Cantos y arrullos: tradición para la población afrodescendiente
Bogotá, la selva de cemento como la llaman muchas personas que migran de otras regiones del país a la enorme capital, es una Colombia chiquita que posee una mezcla de acentos, culturas y costumbres.
Ciudad Bolívar, es una de las ciudades de esa Colombia chiquita que más personas afrodescendientes recibe; a lo largo y ancho de esta la localidad se puede observar cómo diferentes grupos de personas afrodescendientes habitan cada rincón. Dentro de las razones por las que confluyen en la localidad, es por la comodidad económica que encuentran frente a sus necesidades y por la oportunidad de establecerse. Van llegando de generación en generación, por vecinos o por referencias de quienes emigraron antes que los otros.
Conservar su cultura también los ha motivado a agruparse y por ello para mantener esas tradiciones de sus ancestros intactas, varias fundaciones de Ciudad Bolívar reúnen a niños y jóvenes afrocolombianos entre dos o tres veces por semana para preservar, por medio de talleres culturales, la memoria de su población.
Heider Lacera, es un líder afrodescendiente, fundador de la Asociación de Profesionales Afrodescendientes de las Artes y las Humanidades - Agrupación Pattaki, quien ha acompañado varios de estos procesos en la localidad, y fue ganador de una de las becas de oraliteratura ofrecidas por el Programa Distrital de Estímulos en el 2019, con su proyecto Arrullos e historias cantadas y contadas por niñas y niños afrodescendientes de Arborizadora Alta en Ciudad Bolívar.
“El trabajo de la comunidad afro en Ciudad Bolívar es muy bonito y especial, porque hay mujeres y hombres que vienen trabajando con los jóvenes, niños y adultos de los barrios. Hay diferentes movimientos que han dedicado su vida, su casa y su economía para preservar nuestra cultura a través de la música, la danza y la oralidad, y ahí es en donde entramos nosotros como Agrupación Pattaki, a reforzar con teoría y técnica esa parte empírica que ellos ya tienen”, afirma.
Fue mediante esta propuesta que involucró niños y niñas desde los 3 hasta los 12 años, que Heider decidió fortalecer la identidad cultural y artística de las comunidades NAPR (Negros, Afrodescendientes, Raizales y Palenqueros) de Bogotá por medio de la promoción de las tradiciones literarias no escritas y diversas formas orales como cuentos, décimas, cantos, letanías, arrullos, ritos, historias, entre otras, conocidas como oraliteratura, con la intención mantener esas tradiciones representativas de la población.
{"preview_thumbnail":"/sites/default/files/styles/video_embed_wysiwyg_preview/public/video_thumbnails/OjTKZ4OpFxc.jpg?itok=-sKodTwy","video_url":"https://www.youtube.com/watch?v=OjTKZ4OpFxc","settings":{"responsive":1,"width":"854","height":"480","autoplay":1},"settings_summary":["Embedded Video (Adaptable, autoplaying)."]}
“Bogotá es un contexto complejo para la práctica de los saberes de las comunidades afrodescendientes, negras, raizales y palenqueras, pues la necesidad y exigencia de adaptación al ritmo de la capital, muchas veces aíslan los procesos propios de nuestras comunidades. Las dinámicas de la misma hacen que los procesos de transmisión de saberes no se den en las mismas condiciones que en los territorios en los cuales históricamente han vivido nuestras comunidades”, señala al resaltar que las tradiciones no escritas literarias, a través de la historia han sido poderosas; porque es la única forma en la que de generación en generación se han transmitido todos los saberes, arquitectónicos, gastronómicos, culturales, sociales, políticos y educativos de la cultura afro independientemente de su ubicación geográfica.
Estas expresiones tradicionales son un punto de partida para el proceso de enseñanza de la comunidad infantil afrodescendiente, pues en sus letras, su contenido vivencial y emotivo aprenden esos saberes heredados por sus antepasados.
A propósito del mes de la Herencia Africana y el Día de la Afrocolombianidad que se celebra este 21 de mayo, Heider enfatiza en la tenacidad de su población que se reconoce e identifica a pesar de estar en una capital. “Lo que más resalto es la resiliencia, cómo hemos podido a pesar del tiempo, de la actividad, del corre corre, de lo que significa una capital, que nuestras comunidades negras en sus calles, en sus barrios, en sus familias en sus casas, sigan conservando y sigan protegiendo la memoria de nuestro pueblo. Es de las cosas más valiosas que puedo destacar. Tenemos en nuestras raíces, en nuestro caminar, en nuestra sonrisa, en nuestra mirada toda la cultura afrodescendiente”, puntualiza.
Por Lina Vásquez