Carlos Páez: las ondas como caminos
Cuando apenas era un niño de 8 años, a Carlos Páez le apasionaba armar y desarmar sus juguetes para saber qué tenían por dentro. Algunas veces, incluso, se las ingeniaba para darles otros usos a aquellos, como cuando desarmó un tren eléctrico, cuya fuente de poder combinó con partes de un radio para inventar una alarma. Todo, para que esta sirviera de alerta cuando sus hermanas querían entrar a su cuarto a coger sus juguetes.
Mientras estuvo en el colegio, Páez seguía interesado en el funcionamiento electrónico de las máquinas que hacían parte de su cotidianidad. Por eso estaba convencido, poco antes de graduarse, de que la carrera que quería estudiar era ingeniera electrónica. Así las cosas, se incorporó en 1999 al programa que ofrecía la Universidad Javeriana y estudió allí la mitad de la carrera. Sin embargo, se dio cuenta de que aunque la electrónica le ofrecía temas de su interés como la programación y las redes, lo cierto era que su gusto se iba encaminando cada vez más por el lado de cómo funcionaba el sonido en las máquinas; aquellas ondas que se convirtieron en el recurso y el proyecto de vida de Páez.
Por aquel entonces, Paéz hacía parte además de una banda de rock alternativo, que influenció mucho más su interés en la materia. En aquella, era el bajista, pero también se encargaba de tomar el control de las grabaciones; de graduar los sonidos de todos los instrumentos, de hacer las mezclas y los efectos. En ese momento, descubrió que a lo que quería dedicarse era a explorar técnicamente el sonido de lo musical. Investigando sobre carreras afín, se dio cuenta de que en la misma universidad ofrecían un programa de música, con énfasis en ingeniería de sonido. De momento, sus más dos grandes pasiones. Se incorporó de inmediato.
Aunque Páez estaba cumpliendo su sueño de dedicarse a las dos cosas que más le apasionaban, el enfoque academicista de la carrera lo desmotivó paulatinamente. Él pensaba la música y la ingeniería desde lo mucho que estas lo apasionaban y no desde qué tan erudito podría llegar a ser. De modo que resolvió retirarse. Luego de otros tantos ires y venires en universidades e instituciones académicas, finalmente se graduó como músico arreglista de la Universidad Sergio Arboleda en 2008, donde además se encargó durante un buen tiempo de hacer los montajes y la amplificación de los conciertos en vivo de final de semestre.
Sumado a eso, Páez se dedicó a dar clases particulares de bajo y se involucró con la Academia de Artes Guerrero para ser docente de algunas materias del programa de producción musical. Comenzó con asignaturas básicas de electrónica y, poco a poco, se encargó de los semestres superiores con materias enfocadas en los equipos y el sonido en vivo. “Al sonido le he dedicado todo mi tiempo. Y uno con las preguntas de los estudiantes aprende un montón”, comenta, sobre su etapa como docente.
De acuerdo con lo que él dice, la Guerrero le permitió ser docente, pero además poner en práctica toda esa teoría que compartía con sus estudiantes. De modo que comenzó a encargarse de todo el montaje de conciertos en vivo, con equipos prestados en principio, los cuales fue adquiriendo la institución, a medida que Paéz ayudaba a identificar las necesidades. Al mismo tiempo, a inicios del 2013, se unió a un proyecto de uno de sus amigos, que consistía en sacar adelante un programa de formación musical con la Alcaldía local de Suba y más adelante con la de Engativá. “Para ese proyecto hicimos muchos conciertos en vivo con emisoras y yo ponía los equipos”, recuerda.
En diciembre de 2016, le sucedió algo que recuerda con mucha emoción: una de sus bandas favoritas, las 1.280 Almas, la cual escuchaba consagradamente durante su adolescencia, se contactó con él para que les ayudara con la mezcla de un concierto en vivo. Sin pensarlo dos veces, aceptó la propuesta, con tan buena suerte que terminó siendo el ingeniero de sonido de la banda durante poco más de tres años.
Además de hacerle innumerables veces el montaje y la mezcla en vivo a esa y otras bandas y de ser docente en la Guerrero durante 11 años, el profesional del sonido ha trabajado paralelamente en el desarrollo de su propia empresa de renta de equipos de sonido, con la que había estado trabajando sin problema. Ahora, dada la situación actual por cuenta del COVID-19, Páez se ha dedicado a hacer streamings de artistas desde sus casas, así como a investigar sobre plataformas de transmisión, de video y otras propuestas alternativas, con la idea de adaptarse cada vez más a la virtualidad.
El próximo 23 de julio a las 4:00 p.m., el profesional del sonido será el protagonista de la primera sesión de un taller especializado en sonido, que hace parte de la franja técnica de teatro del Gaitán. A través de idartesencasa.gov.co, el público bogotano podrá conectarse con esta actividad, en la que Páez hará una introducción sobre lo que es el sonido en vivo, hablará sobre la diferencia que existe con el estudio de grabación; la amplificación vs la ganancia y las consolas de mezcla.
Por: Sebastián Hernández Noreña