Vendedora Zona de Arte y Emprendimiento Colombia al Parque
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Todas las Colombias que caben en un festival

Un homenaje al ingenio, la innovación y el talento nacional que se hicieron presentes en la última versión de Colombia al Parque.

El fin de semana pasado el Parque de los Novios fue el escenario para que todos los colores que conforman este país se mezclaran en uno solo. La música que puso a vibrar los corazones de orgullo y gozo; la danza que unió a extraños al compás de algunas de las músicas tradicionales; los sabores que sirvieron de combustible para las 23.000.000 personas que disfrutaron el Festival y las caras e historias que se escondían detrás de los productos y estantes de los emprendedores culturales y artísticos. Todo eso es Colombia.

Cuando las personas caminaban por la Zona de Arte y Emprendimiento podían encontrar paisajes costumbristas pintados a mano, figuras tejidas, fanzines que cuentan historias de mujeres escritas e ilustradas por mujeres, libros que mostraban las diferentes caras de la ciudad, materas hechas de plástico reciclado y muchos otros productos que llamaron la atención de quienes transitaron por esta sección del Festival.

“Me parece muy chévere que inviten a este tipo de emprendimientos a participar en estos eventos porque generalmente son las marcas grandes las que están en estos festivales de la ciudad. Siempre son las empresas que ya todo el mundo conoce, pero dar a conocer estas iniciativas hace que se les reconozca y que crezcan más. También hace que uno pueda conseguir otro tipo de cosas que a veces no se consiguen en estos eventos”, cuenta Paola García, una de las personas que estuvo comprando en la Zona.

Y es que algunos de los productos eran el reflejo de las historias u objetos locales que algunos emprendedores tomaban de inspiración. Por ejemplo, El Deambulante, un laboratorio creativo de identidad y territorio que, entre sus productos, tiene una serie de monederos que llevan impresas las imágenes de las busetas de antaño que rodaban por el país hace décadas, otros tienen ilustraciones de las misceláneas típicas que pueden encontrarse en los barrios populares de Colombia. “Lo que queremos es que las personas se sientan representadas en los productos. (...) También queremos mostrar que estos productos se pueden crear localmente y esto puede ser significativo para contar otras historias de las ciudades”, dice Vanessa Vellojing, su fundadora.

Uno de los stands que más llamó la atención fue el del colectivo Residuo 0 Lab, una iniciativa de transformación del plástico reciclado que permite crear objetos de material reutilizado, dándole un nuevo sentido. Allí estaba Adriana Vega, miembro de la Batucada a la Lata, un proceso formativo para mujeres recicladoras de oficio y líderes comunitarias que adquieren herramientas artísticas y creativas para sus labores e ingresos económicos. Quienes pasaban por allí querían hablar con ella y crear un recuerdo del Festival con la máquina transformadora de plástico.

“Creo que es importante estar en este festival porque a Colombia le falta mucha educación ambiental. Necesitamos parar por las nuevas generaciones porque si seguimos consumiendo sin pensar, estamos destruyendo el Planeta. El arte y la cultura nos sirven para eso”, dice Adriana.

Además de las iniciativas de Vannesa y Adriana, 12 emprendimientos más estuvieron vendiendo y contando sus historias al mejor estilo colombiano. En comunidad, con alegría, amabilidad y creatividad. Todos representan el espíritu y las diferentes versiones de un país que se puso cita en Bogotá y que recibió gente de diferentes latitudes. Para todos ellos, como el lema que tuvo este año la celebración, su festival también fue Colombia.

Por Tania Calderón