Introducción

 

Lafcadio Hearn (1850-1904) llegó al puerto de Yokohama, Japón, el 4 de abril de 1890 en el buque Abysinnia, que había zarpado el 17 de marzo desde Vancouver, capital de la Columbia Británica en Canadá. Enviado como corresponsal del Harper’s Magazine de Nueva York, viajaba con la tarea de redactar varios artículos con observaciones de un país que apenas tres décadas atrás desmontaba el prolongado sistema feudal militar del shogunato, adoptaba una nueva constitución y abría las fronteras al mundo de Occidente. Aunque no sería fiel al propósito firme de apuntar de inmediato las impresiones iniciales que le dejaba ese nuevo mundo antes de que se desvanecieran en la memoria –como le aconsejó un amigo profesor inglés– Hearn sí pudo consignar una idea fundamental en sus notas redactadas a posteriori, bajo el título Mi primer día en Oriente: “El primer hechizo de Japón es tan intangible y volátil como un perfume”.

Para Hearn, se tratará del hechizo y la misma ensoñación que ejercen los territorios poblados por las hadas y los espectros primordiales que ya no vuelven a soltar a quien encantan. Sin embargo, la fascinación sería, sobre todo, la de un mundo que había leído e imaginado desde sus lecturas de infancia y juventud en los relatos tradicionales del llamado Lejano Oriente, con sus divinidades extrañas, anterior en siglos a ese Japón “moderno” y en rápida expansión, con el que mantendría una relación de amor y odio que dejó sin resolver, pues nunca dejó de ser del todo un extranjero, un gaijin.

Aún así, y después de un penoso y agotador nomadismo, propio de un espectro que desde niño no encontraba la calma ni el hogar, Lafcadio Hearn se estableció definitivamente en Japón durante los siguientes catorce años, hasta el día de su muerte. Vivió en las ciudades de Matsue, Kumamoto, Kobe, Kioto, capital del nuevo imperio, y descansaba en el pequeño puerto de pescadores de Yaizu, donde murió un 19 de septiembre, víctima de un ataque al corazón. En esta última parte de su vida, se convirtió en profesor de inglés y literatura, contrajo matrimonio con la hija de uno de los últimos samurais del periodo Meiji, tuvo cuatro hijos, halló una nueva forma de tranquilidad espiritual en la tradición busdista, se nacionalizó japonés y, en consecuencia, se cambió el nombre por el de Koizumi Yakumo, adoptando el apellido de su esposa Koizumi Setsu y un primer nombre que significaba algo así como “ocho nubes formándose”.

Y fue en Japón donde Lafcadio Hearn redactó la mayor y más importante parte de su obra ensayística y literaria, doce títulos alimentados en su totalidad por la cultura y el folclor japoneses: Atisbos de un Japón desconocido, 1894; Out of the East: Reveries and Studies in New Japan, 1895; Kokoro: ecos y nociones de la vida interior japonesa, 1896; Gleanings in Buddha-Fields: Studies of Hand and Soul in the Far East, 1897; Exotics and Retrospectives, 1898; Cuentos de hadas japoneses, 1898; En el Japón espectral, 1899; Shadowings, 1900; Lírica japonesa (haikús), 1900; Una miscelánea japonesa, 1901; Kottō: Being Japanese Curios, with Sundry Cobwebs, 1902; Kwaidan,1903; y las obras póstumas, Japón: un intento de interpretación, 1904; El romance de la Vía Láctea, 1905.

Nacido en la isla griega de Leucadia (origen de uno de sus varios nombres de pila), Lafcadio Hearn fue el segundo hijo del malogrado matrimonio entre Rosa Cassimati, de origen griego, y Charles Hearn, cirujano militar de origen irlandés. A los dos años viajó con su madre a Dublín, a la casa de su abuela paterna, pero por conflictos entre las dos mujeres y un amor ya perdido, su madre regresó sola a Grecia y nunca más volvieron a encontrarse. Su padre anuló el matrimonio, se casó de nuevo y dejó a Lafcadio al cuidado de su tía Sarah Brenane. Así, con apenas seis años de edad, después de pasar parte de la infancia en internados en Francia e Inglaterra, Hearn iniciaba lo que sería un largo recorrido hacia una vida solitaria de pobreza y abandono crecientes. A los nueve años perdió el ojo izquierdo en un accidente colegial y pronto conoció la miseria y el terror de los fantasmas en una casa en Londres. Antes de cumplir los diecinueve años fue enviado a Cincinnati, Ohio, Estados Unidos, en una especie de viaje de iniciación a ciegas. Sin embargo, y sobreponiéndose a todo tipo de dificultades y privaciones, Hearn empezaría a consolidar su profesión de escritor y periodista en varios medios impresos.

Expulsado de su trabajo como redactor en Cicinnati a consecuencia de un matrimonio ilegal con una mujer de origen creole, Hearn viajó a Nueva Orleans donde fue contratado para el periódico Times-Democrat. Interesado en el folclor, la lengua y las costumbres de ese mundo en el Sur y la cultura creole, permanecerá diez años en Nueva Orleans, redactando crónicas para reconocidos periódicos de escala nacional como Harper’s Weekly y Scribner’s Magazine, que le darán cierto reconocimiento entre el público y el mundo literario. Allí publicará también varias de sus primeras obras importantes como Stray Leaves from Strange Literature, 1884; Le Cuisine Créole, 1885; A lgunos fantasmas chinos, 1887, y su primera novela, Chita: A Memory of Lost Island, 1889, entre otros, y dedicará parte de su tiempo creativo en continuar con otra de sus pasiones: la traducción de relatos y textos de sus queridos escritores franceses, como Gustave Flaubert, Pierre Loti, Theophile Gautier, Guy de Maupassant y Emile Zola. Después de un intervalo de dos años recorriendo las Antillas, Hearn se instala en Nueva York, ciudad que no dejará de parecerle un lugar donde “nadie puede encontrar a nadie, nada parece estar en ningún lado…”, pero es ahí donde también sir William van Horne, presidente de la Canadian Pacific Railway, le ofrecerá el pasaje a Japón.

Los restos de Lafcadio Hearn fueron enterrados en el cementerio de Zoshigaya, en el sector norte de Tokio. Al lado de su nombre Koizumi Yakumo aparece la inscripción de su kaimyõ, nombre budista que se ofrece al espíritu del muerto: Hombre piadoso semejante al brote puro de las flores como ocho nubes nacientes, quien habita en la mansión de la iluminación verdadera”.

La presente selección de trece historias, que hemos titulado Algunos espectros orientales para el número ochenta y uno de Libro al viento, proviene de libros representativos de Lafcadio Hearn o Koizumi Yakumo, como son Algunos fantasmas chinos, 1887; En el Japón espectral, 1899; Una miscelánea japonesa, 1901; Kwaidan, 1904 y El romance de la Vía Láctea, 1905. Sin duda el lector, cuando se sumerga en las siguientes páginas, reconocerá de nuevo que pasar un rato entre fantasmas es una de las más extraordinarias sorpresas que deja la lectura de relatos de ficción.

Julio Paredes

** **

Nota del editor 

Las ilustraciones que acompañan este libro proceden de las primeras ediciones de Lafcadio Hearn: Japan, ein Deutungsversuch, 1912; Japanbuch, 1911; Kokoro, 1905, editadas por Rütten & Loening en Fránkfort del Meno.