El Gaitán presenta Sernulo-Serculo
Un color azul cielo sobresalía en la tarima del Teatro Jorge Eliécer Gaitán, donde seis bailarines de la Compañía Dinamov Danza ensayaban Sernulo-Serculo, una puesta en escena que establece un diálogo entre la danza urbana y contemporánea, y que será presentada virtualmente en este escenario del Idartes el 21 de noviembre. De fondo, una malla que dejaba entrever un maniquí suspendido en el aire, cuyas extremidades estaban fragmentadas.
Acrobacias, miradas cómplices y respiraciones agitadas se convirtieron en el centro de atención. Un poco de música acompañaba a los bailarines, para incentivar el movimiento y entrar en calor. "Bueno, vamos a empezar", dijo Ingrid Londoño, directora de la compañía y la obra. Junto a ella, los seis bailarines se abrazaron con vehemencia, como haciendo un ritual previo que los llenara de energía para cumplir a cabalidad con el show. Hablaban en voz baja, para que nadie más escuchara sobre los pormenores del espectáculo.
El sonido de un piano, que producía una melodía un tanto melancólica, se tomó el lugar. Solo quedaron dos bailarines en escena. Insertos en la misma camiseta, hacían toda clase de peripecias y movimientos con sus cuerpos.
"Grabando cámaras, grabando audio", se le oyó decir al encargado de las consolas del Gaitán. Empezó. En fila india se situaron los bailarines, como si todo juntos fueran un gran cuerpo cuyos movimientos sucedían perfectamente coordinados. La música que acompañaba el acto suscitaba cierto misterio, suspenso y hasta un tanto de terror. Pitos de carros, truenos y vendedores ofreciendo sus productos se percibían entre aquellos sonidos.
Seis luces amarillas caían en los extremos de la tarima de este escenario del Idartes, muy alineadas con la coreografía de los bailarines. Desde la tramoya, otras tantas luces azules alumbraban intermitentemente el escenario. Todo el combo de Dinamov se acercaba de vez en cuando, en grupo, a una de las esquinas del escenario, mientras todo a su alrededor estaba desolado, incluyendo la silletería.
“Lo que Dinamov propone en cada una de sus piezas es un cuerpo adaptable; un cuerpo que muta, que se transforma y navega todo el tiempo entre la danza urbana y la búsqueda de la creación contemporánea”, señaló la directora de la compañía.
Hasta el momento, solo habían hablado a través de sus cuerpos. Ahora, se daba inicio al diálogo. "Nada, todo; todo o nada", decía una de las líneas de esta obra, una en la que la directora intentó retratar el día, la cotidianidad de una persona, tratando de explicar cómo somos anulados y anulamos constantemente a las personas que nos rodean. De acuerdo con ella, los seres humanos son violentados, reducidos y silenciados todo el tiempo, y esa es justamente la forma en la que permanecen en la sociedad, en una relación amorosa o en un entorno determinado.
Inició la segunda parte del espectáculo, esta vez con una gran cabuya que se volvió el hilo conductor de la actuación de Dinamov. "Prepárate para verme en la cima", decía una de las bailarinas entre risas. Al final, la cara de una de ellas pareció volar y quedarse entre las manos de los demás, quienes la veían con asombro y la admiraban casi de forma ritual, mientras bailaban, gritaban y se miraban fijamente. Aquella cabeza se convirtió en el centro de toda la puesta en escena.
Según Londoño, esa parte del cuerpo representaba la idea de que toda la anulación a la que están sometidos los seres humanos constantemente, que muchas veces se hace para sí mismo, está en la cabeza de las personas. La cabeza era, entonces, la representación de la anulación del ser, que sucede con uno mismo así como con los demás. “Uno es el primero en anularse, esa es la razón de muchas inseguridades”, agregó.
Luego de bajarse del escenario exhausta, Londoño reconoció además que esta obra de creación que se llevó a cabo en las instalaciones del Gaitán, que por ahora no ha abierto sus puertas al público, es vulnerable de ser interpretada por el público de forma subjetiva y diversa.
“Una obra donde el cuerpo se ve sometido a distintas texturas y líneas de pensamiento; estados corporales que hablan sobre la violencia sutil y de cómo nos minimizan y minimizamos”, concluyó.