Día Internacional de los Pueblos Indígenas
“El desarrollo y supervivencia de los pueblos indígenas en el país depende, en gran parte, de la sensibilización que ustedes tengan sobre nosotros. Existe la necesidad de hacernos escuchar, para que el pueblo colombiano entienda que nuestras posturas no van en contra del crecimiento del país, sino que queremos seguir persistiendo con nuestras culturas, y que el desarrollo de nosotros como pueblos ancestrales es también el bienestar de los colombianos”.
Juvenal Arrieta González, miembro de la Organización Indígena de Antioquia
El 9 de agosto se conmemora, en el país y en el mundo, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas. La importancia de esta conmemoración se enmarca en el homenaje que hiciera la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994 a los pueblos indígenas del mundo, reivindicando sus derechos, su resistencia ante los embates a los que han sido sometidos a lo largo de la historia del mundo y en general, a su capacidad de pervivencia en el tiempo desde épocas inmemorables.
Se calcula que en la actualidad existen en el mundo más de 476 millones de indígenas que viven en más de 90 países del mundo, lo que representa el 5% de la población mundial. En Colombia durante el año 2018, el Censo Nacional de Población y Vivienda contabilizó a más de 1.900.00 personas indígenas, lo que representa el 4% de la población del país, organizada en un equivalente de 87 grupos indígenas distintos, según la Organización Nacional Indígena de Colombia, que señala que hay 102 comunidades distintas.
Lo que suele desconocerse es que esta importante fecha se encuentra relacionada con un período que míticamente se desarrolló antes de la concepción de los cuatro Raymis, fiestas centrales del mundo amerindio de época incaica; periodo que se remonta al tiempo de la filosofía del Tahuantinsuyo y en el que se reivindica a la Madre Tierra o Pachamama.
Según la profecía inmersa en esta filosofía, en este período se reactiva el denominado “Continente de la Serpiente de Luz”, o Amarukan en Abya Yala, o continente que hoy se llama América (término en Guna que traduce “tierra en plena madurez o tierra de sangre vital”).
Amarukan hace referencia un período de iluminación y de unión entre todos los pueblos amerindios, un tiempo que empieza con el momento en que las dos serpientes legendarias de nuestro continente: Amaru, serpiente de sabiduría de las tierras del sur y Kukulkan, serpiente emplumada de las tierras del norte, que se encuentran enroscadas a manera de espiral, en los extremos del continente americano.
La profecía asegura que un día ambas serpientes se juntarán formando, a partir de esta unión entre pueblos, una especie de columna vertebral que permita el renacimiento de la conciencia, la manifestación del corazón y la reactivación de la visión de los poderes de tres seres vivientes esenciales para la cultura simbólica del mundo indígena americano: el colibrí, el cóndor y el águila.
Desde la meseta de actual territorio de Kundurimarka o Tierra del cóndor, lugar donde se supone que se asienta parte de este ser viviente en el territorio de Bakatá, se ubican en la actualidad algunas de las comunidades indígenas herederas de esta filosofía. Es por eso que el Instituto Distrital de las Artes - Idartes, como homenaje a este importante día y a la presencia indígena en nuestra ciudad, preparó la imagen central con la que la ciudad conmemora este día, reuniendo los diseños de serpientes que caracterizan a los más de 15 pueblos indígenas con formas organizativas en contexto de ciudad: Cabildo Mhuysqa de Bosa de Bogotá, Cabildo Mhuysqa de Suba de Bogotá, Cabildo Ambiká Pijao de Bogotá, Cabildo Mayor Indígena Kichwa de Bogotá, Cabildo Indígena Inga de Bogotá, Cabildo Indígena Uitoto de Bogotá, Cabildo Indígena Yanacona de Bogotá, Cabildo Indígena Nasa de Bogotá, Cabildo Indígena Pasto de Bogotá, Cabildo Indígena Misak de Bogotá, Cabildo Indígena Eperara Siapidara de Bogotá, Cabildo Indígena Tubú de Bogotá, Cabildo Indígena Wounaan Nonam de Bogotá y Cabildo Indígena Kamentsá Biyá de Bogotá, además de las representaciones del pueblo Emberá en sus tres grandes grupos.
Con estos diseños se ha representado a la sierpe en textiles, pintura corporal, cestería y fachadas de los espacios comunitarios, representando a la sabiduría de la naturaleza e invocándose para pedir la curación y protección ante enfermedades. Los diseños se complementaron con los colores representativos del mundo amerindio que simbolizan el ciclo de vida o runa: las etapas preconcepción o Manarak Pakarina (color rojo), lactancia (Llullu wawa o color naranja), infancia (Killu, asociado con el color amarillo), juventud o Waylla Kumir (verde), adultez o Chawa ankas (azul claro), adulto mayor o abuelo (Yanalla ankas o azul oscuro) y la etapa de vida nueva o renovación en la que nuevamente comienza el ciclo de vida (Mushuk Kawsay o morado). En su conjunto la imagen representa el rostro de una serpiente, cuyas escamas formadas por los diseños indígenas conforman la cabeza, y cierra con una foseta nasal conformada por dos figuras romboidales que representan las míticas figuras de Amarú y Kukulkán.
La imagen, por tanto, es alusiva a la sabiduría, al tiempo cíclico, a la época que vuelve, que se renueva y que se transforma… No en vano aparece con figuras representativas como la Bachué Muisca o la Coatlicue Nahualt. Su efigie en el mundo amerindio representa el resurgimiento, la reactivación de la convivencia intercultural, la cohesión social, al reconocimiento del sujeto social y autodeterminado y el territorio como ser viviente donde se desarrolla la vida comunitaria.
Bakatá: territorio de ascendencia indígena, hoy celebra la reivindicación de derechos de los pueblos amerindios y conmemora además su origen prehispánico en fecha cercana a la celebración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, reviviendo el pasado amerindio de esta ciudad y la relevancia de un grupo étnico que se configura a partir de la permanencia en el tiempo, la autoidentificación y la reproducción social de modos de vida en contexto urbano y contemporáneo.
Por Carmensusana Tapia