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Cuéntame al oído: la voz que narra y acompaña

Desde los escenarios del Idartes, surgió una iniciativa para llevar arte más allá de internet.
Banco de imágenes Unplash
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“Ha sido una gran compañía en medio de la cuarentena. Algunos han llorado inconsolablemente en medio de la narración”, cuenta la locutora Alexandra Lozada. También ha habido quienes, viviendo a miles de kilómetros del país, han encontrado parte de su hogar y su identidad en los diversos cuentos y poemas, los que les lee ella, actriz de doblaje y narradora de Cuéntame al oído, una iniciativa de la Sala Gaitán del Idartes. 

Alexandra es quien ha acompañado desde el principio esta propuesta, que surgió a raíz de la cuarentena y cuya dinámica consiste en llamar vía telefónica a quienes se inscriban, para leerles un cuento o narrarles un poema de su temática preferida. El material literario hace parte de la colección Libro al Viento, un programa ya bien reconocido en Bogotá por transformar los canales tradicionales por los cuales circulan los libros y la literatura.

Para ella, ha sido inevitable no involucrarse con cada uno de los inscritos. Incluso, ya reconoce la voz de algunos, pues han participado varias veces. Sandra Quintero, una de las felices usuarias, es uno de esos casos. La boyacense, radicada en Bogotá, está siempre aguardando la llamada de su narradora, pues asegura que es como si conociera personalmente y de mucho tiempo a esa voz que, del otro lado de la línea, la desconecta de su cotidianidad, pone a volar su imaginación y la llena de sosiego. Ayuda, sobre todo, “a quienes tienen heridos el cuerpo y el alma”, dice.

Diferencias, un cuento que hace parte de La dicha de la palabra dicha, del escritor Nicolás Buenaventura, la atravesó completamente. La hizo reconocerse humana, frágil y vulnerable. Siente que aquellas líneas que invitan al amor en medio de la disparidades, expresan majestuosamente la creación, la magia de las relaciones amorosas y lo sublime de la humanidad. 

La experiencia también ha sido más que provechosa para la narradora, pues la ha hecho consciente del poder que tienen las palabras en las emociones humanas, y de cómo estas pueden acompañar a las personas de una forma tan íntima y respetuosa a la vez. Cuando abre un un cuento o ubica la primera línea de un poema, se mete de lleno en esas historias. Siente lo que los personajes sienten. De otro modo, dice, sería imposible conmover a quien escucha e involucrarlo en el curso de la narración. 

En esta época de confinamiento, estas narraciones han significado ese encuentro íntimo y humano para decenas de personas que han expresado su gratitud con Cuéntame al oído. En especial, para quienes no tienen contacto con la oferta cultural que encuentran en internet, bien sea por la falta de relación con esta tecnología o porque no tienen acceso a la red. “Es una iniciativa única para este momento, ya que descentraliza la oferta que había estado concentrándose en los medios digitales”, comenta Mauricio Galeano, Subdirector de Equipamientos Culturales del Idartes, quien tiene a su cargo los escenarios públicos de Bogotá, incluyendo la Sala Gaitán. 

Si bien todo empieza por llenar un formulario en internet, la experiencia artística no pertenece al ciberespacio. Inicialmente, los participantes eligen el día y la hora de la llamada, entre los turnos que están disponibles, y los géneros literarios que quieren escuchar. Hay crónica, romance, terror, mitos y leyendas e historia. 

Luego de una árdua labor por parte del equipo de la Sala Gaitán, filtrando y organizando las peticiones, llega la hora de la llamada. Basada en los gustos que manifiestan los participantes, la narradora escoge el texto que ella considera idóneo, cuyo insumo principal es la colección Libro al Viento, que incluye obras como El Horla, de Guy de Maupassant; Once poetas argentinos, de Susana Szwarc; o Cartas de la persistencia de 2007, una compilación en la que se invitó a los colombianos a escribir sobre sus historias de vida, sentimientos y situaciones personales.

Gracias a Cuéntame al Oído, las letras de todos estos escritores, que fueron tan bien recibidas por Quintero y otros tantos usuarios, han llegado a más de 700 personas inscritas, en ciudades como Arauca, Duitama, Manizales y Medellín, pero también a países como España y Australia. Aunque la oferta cultural en Bogotá ha venido adaptándose al lenguaje de la virtualidad, lo cierto es que esta propuesta ofrece una manera auténtica y vívida de acercarse a la literatura. 

Poco a poco, a medida que pasan las semanas, han venido sumándose narradores y públicos a la iniciativa, una idea que sus precursores consideran sencilla y no necesariamente novedosa, pero que resulta de las más potentes para este momento. 

Ahora Nidos, el proyecto del Idartes dirigido a la primera infancia (1 a 6 años), se ha encargado de llamar a las madres gestantes y a los más pequeños, inscritos por algún familiar o persona cercana, para que reciban esa llamada personalizada, que ahora también incursiona en el canto con Cuéntame al oído: una canción infantil.

La Gerencia de Literatura del Idartes, en alianza con Fundalectura, también ha sumado narradores a la actividad, que llegarán a más rincones de la ciudad, del país y a donde estén quienes se inscriban, dispuestos a llamarlos, contarles de qué se trata la actividad, esperar a que se pongan sus audífonos y conectarlos con sus recuerdos y perspectivas, por medio de su principal insumo: la palabra dicha. Su única tarea es ponerse cómodos, cerrar los ojos y transportarse. 

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Por: Sebastián Hernández Noreña
 
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