¿La radio le arruinó a la gente su relación con la música?
Crónicas

¿La radio le arruinó a la gente su relación con la música?

Santiago Rivas habla sobre los Viernes Querendones, unas sesiones musicales que buscan evocar la radio de antaño.

Aunque muchos lo conocen por su faceta como presentador del extinto programa de Señal Colombia: Los puros criollos, Santiago Rivas, artista plástico de profesión, se ha destacado en otros círculos como selector de música y organizador de fiestas “de resistencia”, desde hace más de una década. La música ha hecho parte de su identidad y su cotidianidad. 

En medio de la situación actual por cuenta del COVID-19, este artista y periodista bogotano se dio a la tarea de llevar a cabo Viernes Querendones, una iniciativa del Teatro Jorge Eliécer Gaitán que busca rememorar la dinámica de la radio de antaño, cuando el público pedía canciones y las acompañaba con dedicatorias. 

Aquí, Rivas le cuenta al público un poco más de la iniciativa y del rol que ha jugado la música en el desarrollo de su vida.

 

¿Cuál ha sido su relación con la música a lo largo de la vida?

Yo siempre he sido fanático de la música. La música ha sido una parte fundamental en mi vida. Definió el curso de mi adolescencia y descubrí muchas cosas en la vida, gracias a la música. Desde el 2006, trabajo poniendo música en bares. Después de poner música solo mucho tiempo, fundamos La Recontra y lo que ahora son los Miércoles Tristes, que son fiestas colectivas. Era una fiesta de resistencia; estaba pensada para ser una fiesta que diera respuesta a lo que no nos gustaba de las fiestas en general, en todo. Entonces todo era hecho a mano, se les pagaba bien a los trabajadores; se cobraba barato. Nosotros casi no ganábamos plata por eso. Yo diseñaba el afiche; o sea, todo era hecho por nosotros. 

 

¿Qué música ponían en esas fiestas?

Tratábamos de acercarnos a las fiestas de una forma distinta y poníamos música distinta: ni indie, ni electrónica, ni techno. Poníamos música de reivindicaciones sociales; mucha música anarquista, mucha música de reivindicación negra, mucha música gitana. Nos esforzamos por no poner música mainstream, a excepción de los hits latinoamericanos. Era una fiesta con manifiesto. 

 

Y en cuanto a la música ¿De qué forma cree que ha cambiado la relación de la gente con la música, comparando la época dorada de la radio con la actualidad? 

Este formato de los Viernes Querendones pretende hacer algo que sea parecido a la radio, pero más en términos del formato que del mecanismo. A mí me parece que la radio durante mucho tiempo le arruinó a la gente su relación con la música, ¿no?; la payola, la poca curaduría que existía, que se cerraba solamente a lo comercial; el hecho de que no hubiera casi emisoras de radio dispuestas a ponerle a la gente sonidos distintos, ni sonidos innovadores. La relación de la gente con la música crece cuando las personas tienen la posibilidad de escoger entre muchas opciones. Pero, por supuesto, gracias a la radio también conocimos a nuestros artistas favoritos. Mejor dicho, es una cosa bien ambigua. 

 

Pero eso ha cambiado un poco actualmente…

Yo creo que sigue habiendo algo muy especial en el acto de ponerle música a la gente; o sea, creo que incluso existiendo Spotify, donde uno cree que tiene acceso a toda la música del mundo, sigue siendo algo muy bonito sentarse a ponerles música a las personas. Y las personas todavía reaccionan positivamente; yo no he encontrado a nadie que diga: ¿y eso pa’ qué? Nosotros somos gregarios; tenemos la necesidad de interactuar.

 

Y en ese acto ¿cuáles considera que son los elementos necesarios para ser un buen selector de música? 

Sin querer inflar la profesión, yo creo que uno tiene que tener las mismas virtudes de un curador. Es decir, uno tiene que conocer muy bien lo que pone, tiene que tratar de mantenerse actualizado y, sobre todo, tiene que detenerse a mirar al público. Uno puede saber muchísimo de música, o muy poco de música, pero si uno quiere ponerle música a la gente, la gente es la medida de uno. Entonces los DJ’s que solamente se oyen a sí mismos están destinados a fracasar, al menos en términos de la gozadera. Es gente que no está viendo si las personas disfrutan la música; si bailan o no lo hacen. Uno tiene que estar todo el tiempo pendiente de eso. Es una conexión permanente. Por eso creo que el principal ingrediente que uno tiene que tener para poner música es empatía; es un diálogo constante con el público.  

 

Hay otra pasión en su vida y son los crucigramas, ¿ese otro gusto guarda alguna relación con su gusto por la música?  

Yo creo que es un asunto que se conecta a través del gusto por la palabra. Siempre he tenido una relación muy íntima con las palabras. Y eso también se relaciona con que es el negocio de mi familia, de eso viven: de hacer crucigramas. Pero a mí siempre me ha gustado mucho escribir, me ha gustado mucho aprenderme las letras de las canciones; yo aprendí inglés así, básicamente, para saber qué carajo estaban diciendo. Entonces por eso me gustan tanto las noches temáticas. A mí me gusta incluso la música cursi; me parece que la música cursi también puede ser simple y estar bien hecha y expresar muchas cosas. Me parece más importante saber de dónde viene una manifestación musical antes que elegir cuál es mi favorita, en razón de las palabras o sonidos que incorpora. Es decir, a mí no me gusta Arjona, pero entiendo por qué muchos consideran sus letras poesía.  

 

¿Cómo surgió la iniciativa de los Viernes Querendones?

Los Viernes Querendones nació como una propuesta para disfrutar en medio de la pandemia. Son unas sesiones de radio en vivo, que están buscando unir a la gente en torno a formas del afecto y a su relación con la música. Los escenarios están cerrados, pero al mismo tiempo la ciudad tiene la responsabilidad de mantener entretenida a la gente. Yo había pensado hacerlo como una radio de dedicatorias y hacer una curaduría de los temas; tanto de las canciones, como de las dedicatorias. Justo yo había descubierto una plataforma, que es la que estamos usando ahorita, es la plataforma de mixlr. Había hecho un par de sesiones por ahí y a la gente le gustó. Me ha parecido una cosa interesante y entretenida. Se generaba cierta calidez, incluso contando solamente con un chat. En algún punto sí era algo muy íntimo. Yo pongo algunas canciones nada más, la gente es la que las pide. Garantizo anonimato. 

 

Entonces, ¿qué papel podrían jugar las artes en medio de la pandemia?

En Alemania declararon las artes y la producción creativa bienes de primera necesidad. Ahí hay otro cuento, que ilustra perfecto eso y que se le atribuye a Churchill, en donde alguien del parlamento propone quitar la financiación para las artes y la cultura, con la idea de apoyar el esfuerzo de guerra. Y la respuesta de Churchill es, bueno, ¿y entonces para qué peleamos? Yo creo que eso lo ilustra perfecto, porque nosotros necesitamos sí o sí de un desfogue creativo y necesitamos del desfogue creativo de los demás. Eso es una forma superior de comunicación. 

 

¿Y la música?

El trabajo de los músicos (y de los artistas) tiene además la belleza de que vuelve en el tiempo; no se trata del Viernes Querendón que yo pueda hacer, sino de una canción que setenta, sesenta o cuarenta años después usted pueda poner y se relacione con el momento que usted está viviendo ahora. Apela a valores tan universales y a conexiones tan íntimas, que hacen parte tan presente de nuestra humanidad, como las cuestiones que nos aquejan día a día y las cosas que sentimos que nos definen. La música está tan metida en nuestra identidad que nosotros no podríamos vivir sin ella. Y nos damos cuenta cuando de repente ya no la hay. 

 

Por: Sebastián Hernández Noreña