local, lo distrital y lo nacional, pero tengo la posibilidad de moverme hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados para comunicar la información con el fin de que el tejido cultural sea consecuente y responda a las necesidades. En estos momentos de crisis mi mejor papel es luchar para que el teatro no muera.
Por Lorena Machado Fiorillo