Un sentido homenaje a Frida Khalo presenciará el Gaitán
Un espejo reflejaba las luces que iluminaban el escenario del Gaitán, que para esta oportunidad tenía una escenografía minimalista: una silla con estética de antaño, un lienzo con una línea roja pintada en el centro, una mesa con pinceles encima y un par de vestidos señoriales colgando de la tramoya. Así comenzó en este escenario del Idartes un ensayo de Frida Libre, el reconocido monólogo musical escrito, dirigido y protagonizado por Flora Martínez, que será transmitido en esta ocasión en un formato live streaming.
De fondo, la música de un trío de cuerdas pulsadas (piano, guitarra y contrabajo) acompañaba aquella escenografía. Un sonido casi sublime que parecía danzar con las líneas que interpretaba Flora Martínez. La actriz colombiana, que en esta oportunidad encarna a Frida Khalo, la reconocida artista mexicana de mediados del siglo XX, apareció en escena. Tenía una blusa negra manga larga, una falda del mismo color con un borde blanco que le llegaba hasta el suelo y una pashmina de color púrpura sobre sus hombros.
"El amor es el rey de los vicios", decía una de las líneas del monólogo, que vehementemente interpretaba Martínez, con una mirada entre apasionada y nostálgica. Su actuación hacía alegoría a la vida de Khalo momentos previos a su muerte, e intentaba hacer un recorrido por la vida de la mexicana en relación con el arte, la política, el sexo y su romance con el reconocido muralista Diego Rivera. Una puesta en escena que ha logrado captar la atención de más de 125.000 espectadores en Colombia, Miami, New York y Toronto, desde su lanzamiento en 2016.
Esta es una versión ejecutada desde la mirada de Martínez y de cómo ella ha interpretado este complejo personaje. En esta ocasión, la colombiana intentaba retratar una mujer deteriorada físicamente, que se enfrentaba a la amputación de una de sus piernas. Khalo no le temía al dolor físico, ni a la “pelona”, como se refiere a la muerte.
La colombiana se apropiaba no solo del papel que interpretaba, sino del escenario del Gaitán. Incluso con una silla de ruedas en un par de escenas, se le veía moverse con total propiedad al vaivén de la música de cuerdas, mientras cantaba con una voz armoniosa No Volveré, la famosa composición del siempre recordado Pedro Infante.
Mientras tanto, el mánager y director musical José Reinoso se encargaba de las luces. “¿Podemos cambiar el color?”, decía al equipo técnico del Gaitán. “¿Qué tal un tono más ‘chocolatito’? Es que se ve muy blanco”, replicaba.
Hubo tiempo también para ensayar la venia, aquel acto solemne que suscita gratitud ante un público que, para esta vez, disfrutará de esta puesta en escena a través de una pantalla. No dejaba de ser extraño ver a Reinoso, a los músicos que acompañaron cada escena y a Flora Martínez inclinarse ante el aforo del Gaitán con las silleterías vacías. Una ausencia que, aunque atípica, no dejó que la pasión, el ímpetu y la entrega fueran lo que el público verá reflejado en este monólogo, que de seguro será inolvidable para todos aquellos que se conecten con aquel.