Lianna: la voz femenina potente y sensible del hip hop nacional
En su casa siempre se oía música. A menudo, su papá interpretaba la guitarra y su mamá ponía las canciones de Mercedes Sosa, Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui. A ella le gustaba mucho la música Latinoamericana, pues aunque no comprendiera lo profundo de sus letras por ser aún una niña, lograba conmoverla cada vez que la escuchaba.
Aunque nació en Medellín, muy joven se trasladó con su familia a Bogotá. Allí empezó a salir de fiesta con sus amigos, como es normal en la adolescencia, y poco a poco fue acercándose a la música, particularmente al rap. ‘Fafas’, uno de sus primos, consagrado oyente del género, fue una de sus mayores influencias. Una vez, aprovechando que él había dejado un par de cassettes y discos en su casa, se dio a la tarea de escuchar los clásicos noventeros de artistas como Dr. Dre, Snoop Dogg y Tupac Shakur, cuyos beats la motivaban a cantar, a bailar y a expresar lo que sentía.
Por su cuenta, exploró mucho más el mundo del rap y sus distintas vertientes musicales. Se interesó especialmente por el neo-soul de Lauryn Hill, Erykah Badu y D’Angelo, estilo con el que empezó a experimentar por medio del canto y la improvisación. A los 16 años, Lianna fue invitada a participar en el disco Basado en hechos reales (2001) de la agrupación Conexión Frontal, en el que se desempeñó haciendo coros y logró conocer más figuras de la escena del rap local.
Dado que en ese tiempo no había muchas mujeres que cantaran en los géneros del hip hop soul y el R&B, muchos grupos comenzaron a llamarla. Durante ese tiempo grabó con artistas como Big Mancilla y Flaco Flow Melanina, quienes la conectaron a su vez con el sello independiente de música urbana Audio Lírica y Benny Bajo, uno de los productores pioneros del género en el país. Sus composiciones sentidas y melódicas llamaban la atención de varios artistas y productores musicales.
En 2008, algo más empapada de la industria, lanzó su primera producción denominada Lianna EP, un trabajo que incluyó sus primeras cuatro composiciones (No me digas nada, Nunca más, Oye y Ángel Ausente) y sería la antesala de Paciencia, el álbum con el que se ganaría un lugar en festivales como Hip Hop al Parque (2012), Rock al Parque (2013), Estéreo Picnic (2014) y Soma (2015). Cinco años después, en una constante exploración y reinvención artística, presentó Como El Agua y volvió a las instrumentales de rap, R&B y neo-soul que la atraparon y fueron su escuela en la música.
Aunque cada canción ha sido producto de diversas circunstancias y procesos creativos, lo cierto es que sus líricas se han caracterizado por ser muy viscerales y reflexivas. Algunas de sus composiciones han nacido de la espontaneidad ocasional de la artista, pero ha habido otras que le ha costado más pensar y plasmar en un papel. Este es el caso de Un minuto, su más reciente sencillo, cuya letra había estado escribiendo desde el año pasado y, luego de varios cambios en la forma y el contenido, salió a la luz, sin proponérselo, como un tema casi premonitorio de la situación que estamos viviendo por cuenta del COVID-19.
Con la letra de Un Minuto, la artista antioqueña, en colaboración con Gambeta, de la reconocida agrupación Alkolirykoz, quería decirle al público que a veces lo que parece eterno se acaba en un instante. Que hay que actuar, intentar y amar hoy, porque, como dice literalmente el tema, “(...)Para siempre es un minuto y no tengo nada más(...)”.
Este sencillo fue lanzado oficialmente en abril de 2020 y según Lianna, ha sido muy bien acogido por el público. Ella, junto a cinco músicos, presentará el próximo viernes 8 de mayo a las 7:00 p.m. un ensamble con varios de sus temas clásicos en la tercera sesión del Gaitán Desconectado, una iniciativa del Teatro Jorge Eliécer Gaitán, que se podrá ver a través de la web www.idartesencasa.gov.co