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Crónicas

Aquí comienza la historia del espectáculo bajo las carpas

Malabares, payasos, acrobacias, pantomimas, títeres y teatro, todo bajo el concepto de circo contemporáneo.
Noche de gala Festival Internacional de Circo de Bogotá
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Debajo de una carpa se esconden muchas historias. Es un espacio natural de encuentro y de construcción; un lugar que permite a la gente pensar que todo es posible y donde se pueden ver cientos de rostros que sonríen al compas de la verborrea de los payasos, que parece inagotable. Malabares, acrobacias, ritmos y percusión; algo de pantomima, títeres y mucho teatro, todo en un solo espectáculo que se ha transformado con el pasar de los años bajo una inmensa lona que se roba la atención del público en todo tiempo y en todo lugar.  

Son historias que comenzaron en Bogotá al mismo tiempo que iniciaba la década del 2000, cuando un grupo de artistas influenciados por las experiencias de países como Argentina, Chile y algunos del continente europeo, comenzaron la estructuración de una técnica que les permitiera fortalecer las actividades del circo tradicional que recorría las calles de la ciudad, bajo ese gran símbolo que históricamente las ha caracterizado, la carpa.

Y allí estaba Andrea del Pilar Ruíz, psicóloga, actriz y dramaturga, quien desde hace 19 años representa a la Asociación Cultural Muro de Espuma, desde donde se creó el mundo del circo en la capital colombiana, impulsado por las convenciones latinas que comenzaron a replicarse con el objetivo de generar procesos de formación alrededor del arte bajo las carpas; de ahí, un recorrido por la investigación, la documentación, los festivales y los encuentros que siguen vigentes en la ciudad.

En ese mismo tiempo se hacía visible la presencia de Circo Ciudad y Circo Para Todos, dos organizaciones que también fueron promotoras de este acontecimiento artístico. Lo que no es claro es el nombre de la primera obra circense puesta en escena; es un debate que aún no termina y dos las compañías que compiten por ese lugar, en lo que al circo contemporáneo se refiere; ese mismo que lideró la defensa de los animales asegurando que en esta actividad el único animal es el hombre, como reza el eslogan de Muro de Espuma.

A la mente de Andrea del Pilar viene el recuerdo de Posturas, un híbrido entre el teatro y el circo que se realizó en el año 2000 o 2001, con escenas que para ese momento eran muy cuestionadas por el tema religioso. También está la obra Sensaciones y movimientos, que fue creada antes del 2002; luego vino el proceso de creación de La Gata Cirko y La Ventana Producciones, no se tiene claro cuál de todas se presentó primero, pero evidentemente cada una de estas representa una parte importante de la historia del circo en Bogotá.

Tal cual sucede con las técnicas adoptadas. Por una parte, se sabe que el 80% de las obras alude al uso de la palabra de los payasos, mientras que el 20% restante, representado principalmente por Muro de Espuma, se guía más por el vínculo con el lenguaje no verbal porque, como explica Andrea del Pilar, ese concepto los une y los distancia del resto de movimientos que existen en la actividad circense; es lo que ella llama un híbrido entre el circo y el teatro, lo mismo que presentaron en aquella “primera” obra de la historia, Posturas

Se trataba de una puesta en escena con instalaciones performance que combinaban la manipulación de objetos con mensajes muy fuertes desde la técnica teatral; lo cual derivó en un importante trabajo de investigación en la localidad de Usaquén, al que se unió, entre otras, el Centro de Desarrollo Comunitario Simón Bolívar que, tiempo después, se convirtió en la segunda casa del circo en este sector de la ciudad, abriendo camino a la actividad más allá de las plazas, hasta llegar al teatro, el coliseo y la cancha de Servitá.

Noche de hombres, Festival Internacional de Circo de Bogotá

Pero fue en el año 2003 cuando, por primera vez en la historia bogotana, se realizó el Festival Internacional de Circo de Bogotáde manera gratuita; para la siguiente versión, los asistentes pagaron apenas mil pesos por una boleta que les permitía disfrutar innumerables espectáculos, entre esos, la presentación de compañías internacionales, conversatorios y procesos de creación. Ya son 18 años de labor que no se detienen y que celebra Andrea del Pilar, así como lo hace para hablar de la Convención Latina de Circo que se acerca a su quinceava edición.

En Usaquén, la cuna del circo, hubo una gran acogida de este festival, así que el nuevo reto para la Asociación Muro de Espuma, que por años ha liderado la realización de ambos eventos, era descentralizar la oferta y llegar a otros espacios de la ciudad; desde entonces, se ha realizado en sitios tan importantes como el Parque Nacional y el Jardín Botánico José Celestino Mutis, entre otros. Además, el talento de los hombres y las mujeres que se dedican a esta gran tarea del arte dramático, han diversificado las presentaciones para ir con sus carpas a localidades como Ciudad Bolívar, Kennedy y Suba, donde también existe una fuerte presencia del circo desde lo escénico y formativo.

Recuerda Andrea del Pilar que fue con Felipe Octavio García, un personaje muy importante en esta historia, con quien empezaron este trabajo de expansión del circo de la mano del Instituto Distrital de las Artes – Idartes, a través de proyectos sectoriales que permitieron trabajar desde los territorios, hasta lograr llevar a un mismo escenario las propuestas tradicionales y contemporáneas; eso sucedió en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán, en el marco del Festival de Teatro de Bogotá, donde el circo entraba participando por primera vez.

Fue un espacio ideal para demostrar que ambas técnicas podían compartir juntas más allá de las diferencias o, como asegura la gestora y directora de circo, “es el disfrute de las dos visiones, es ver cómo los lenguajes se pueden acoplar en una sola puesta en escena a través del espectáculo de variedades, donde se reúne el contorsionismo, el lanzamiento de cuchillos y las técnicas áreas, conectadas con sus pares del circo contemporáneo”.

Actualmente, cerca de 500 personas hacen parte de la red de circo que está presente en diferentes localidades de la ciudad. Personas que, en este último tiempo, han tenido que reinventar, como tantos otros artistas, sus procesos de creación y circulación; parte de eso se puede ver en el proyecto Hablemos miércoles, un espacio liderado por Muro de Espuma para congregar a los representantes de diferentes vertientes alrededor de la cultura circense; un proyecto que nació de manera presencial, pero que hoy se mantiene a través de plataformas tecnológicas.

Porque el arte no se detiene, así como no se puede frenar la increíble capacidad de transformación social del circo que, como explica Andrea del Pilar, es visto como un hecho liberador de tensión para los jóvenes, una excelente actividad para generar disciplina, cambiar hábitos e incluso enseñar matemáticas a los niños. Esta es, sin duda, una actividad que permite resolver problemáticas en los territorios y reconocer el arte como una manera de generar cambios profundos en la humanidad.

Continuará…

Por Yeimi Díaz Mogollón

Fotos de la Asociación Cultural Muro de Espuma
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