De qué hablamos cuando hablamos de apoyar el talento local
De qué hablamos cuando hablamos de apoyar el talento local
En la pared cuelga un cartel, una serigrafía en papel Canson -35 centímetros por 50 centímetros-, en el que se puede leer ‘El cielo como bandera’ impreso en letras blancas sobre un fondo azul con la ligera presencia de una nube. A pocos pasos está Carlos Eduardo Roa con un lápiz en la mano haciendo una caricatura de una pareja mientras la cabeza de un león ojiazul pintado en óleo mira sobre su hombro. Unos metros más acá, un paisaje rural en un lienzo -en el que sobresale un cielo con el mismo azul del cartel y de los ojos del león- sorprende porque al mirar de cerca se ven los puntos, los espacios diminutos, que deja el bordado manual.
Si se camina un poco más hasta el comienzo del pasillo, sobre unas mesas, decenas de libros, cómics y fanzines esperan a sus lectores. Las personas se acercan, toman un ejemplar, lo ojean, pasan las páginas y escuchan a los propios editores hablar sobre los autores, sobre sus proyectos, sobre su amor por ese oficio que combina la paciencia, el papel y las palabras. En ese justo momento pasa una niña corriendo y dando saltos con un tutú y con sus nuevas zapatillas de ballet que su madre acaba de comprar -ella camina detrás mientras se guarda el cambio en el bolsillo-.
Parece mentira. La Biblioteca Julio Mario Santo Domingo -con sus techos altos, sus paredes rugosas, el piso hecho con bloques de ladrillos y, sobre todo, con los miles de libros que forman laberintos (como en aquella biblioteca que Borges alguna vez describió)- es el escenario de una feria: el rumor del público, el intercambio de saludos, la alegría del reencuentro. Parece mentira, ya que hasta hace poco las salas de cine, los teatros, las galerías de arte, los estudios de grabación, las librerías y los escenarios estaban vacíos.
Los artistas y trabajadores del arte no han dejado de crear, de imaginar, de ofrecernos lecturas únicas de sus y nuestros mundos. Es difícil tener la certeza sobre cuál dimensión de las artes y la cultura ha sido la más afectada, pues toda la sociedad no estaba preparada para una interrupción y transformación en sus dinámicas de forma tan drástica e incierta.
Por eso, pensar la reactivación cultural implica no solo promover la circulación de los proyectos artísticos, sino la reconfiguración y apertura de espacios seguros de encuentro entre las y los artistas y sus públicos, para construir comunidades y fortalecer el campo artístico de nuestra ciudad.
Así, entre el 25 y el 30 de mayo tuvo lugar en la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo la primera versión de una gran apuesta que apunta a la generación de estas dinámicas que apoyan a proyectos artísticos comunitarios: las Ferias Locales de Artes.
Las Ferias Locales de Artes son una iniciativa del Idartes que surgen como una plataforma cultural y comercial para fomentar la exhibición de bienes y la promoción de servicios de agentes culturales afectados por la pandemia, como artistas, editoriales emergentes o emprendimientos audiovisuales. Además, buscan generar un intercambio de saberes y experiencias en torno a las prácticas artísticas entre pares.
Con 33 expositores entre editores independientes y comunitarios, artistas y agentes de las artes plásticas y visuales, bailarines, academias de danza, productores audiovisuales, entre otros; 41 actividades de las gerencias de Artes Audiovisuales, Artes Plásticas y Visuales, Danza y Literatura, y de los programas Nidos y Libro al Viento del Idartes; además de los 1.500 asistentes, las Ferias Locales de Artes, en su edición de Suba, significaron una muestra más del poder transformador del arte en la vida de todos y todas, de la relevancia de apoyar el talento local y de la alegría de volver a compartir, de volver a vernos.
La reactivación en Bogotá es una realidad. Desde el sector cultura estamos haciendo un aporte importante para conectar al ecosistema artístico con la ciudadanía y apropiarnos nuevamente de los espacios en los que se desarrollarán las próximas ediciones: la Galería Santa Fe, en la localidad de La Candelaria; la Biblioteca Pública Virgilio Barco, en Teusaquillo, y el Teatro El Ensueño, en Ciudad Bolívar.
Además, queremos honrar la memoria de Junior Jein, quien falleció tras un atentado en una discoteca en la ciudad de Santiago de Cali, este fin de semana. Junior Jein participó en la música de la película ‘Somos Calentura’. fue todo un símbolo de la resistencia de la población negra y líder cultural de Buenaventura.
No podemos seguir aceptando la muerte violenta de nuestros líderes y artistas. Precisamente, las artes permiten interpelar a la sociedad y abren espacios para conversar sobre la ética, la estética y la política. Es muy importante poner a la vida sobre todas las cosas, por eso hacemos un homenaje a Junior Jein y nos sumamos a las voces que piden con urgencia reconciliarnos, en este momento histórico del país.