En el primer plano una mano sostiene una guitarra en el fondo, desenfocado alguien sostiene otra guitarra
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“Tratar con cuidado, contiene sueños”: Mirko Badiale

A propósito de la Celebración del Día de la Niñez en Colombia, recordamos una frase célebre del escritor y filósofo italiano Mirko Badiale.

Con la celebración del Día de la Niñez en Colombia hay que remontarse a la historia, para encontrar que esos sueños de los que habla Badiale, alimentaron las experiencias de vida de grandes músicos, científicos, matemáticos, literatos, artistas, estadistas, arquitectos, etc., precisamente desde su niñez.

Sabedores de que en ellos existía algo especial, pudieron reconocer sus capacidades intelectuales, su sensibilidad hacia las artes, sus habilidades para el deporte, para la ciencia o la política, y requirieron de padres, tutores o cuidadores que los impulsaran a realizar sus sueños.

Para muchos de estos infantes, el proceso no fue fácil pese al reconocimiento de su talento, genialidad y cualidades. En la etapa de su infancia, necesitaron voces adultas que se levantaran a favor de ellos.

La historia nos cuenta cómo (tardíamente) se comenzó a analizar la necesidad de brindar protección a estos “recipientes de sueños” (según Badiale), para garantizar su desarrollo físico, emocional y espiritual.

Fue así como en consonancia con la famosa frase del orador, escritor y estadista afroamericano Frederick Douglas, “es más fácil criar niños fuertes que reparar hombres rotos”, fue que los acontecimientos respecto a los derechos de la infancia, tomaron un giro inesperado: el derecho internacional volvió sus ojos a las niñas y los niños en 1989, cuando surgió la Convención sobre los Derechos de los Niños por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que privilegió el derecho a la vida, a la identidad, al libre desarrollo de la personalidad, a la educación, a la protección de los más pequeños.

Una vez tutelados los derechos de la infancia, las naciones se comprometieron a celebrar la niñez desde la protección, el cuidado y el respeto.

La Celebración del Día de la Niñez en Colombia se remonta al año de 1999, cuando se conmemoró por primera vez, extraoficialmente. Posteriormente, en el año 2001 mediante la Ley 724 del 27 de diciembre, el Congreso de la República institucionalizó el reconocimiento a los derechos de las niñas y de los niños, otorgando especial valor a su derecho a jugar, a desarrollarse integralmente, a vivir en armonía, a disfrutar de una familia y a gozar de la protección del Estado. Dentro de este contexto, y desde la agenda pública nacional, se ordenó crear y ejecutar proyectos, eventos y actividades para garantizar el acceso de los infantes a los programas de salud, educación, recreación, relacionamiento con sus familias (como núcleo de la sociedad), y promoción de la Celebración del Día de la Niñez en Colombia el último sábado del mes de abril, año tras año.

Por esta razón, para celebrar la versión 2025 del Día de la Niñez en Colombia, el Instituto Distrital de las Artes – Idartes, a través de su Programa Crea, quiere rendir un tributo de admiración y un merecido homenaje a esos seres frágiles, especiales y portadores de grandes sueños quienes, con una sonrisa, pueden cambiar las más oscuras realidades.

Las niñas y los niños en los Crea

Desde los pisos inferiores y al subir cada escalera, se escucha el sonido de varios instrumentos. La puerta del salón de música está cerrada. Al tocarla suavemente, el artista formador permite que el equipo del Instituto Distrital de las Artes – Idartes ingrese al aula para entrevistar y tomar registro fotográfico de este momento inolvidable. Cerca de 15 niñas y niños, toman sus clases de música en el Crea de Lucero Bajo. No se inquietan, se sienten tranquilos y continúan sus prácticas musicales. Allí, conceden las entrevistas que se comparten:

La primera en ser abordada es Isabella Velasco. Tiene 10 años, luce un vestido amarillo como el sol, y siembre muestra una preciosa sonrisa. Isabella asiste al Programa Crea desde hace un año. Después de tomar los talleres de literatura y baile, su interés está enfocado en el estudio de la música. Toca la tambora. En sus palabras, la formación “le ha parecido muy bien y desea seguir adelante”.

Al lado de Isabella está Andrés Afanador Calderón, tiene 9 años, estudia en el colegio Alejandro Obregón. Asiste al Programa Crea desde hace un año, y aunque ahora toca la tambora, comenzó con la guacharaca. Afirma que le gusta el programa porque “se puede divertir en su tiempo libre”.

Luego, está Dylan Sebastián Becerra Castro, quien tiene 9 años. Estudia en el colegio República Estados Unidos de América. Hace 2 años comenzó su experiencia musical con la guacharaca, pero después le gustó la tambora y ahora interpreta la guitarra. Le agrada que en los talleres “se puede divertir, hacer amigos, y tocar música”.

A su lado, está Juan David Reyna Martínez. Tiene 10 años, asiste a los talleres desde hace un año, le agrada la música y compartir con sus amigos del Programa Crea. No le gusta mucho conversar “porque le da pena” (risas).

Unos pasos más, y allí está Federico Pérez Gallego. Estudia en el colegio Alejandro Obregón. Cuenta que un día su papá le dijo que había visto un colegio de arte en la zona. Sin pensarlo dos veces, lo inscribió en el Programa Crea. Desde entonces, han transcurrido tres años. Inició su formación musical con la guacharaca y ahora está enfocado en el estudio del tiple. Le encanta la carranga “y carranguear”, según sus propias palabras.

Luego se encuentra Antonella, una nena de largas trenzas, es un poco tímida , pero comparte su amor por el violín (instrumento al que se abraza intensamente). Entre sus logros musicales cuenta que ya interpreta Estrellita y el Himno a la Alegría. Le encanta el Programa Crea.

A su lado derecho, está Andrés Felipe Olivares. Estudia en el colegio República de Estados Unidos de América, asiste al Programa Crea hace 2 años, tiene una voz fuerte y segura y le gusta interpretar el tiple “pero piezas que sirvan para bailar”.

A Carlos Calero, amigo de Andrés Felipe, le gusta la guacharaca, pero se ha desafiado a estudiar la guitarra. En sus palabras, “hablar no es su fuerte, la música sí lo es”.

Y por último, está Alejandro Álvarez Calderón. Asiste a los talleres musicales hace un año. Comenzó tocando las cucharas y ahora estudia el cuatro. Le gusta la carranga y quiere aprender a tocar más instrumentos porque “lo mío es la música”, afirma.

Espontáneamente, las niñas y los niños tratan de interpretar algún acorde o melodía para obsequiar algo de su talento.

Los músicos infantiles en desarrollo se ven tan confiados, tan felices, tan seguros de querer estar justo donde están… esto hace que sea difícil despedirse de ellos. Queda la expectativa de un próximo encuentro, pero sin perder de vista que cada niña y cada niño vive su propio proceso y debe ser tratados con cuidado, porque contienen sueños…