La formación en danza desde la mirada de las maestras
Johanna Cruz contesta el teléfono desde Madrid, España, lugar al que llegó hace 14 meses en una búsqueda personal que, sin esperar, le ha abierto puertas para seguir afianzando el proceso artístico que inició en el 2003 cuando terminó sus estudios de danza en Bogotá. Siempre soñó con ser bailarina intérprete, y lo ha logrado; pero con el pasar del tiempo quiso adentrarse en otros tipos de entrenamiento y profundizar en el campo de la formación, actividad a la que se ha dedicado especialmente desde su llegada a la ciudad europea, donde también cursa una maestría.
Y Paola Vargas, con un marcado acento paisa, deja en evidencia su pasión por la danza y, al igual que Johanna, por la formación artística; esto último, desde que tuvo la oportunidad de ver en escena, no recuerda el año exactamente, a Rafael Palacios, el coreógrafo, bailarín y director de danza que se convirtió en su inspiración porque, como señala, fue maravilloso ver a un cuerpo de color manejando un montón de técnicas mezcladas que demostraban sutileza y fortaleza al mismo tiempo; técnicas que más apropió para guiar sus procesos formativos.
Estas dos mujeres colombianas, desde distintas ciudades del mundo y con énfasis diferentes, coincidieron hace poco tiempo en un mismo escenario: Orbitante, la plataforma que promueve la danza en Bogotá y que hace poco seleccionó a su grupo de bailarines multiplicadores para llevar el arte a los territorios y las comunidades de la ciudad; bailarines a quienes Johanna y Paola enseñan actualmente diferentes técnicas de danza y acondicionamiento físico, basadas en experiencias y en el enfoque que han dado a su carrera artística.
Johanna, por ejemplo, durante muchos años estuvo concentrada en géneros de danza contemporánea, ballet, jazz, salsa y ritmos urbanos, hasta que esa búsqueda de nuevos entrenamientos la llevó a incursionar en el pole dance y el pilates, técnicas que hacen parte de las clases que dicta actualmente a los multiplicadores y a otros bailarines del mundo que se han unido a las sesiones virtuales que tiene para mejorar posturas y guiar el acondicionamiento físico de los artistas de la danza, desde la postura del ser maestra que, para ella, exige generosidad, atención, herramientas y dinámicas muy claras.
Su proceso con Orbitante comenzó a mediados de junio cuando, luego de ser contactada por la Gerencia de Danza del Instituto Distrital de las Artes – Idartes para apoyar esta formación artística, se dio a la tarea de estudiar las hojas de vida de los multiplicadores que recientemente habían sido seleccionados; su principal misión fue generar un bosquejo de esos cuerpos distintos que en adelante serían sus alumnos y con quienes se reúne frecuentemente para enseñarles acerca del acondicionamiento físico, con un ejercicio de observación y un hilo conductor que le permiten responder al dinamismo y la diversidad de cada cuerpo.
Por su parte, Paola enfoca las sesiones de formación en las técnicas afro contemporáneas que aprendió durante su paso por África, país al que llegó a estudiar en el 2013 y del cual reconoce, pese al choque cultural, los aportes a su desarrollo artístico, no solo desde el área de la danza, sino también en lo relacionado con la música, el teatro y la oralidad. Las técnicas fusionadas que aprendió en ese entonces, son las mimas que enseña hoy a los multiplicadores de Orbitante, enfocando sus esfuerzos también en el rescate de las tradiciones del pacífico colombiano o, como señala, de Buenaventura hacia abajo.
En sus clases, Paola no solo busca que los bailarines aprendan algún tipo o línea de la danza, sino que apropien metodologías que les permita llevar ese conocimiento a los territorios, partiendo de un calentamiento afro que, fusionado con otras posibilidades de movimiento, enriquece la formación artística, demostrando que Colombia es un país versátil, lleno de cultura y cuerpos que amplían la mentalidad del movimiento y fomentan la apropiación de las artes.
Esto es parte de lo que hoy aprenden los bailarines multiplicadores de Orbitante, un grupo muy variado que, para las dos maestras colombianas, es ganancia porque permiten compartir experiencias, tradiciones y culturas diferentes; permite, en resumen, un ejercicio de retroalimentación donde se aprende a escuchar los cuerpos y se enseña la versatilidad del movimiento, un movimiento que se multiplica en los territorios.
Por Yeimi Díaz Mogollón